Nuestra democracia cumple 40 años luego de la etapa más oscura de nuestra historia, protagonizada por la dictadura genocida de Videla y Massera. El pueblo votó ejerciendo su derecho al sufragio eligiendo la fórmula Milei - Villaruel que logró la adhesión de 13 millones de ciudadanas/os. Otros 11.5 millones optaron por un proyecto antagónico en términos políticos, económicos y culturales que expresaba la fórmula Massa - Rossi. A pesar de que la historia indica que el triunfo genera cohesión al interior de la coalición electa por el apoyo ciudadano recibido, asistimos a una escena patética de disputas de todo tipo: las hay a la luz pública y otras soterradas, que rápidamente también emergen a la superficie. Candidaturas totalmente aprobadas por el “jefe”, que se caen por presiones internas, o porque el elegido se arrepiente. Acuerdos partidarios entre el PRO y LLA que no duran nada, y consecuentemente los ministros en ciernes actúan por la propia. Mauricio distanciado de Javier, la Vicepresidenta electa, representante del videlismo, que se reservaba el nombramiento de los Ministros de Seguridad, Defensa y de la AFI, relegada a sus funciones en el Senado. El schiarettismo asiste al banquete desnudando su apoyo político a Macri y Milei, sumándose al triunfador a pura literatura: “que les vaya bien, estamos para ayudarlos”. Su peronismo cordobés se parece mucho más a un conservadurismo de derecha. Sin embargo, hay que asumir que por ahora todas esas grotescas disputas se disiparán, ya que el presidente electo ejercerá su hegemonía modelando un gabinete que responda a sus propósitos políticos. Hay otro elemento esencial: se van incorporando al esquema de gobierno los núcleos del poder económico sin mediaciones de ningún tipo. Ellos se “ocuparán” de la economía, del Banco Central, de las relaciones internacionales, de las políticas financieras con los banqueros y prestamistas de Wall Street, de la energía, de YPF, del preciado Fondo de Garantía de Sustentabilidad. En todos esos casilleros determinantes de los resortes del poder, impusieron a sus gerentes formateados oportunamente en el JP Morgan, Standard and Poor ́s, el Deutsche Bank, KPMG, incluso algunos de ellos compartieron primero el Colegio Lasalle o el Cardenal Newman. Todos cuadros pura sangre de las corporaciones extranjeras, especialmente norteamericanas. En esta colosal piñata, Tecpetrol de Techint recibió nada menos que YPF, o sea, el petróleo, el gas con sus modernos gasoductos y los grandes yacimientos en exploración de la Costa Atlántica y Santa Cruz.
En un gobierno de derechas, no podía faltar P. Bullrich quien nuevamente tomó la garrocha y pegó el salto al mileismo para “trabajar por una argentina próspera y segura” y para “poner orden, y el que las hace las paga”. Tras las brumas de estas neblinosas disputas por parcelas de poder, se va amalgamando una fuerza sin matices: son todas y todos del partido del “ajuste doloroso”, de la reducción inmediata y drástica del estado con su secuela de privatizaciones y despidos de los trabajadores, de los devaluacionistas con epicentro en los grandes ruralistas y las big six multinacionales exportadoras de nuestros granos. Del partido de la reducción salarial, de los “antiplaneros”, o sea de achicar la red de protección a los millones de pobres que el sistema envía a la banquina social impúdicamente, para luego estigmatizarlos e impulsar su “expulsión”. Son todas/os del viejo partido del endeudamiento externo que viene desde el fondo de nuestra historia del préstamo de la Baring Brother de 1824 con los banqueros ingleses, que luego el presidente N. Avellaneda pontificó para los tiempos: “honraremos la deuda aunque sea con el hambre y la sed de los argentinos”, y que M. Macri retomó violentamente endeudando al país con el FMI. En suma, todos integran el partido que se allana a las demandas de negocios ruinosos para el país de los fondos buitres y sus jueces y juezas de la metrópoli que imparten justicia para sus colonias, aplicando a rajatabla su Doctrina Monroe. Se cumplen dos siglos de la proclamación del mandato imperialista que imperaría hasta la actualidad. Claro que mientras se suscitan estas tenidas por el poder, las corporaciones formadoras de precios se lanzaron a practicar su patético deporte preferido: remarcar los precios de sus productos. Ahora ya despreocupados de los controles del estado, se subieron a la ola de las libertades del mercado, amparados por la doctrina que establece que los precios encontrarán solos su equilibrio. El pueblo, a quien ellos ponderan como consumidores de sus mercancías, asiste azorado a tamaño despropósito; esperando en vano que alguien los ampare de estos tiburones disfrazados de empresarios serios explotando su condición monopólica. En definitiva transitan su momento de fascinación, ejecutando sin ninguna vergüenza la creencia del dueño de La Anónima: “remarcamos todos los días”. Todo indica que en su hora victoriosa irán por todo ya que “la clave del desarrollo es el sector privado”, o sea, ellos, las corporaciones de AEA y la UIA.
Las organizaciones de trabajadores, los nucleamientos sociales, culturales, feministas, docentes, universitarios, Pymes; van desplegando el imprescindible debate político, ante el triunfo de la alternativa de las derechas y sus propósitos, que afectarán de inmediato la vida del pueblo. La campaña electoral abnegada y generosa que sembró los 11.5 millones de sufragios construyó un valioso legado de militancia política que se comprometió en las barriadas, plazas, trenes y subtes, hasta los ámbitos estudiantiles, científicos, incluyendo manifestaciones políticas de la cultura, de las más numerosas en décadas. Se trata de un invalorable capital político que irá recuperando la confianza, e imaginando renovadas iniciativas y formas de unión y organización, frente a una perspectiva adversa en lo inmediato. Esa gran reserva de nuestro pueblo, transitará la fase deliberativa, junto a la actitud del ejercicio democrático en la defensa de sus derechos sociales y culturales, como así también de las identidades políticas, y al ideario de progreso, justicia social y solidaridad.
La escena de operaciones, peleas y negociaciones “reservadas”, que transcienden por todos lados para formar el gabinete entre La Libertad Avanza, el PRO y el schiarettismo, sería solo grotesca si no se estuvieran decidiendo designaciones y políticas que impactarán en el futuro del país y en la vida de la ciudadanía. Así es que la extravagancia se transfigura hacia una imagen errática del presidente electo, en el manejo de la situación con su “aliado” Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Se cumple en muy poco tiempo el clásico político del transformismo de tragedia a farsa. Sin embargo, lo principal no es el seguimiento cotidiano de los cambios abruptos de candidatos y nombramientos. Hay otro plano más determinante de la disputa: cuáles serán los grupos del poder económico local y transnacional, con sus respectivos delfines, que administrarán los resortes del gobierno para asegurar sus negocios.
Las ideas rectoras del presidente electo son manifiestas, al igual que sus inspiradores ideológicos: los ultraliberales austríacos Friedrich Hayek, Carl Menger (el padre de la escuela) y en términos políticos Margaret Thatcher. La inspiración criolla donde abreva Javier Milei también es pública: José Alfredo Martínez de Hoz y su emblemático discurso del 2 de abril del 76, Carlos Menem y Domingo Felipe Cavallo. Todo indica que estas cuestiones sobre ideologías económicas y políticas no han sido las motivaciones que movilizaron el voto de los 13 millones que apoyaron a LLA. Milei fue el instrumento para expresar rechazo y desilusión hacia lo que venía de gobiernos anteriores.
La caracterización de Macri sobre el mileísmo, “son de infiltración fácil”, va logrando imponer condiciones con el apoyo del establishment, que pugna por ocupar directamente los resortes del poder. El caso más emblemático es el de la corporación Techint, que manejará YPF, la empresa más codiciada del país. Si hay una cuestión fundamental manifestada explícitamente por Estados Unidos, a través de la vocería de la generala Laura Richardson, jefa del comando sur, es su interés por nuestros recursos naturales, especialmente el petróleo y el litio. La estratega norteamericana ha dicho textualmente que aspira a controlar “las reservas de petróleo de crudo, ligero y dulce”. Se aprecia que la generala, siempre preocupadísima por la influencia de China y Rusia en la región, no se anda con eufemismos. El presidente electo ha declarado siempre que su alianza principal es con Estados Unidos. Es de esperar que vengan rápido tras esos objetivos, aunque hay fracciones de poder económico criollo que también huelen que llegó su momento.
Ninguna de estas peleas ni matices ideológicos, pueden concluir en que sus diferencias son de fondo y consecuentemente un grupo es mejor que el otro. No existen tales discrepancias ya que sostienen el mismo proyecto político para el país, y ambos son partidarios convencidos de su pertenencia al partido del “ajuste doloroso”, del desguace y venta a los grupos económicos del patrimonio estatal, y de la más antigua membresía del país: “los devaluadores” cuyo epicentro ha sido históricamente la Sociedad Rural y la oligarquía, a la que ahora llaman “productores agrarios” tratando de englobar a pymes productivas, dueñas de pequeñas parcelas, con los grandes propietarios y las exportadoras multinacionales. Su vocero tradicional del Clarín, Héctor Huergo, señaló que “el triunfo de Milei generó una enorme expectativa… y coincidencia con las ideas fuerza del líder libertario: libertad y propiedad”. Para el editorialista, la libertad no se une a la “noble igualdad”, sino a la propiedad, obviamente la de los señores de la tierra. El escriba de la “revolución agraria” concluye su exultante editorial a pura literatura: “con Milei vienen tiempos fascinantes”. Como siempre aparecieron los pescadores en río revuelto; las corporaciones formadoras de precios “por las dudas” aumentaron sus productos un 50 por ciento, sin importarles nada el impacto en la vida del pueblo.
En los momentos de triunfo de los mercados también reaparecen impúdicamente los fondos buitre, que suelen asociarse a grupos de locales (de nacionales ya no les queda nada). En este escenario tan inquietante para la gran mayoría de la sociedad, resulta necesario ponderar un punto central del discurso de Milei y los medios para instituir una narrativa legitimante ante la ciudadanía: LLA tiene el apoyo de los votos para implementar el ya anunciado ajuste (“yo lo dije y será durísimo”). Aclara también que si hay reacciones y protestas: “se aplicará la ley”, o sea, se reprimirá. Ciertamente Milei reiteró que se debe ajustar a la política y a la casta, pero no aclara quiénes sufrirán los tiempos duros.
La ciudadanía desde su disconformidad negativista votó con la esperanza de vivir mejor. Todo indica que la vida de la mayoría no mejorará, sino que empeorará, ya que el ajuste será sobre los trabajadores y las clases medias. Siempre fue así y siempre terminó en graves conflictos sociales. Resulta inimaginable que en el difícil contexto actual, el ciudadano/a de a pie se allane a perder salarios y/o ingresos, lo cual inevitablemente ocurrirá, si se aplica una fuerte devaluación, con su inevitable traslado a los precios. Surge el mismo interrogante si se suspenden paritarias, se elimina o restringe la obra pública, no se pagan aguinaldos y todos los etcéteras conocidos. Nada de esto tiene relación con la esperanza popular de mejorar el nivel de vida. El triunfo electoral impulsará al nuevo gobierno a aplicar rápidamente su plan. Quizás cuente con un tiempo de expectativa del electorado que lo votó. Claro que otros 11 millones y medio sufragaron a favor de un proyecto antagónico y no sentirán que si se afecta su vida y la de sus núcleos sociales deba aceptarlo pasivamente.
La militancia social y política, las centrales de trabajadores, de estudiantes, los movimientos sociales, feministas, de la cultura, cooperativos y todas las expresiones de idearios progresistas y justicia social, deberán debatir para ir desentrañando las causales de este viraje de una parte del pueblo, a la vez que se vuelva a colocar la construcción de un bloque político social que reencauce todo esa enorme energía democrática.
El pronunciamiento electoral fue claro: una mayoría decidió apoyar la propuesta emergente de la alianza entre J. Milei y M. Macri, consagrada en el abrazo del candidato presidencial con P. Bullrich en el set de TN, perdonándose las agresiones y agravios anteriores. El triunfo mileista estaba dentro de las previsiones, aunque debemos reconocer que fue inesperada la amplitud con que se impuso.
El acontecimiento abrió una lógica expectativa entre los millones de ciudadanos/as que lo votaron, y una fuerte incertidumbre en los once millones y medio que apoyaron y militaron la propuesta de Unión por la Patria.
Las primeras declaraciones del Presidente electo, si bien no se compadecen con el ritual escénico de la campaña, ratifican la visión ideológica, el rumbo político y el modelo económico que venía formulando.
En el campo popular se abrirá un debate ineludible para ponderar las causas de la derrota de la fórmula que expresaba el proyecto político opuesto al de la derecha, y recogía la necesidad de avanzar en un sentido popular de más distribución de la riqueza y defensa de los derechos civiles y culturales conquistados durante el kirchnerismo.
Como siempre, las causales son múltiples, concurren fenómenos diversos, comenzando por las insatisfacciones económicas, particularmente el tema de los precios que afectan cotidianamente tanto a amplísimos sectores humildes y clases medias, como así también factores ideológicos y culturales que modelan reacciones sociales y emocionales, que generaron una pulsión favorable “al cambio” que presentó como eslogan el acuerdo Milei-Macri.
Esa consigna propagandística, que no se compadece con un cambio verdadero hacia el progreso de mayorías sino del retorno a viejos recetarios ultraliberales, logró interpelar a una parte decisiva de la sociedad.
Todo indica que existía una desilusión que viene desde el frustrante gobierno macrista, rechazado y derrotado en las urnas en el 2019, y también con las expectativas no cumplidas por la gestión actual. Esa disconformidad se potenció con la densidad del mensaje pertinaz del establishment mediático de la antipolítica. La derecha logró articular la disconformidad ya en punto de enojo y distanciamiento afectivo de franjas importantes de la sociedad; en conducta política-electoral. Esa compleja operación ideológica del traslado de valores individualistas e insolidarios finalmente se logró plasmar en el voto.
Los debates sobre las causales de la derrota se deben desplegar con un espíritu crítico y autocrítico, que posibilite una reflexión sin formalismos ni concesiones, que a la vez priorice el elemento esencial: la unidad del conjunto de las fuerzas políticas y culturales.
Esta premisa es determinante, ya que los debates en ciernes deberán convivir con la disposición a la lucha para afrontar la coyuntura que estará definida por la iniciativa política del nuevo gobierno, impulsado por el triunfo electoral.
Habrá que asumir las consecuencias del plan de gobierno de la dupla Milei-Villarruel, que no son otros que los del neoliberalismo ortodoxo, cuyo símbolo máximo fue exhibido en el debate: Margaret Thatcher y su apotegma: “la sociedad no existe, sólo existe el individuo”, aquí y ahora traducido a la idea de la libertad individual que habita en el mercado, que arreglará todas las relaciones económicas y sociales.
Esa idea dominante, no tiene nada de original, salvo el cambio de envase. Ya la practicó Martínez de Hoz, y luego la desplegó en toda su magnitud un gobierno civil: el menemismo, que ahora seguirá aportando sus cuadros profesionales, para este retorno del experimento thatcheriano, retomando la fórmula criolla de drominización: rematar el patrimonio nacional, muy particularmente el valor más preciado por las corporaciones multinacionales y locales, nuestros valiosísimos recursos naturales, particularmente los energéticos y mineros.
Se proponen privatizar Y.P.F. (su presidente será un cuadro de Techint), Aerolíneas Argentinas, el sistema de medios públicos (Radio Nacional, la TV Pública, Télam) y bajar drásticamente la inversión en todo lo social y cultural.
En cuanto al mito del mercado, asistimos nuevamente al intento de explicarnos que se trata de una sana convivencia en el océano del tiburón con las sardinas. Sabemos quién se comerá al otro.
Lo que viene es lo formulado por los dos candidatos de la formula, y por las primerísimas señales post-triunfo: “unificación de los Ministerios de Trabajo, Educación, Desarrollo Social y Salud”. La traducción es ya conocida: reducción de esas temáticas, a una condición de menor importancia. Ya lo hizo Macri en su gobierno.
El gran tótem que se reitera en estos días es el del “ajuste”, presentado como “inevitable aunque doloroso”. Ya conocemos también quiénes serán los sufrientes (los trabajadores y las clases medias) y quiénes los ganadores y felices beneficiarios.
Se retornará a la “eliminación de la obra pública” con sus gravísimas consecuencias para el crecimiento de la infraestructura del país y para el trabajo de cientos de miles. Se “honraran los compromisos”, siguiendo la sentencia de Nicolás Avellaneda: “aunque sea a costa del hambre y la sed de los argentinos”.
Resulta imprescindible registrar la otra cara de la coyuntura política: la campaña de UxP fue importante. La fórmula presidencial actuó con fuerza y determinación, interpelando a la amalgama de las fuerzas políticas que la conformaron, y muy especialmente se debe valorar la emergencia de una abnegada militancia política, social y cultural que se comprometió en las calles, plazas, desde las barriadas, hasta los ámbitos estudiantiles, científicos, feministas y grandes manifestaciones de la cultura. Se trata de un valioso capital político que se irá sobreponiendo a la derrota, recuperando la confianza y la esperanza, e imaginando nuevas respuestas frente al difícil escenario que se presentará.
Es comprensible que esa militancia y ese núcleo del electorado, desde lo humano, transite un momento de tristeza y desazón, pero se irá recomponiendo en el marco del debate en pos de defender las conquistas sociales y culturales, no sólo de los últimos años, sino de décadas, como así también las identidades políticas, los valores del progresismo, la justicia social, la solidaridad y las instituciones democráticas.
El próximo domingo, el pueblo argentino decidirá entre dos candidatos que expresan proyectos políticos antagónicos. Se pondrá en juego nuestra Democracia, los derechos sociales y culturales conquistados a lo largo de décadas, el sistema jubilatorio, la obra pública, el trabajo y la vigencia de las leyes que lo protegen, la salud y la educación como derecho público, la propia moneda nacional y hasta nuestra matriz política y cultural sobre el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. La fórmula Milei -Villarruel manifestó públicamente su voluntad de retornar a la política menemista de enajenación de las grandes empresas del Estado, como YPF y Aerolíneas Argentinas, al igual que la propiedad y explotación de los recursos naturales, particularmente los energéticos, como Vaca Muerta, el litio, etcétera. Todo está comprometido. Milei expresa una Argentina que será invivible; por lo tanto preanuncia una sociedad sumida en el encono y la conflictividad.
Este enfoque fue presentado abiertamente a la sociedad: “Que todo explote, para acabar con la basura de la casta política”. El candidato, proclive al descontrol emocional, invoca explosiones e incendios, más allá del camuflaje de los últimos días. Este rasgo se complementa con su formación ideológica, que abrevó en el ultraliberalismo austríaco y el thatcherismo. Consecuentemente, los libertarios declararon su determinación de romper relaciones políticas y comerciales con China y Brasil, ya que sus líderes fueron picados por el “virus del populismo-comunista”.
Los conservadores actuales viraron abruptamente de su canon ideológico tradicional, representando al partido del orden, que siempre incluyó un elemento coercitivo y represivo, para colocarse en un lugar antisistema. Así es que el sistema del poder económico-mediático, sostiene a un personaje que se inviste falsamente de antisistema.
El debate entre los dos candidatos generó una enorme atención. Resulta unánime la opinión del triunfo de Massa. No fue sorpresa, es un político formado y experimentado, y su contrincante un amateur sin experiencia de gestión ni capacidad de oratoria.
En esta crucial instancia gran parte de la sociedad decidió salir a dar la cara y pronunciarse por la fórmula Massa - Rossi, a la vez que los poderes económicos y mediáticos, también decidieron salir para definirse impúdicamente por la opción de ultraderecha del economista “libertario”, y de una cavernícola, reivindicadora de la dictadura de Videla y Massera.
Se aprecia un deslizamiento hacia posturas restauradoras con sus típicos irracionalismos, presentadas como la nueva civilización, que emergerá después del caos y la destrucción de todo lo instituido.
A mucha gente, este inesperado y oscuro proyecto, le resulta inconcebible. Sin embargo, allí está. Diría Mateo 13:19: “el que quiera oír, que oiga… Y al que tiene, se le dará más y tendrá en abundancia, al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará.” Es notable la vigencia del pasaje bíblico. El viejo Mateo, hace dos mil años, ya advertía sobre mercaderes, quienes en su afán de acumular riquezas, no trepidaban en avasallar al prójimo. Ahora ya modernizados, incorporaron el odio clasista, contra las minorías y el feminismo, y a los que denuncian y luchan ante el desastre ecológico originado por las grandes corporaciones que envenenan al planeta. Su rasgo odiador incluye al Papa Francisco, al que llama “el imbécil ese que está en Roma”, agrediendo a cientos de millones de personas que tienen una legítima creencia religiosa.
Pero seamos objetivos, su perorata valora positivamente a “los argentinos de bien”, aunque no se aclara quiénes son. Resulta inevitable inferir que en esa elite no entran docentes, profesores, médicos, científicos, obreros, cooperativistas, pymes ni beneficiarios de AUH.
Claro que las reservas democráticas de nuestro pueblo son vastas y profundas, fruto de una historia y cultura nacional, cuyas raíces se nutren de luchas por la verdadera libertad desde los inicios de la Patria.
Cada vez son más los posicionamientos de fuerzas políticas de todo tipo, que se manifiestan para decirle NO a Milei, convocando explícitamente a votar por Massa. La voz de la cultura potencia, ya que el pueblo ama a sus artistas: de Wos a Trueno, Fito Páez, Catriel, Dolores Fonzi, Lali Espósito, como todos los artistas que promovieron la multitudinaria “Caminata por la cultura” del sábado pasado, en plena Avenida Corrientes, llamando a ponerle freno a la avanzada reaccionaria. Bienvenidas sean. La historia marca que a la ultraderecha hay que derrotarla a tiempo, antes que sea tarde. Esta gran manifestación de la cultura, superadora de las identidades políticas o estéticas, se transformó en una bisagra. Miles de artistas, docentes de las Ciencias Sociales, se colocaron en un lugar de militancia política.
El macrimileismo confía con razón, en el enorme aporte de los dos principales factores de poder: el económico y los medios de comunicación monopólicos, ya mutados a medios de maceración ideológica.
Algunos reputados “dirigentes de empresa”, como Marcos Galperin, se jugaron abiertamente por Milei, privilegiando la continuidad de sus negocios.
Otros se definen por un silencio vergonzante, aunque desconfían de la inestabilidad emocional de Milei y de sus proclamas económicas catastrofistas, pero siempre reclaman por sus intereses corporativos, pero si la democracia y los derechos generales de la sociedad peligran, optan por callar. La UIA es un claro ejemplo: demuestra con su mutismo que no es ni Unión, ni Industrial, ni Argentina. Son concientes que Milei y Macri llevarán a la desunión, a la desindustrialización y al cierre de pymes, y que no expresa ningún proyecto en defensa o desarrollo de la Argentina. En suma, gran parte de la ciudadanía valora la conformación de una coalición amplia y diversa, que no se resigna ni subordina a la maniobra de aupar en el gobierno a un aventurero. La formula Massa-Rossi expresa a esa Unión por la Patria con plena legitimidad y perspectiva para gobernar nuestro país.
Esperamos que la ciudadanía se vuelque masivamente a ejercer su derecho al voto, lo cual nos alienta y convoca a militar. Restan pocos días. Una vez más, el reto es convencer fraternalmente.
En los últimos días se conocieron encuestas que dan ganador a Milei por un par de puntos. A pesar de que el escenario sigue abierto, todo indica que el alivio del primer turno debe transformarse en militancia para asegurar el triunfo de la fórmula Massa - Rossi, asumiendo que el poder y sus múltiples dispositivos económicos y mediáticos no cejarán en su afán por imponerse para tomar el dominio irrestricto del país y sus riquezas. El resultado de las elecciones generó desconcierto y crisis en el dispositivo político de la derecha. La candidatura de Milei se estancó, aunque conservó el importante caudal de las PASO. Sin embargo, los grandes derrotados, con un Macri maquiavélico oficiando de improvisado hechicero, juntaron a Milei y Bullrich en un set de televisión para que se “perdonaran”. Así fue. Un gélido abrazo consagró el contubernio. Lo de fondo es que Macri, como jefe de la derecha anclada en los pliegues del poder económico - mediático, le intervino el discurso, con el fin de borrar su imagen desaforada, para mutarla hacia la de un declarante serio y moderado. La engañosa borratina incluyó el pasaje al arcón de los recuerdos de temas cruciales como dolarización, mercado de órganos y privatización de la educación pública. Va de suyo que las críticas a Zamba y Paka Paka, como aquello de que San Martín no es el padre de la patria, también fueron archivadas.
Fue tan ostensible el viraje hacia el engaño a sus votantes y la opinión pública, que en las propias filas libertarias se inició una suerte de Rebelión en la Granja, como en la novela de G. Orwell, que desnuda la degradación de los poderes inmorales y corruptos. La idea de corruptela no debe entenderse solo para los que roban o coimean. Existen otras conductas inficionadas de inmoralidad: en este caso la mentira a la ciudadanía, a la que un día se la interpela a los gritos, presentándose como quien arrasará con todo lo instituido; y ante el primer contratiempo, en un claro acto de transformismo, pasa a ser un declarante moderado, negando todo lo que les dijo a sus votantes una semana atrás.
En suma, el abrazo oprobioso desnudó la esencia de Milei como personaje fabricado por los medios de comunicación que ampararon y cubrieron sus mentiras presentadas como revolucionarias, cuando en realidad no son más de lo ya marcado a fuego por el sociólogo Discepolín: “Es lo mismo ser derecho que traidor”. Una parte de sus votantes cree que sus ideas presentadas machaconamente con un formato supuestamente irreverente, en realidad no serán llevadas a la práctica. Ese razonamiento erróneo conduce al alivio del potencial votante a Milei: “Lo puedo votar ya que sus dichos y violencias son solo para la vidriera”. Sin embargo, no habría razones para que no se proponga aplicarlas, ya que ese es su pensamiento y su verdadero propósito, más aún si es legitimado por el voto ciudadano. En tal situación, su Vice no trepidará en reivindicar oficialmente a los dictadores Videla y Massera, en tanto él avanzará en su mentada dolarización e impondrá su sistema de vouchers en escuelas y universidades públicas. Siempre lo presentó abiertamente, no dudará en hacerlo. De ocurrir, la resistencia a esas políticas será muy fuerte, como así también la conflictividad social. Así las cosas, los medios monopólicos de comunicación, ya iniciaron la esperada ceremonia de taparse la nariz y apoyar la candidatura Milei – Villaruel. Coherentemente con su aprehensión visceral a los proyectos populares, se deslizan hacia la crítica a Massa copiando la gastada fórmula del anti kirchnerismo, ahora reiterada por el tándem Milei - Mauricio, todo lo cual es acompañado por el silencio cómplice del establishment.
Justamente los grandes empresarios supeditan a sus prejuicios ideológicos sus propios intereses económicos, y ni que hablar los de la nación y su pueblo. Una vez más su silencio expresa la mediocridad intelectual de esa dirigencia y la subordinación a perimidos arcaísmos ideológicos que obturan todo pensamiento racional. Se allanan a que el destino del país sea conducido por un fanático extraviado, con tal de que no sea gobernado por una alianza política democrática y popular con eje en el peronismo.
La fórmula de Unión por la Patria viene siendo consecuente con su línea de trabajo: gestión e iniciativa desde el Gobierno y firmeza ante los inevitables avatares propios de la conducción de un país. En los últimos meses, las medidas para mejorar los ingresos de millones de ciudadanos fueron muy diversas: eliminación del impuesto a las ganancias beneficiando a 800 mil personas, devolución del lVA, aumentos jubilatorios, créditos a tasas subsidiadas, a monotributistas, asalariados y MiPyMEs, para estimular la producción, el trabajo y el consumo.
En otro orden, el Ministro rompió con la opacidad existente frente a los actos delictivos de los núcleos que especulan en el “mundo financiero”, interviniendo sobre la telaraña de cuevas y otros no tan cueveros como los que sobre y sub facturan en el comercio exterior, estafando al estado y la ciudadanía. Massa en su función de Ministro también frenó con autoridad el intento de lock out de las petroleras que actuaron con el doble propósito de siempre: obtener aumentos desmedidos y crear un clima de zozobra para caldear los ánimos electorales.
Resulta imprescindible destacar la separata enviada al Parlamento junto al tratamiento del proyecto de Presupuesto 2024. El propósito es que se pondere la revisión de privilegios fiscales que benefician a diversos sectores económicos injustificadamente, como la exención del impuesto a los bienes personales por los inmuebles rurales en el exterior. Se trata de un despropósito en términos de justicia tributaria. Sin embargo, la SRA y la mesa de enlace salieron a enfrentar la medida con el remanido cuento de que “se ataca a la producción agropecuaria”. Lo destacable en términos políticos es la voluntad de encarar con decisión a estos nudos del poder que fueron distorsionando el sistema impositivo. En esta temática crucial, el Ministro candidato señaló que “se debe definir una matriz tributaria más justa y progresiva”.
Una vez más se trata de convencer, ya que enfrentamos el reto de ejercer el derecho al sufragio decidiendo nuestro futuro y el de la nación.
El triunfo de la fórmula Massa - Rossi por una diferencia significativa va condicionando el escenario electoral con vistas al momento decisivo del 19 de noviembre. La derrota anunciada de la pretendida derecha “clásica”, inficionada por elementos de odio e irracionalismo, del que era su competidor- enemigo, dejó a ese espacio político en crisis identitaria y ante una inminente ruptura. El desconcierto de los diversos agrupamientos conservadores es notorio, agravado por la evidencia de la mano de M. Macri, el verdadero titiritero. Sus manipulaciones fueron llevando a la derrota a sus supuestos hijos predilectos: primero R. Larreta, posteriormente P. Bullrich, para luego ofrecerlos como víctimas propiciatorias al altar de su nuevo ídolo, Javier Milei. Desde la derrota del 2019 en la que el electorado lo botó, todo lo que toca Mauricio se degrada, como en “La peste escarlata de Jack London”. Ahora convoca a ir tras el nuevo líder de la derecha, a quien en realidad apoyó desde el inicio de la campaña porque “comparto sus ideas”, burlándose de su propia fuerza política y sus electores. En suma, ya queda clarísimo que Milei es Mauricio, y que la alianza surgida de esa acción contranatura, más propia del cambalache mentado por el gran Discépolo; intentará navegar a la deriva sin ninguna propuesta a la sociedad. Todo indica que “la genial estrategia” consistente en derrotar al kirchnerismo es tan primitiva como subestimatoria del entendimiento del pueblo. Y además viene de un ruidoso fracaso. No se trata de subestimar a la eventual sumatoria que va emergiendo de ese contubernio, aunque está en pleno desarrollo su crisis y los eventuales reposicionamientos de diversos sectores, particularmente la base radical agredida explícitamente, incluyendo la descalificación de sus símbolos históricos, como Alem, Yrigoyen y Alfonsín.
Más increíble aún es entender como lograrán reconvertir a Milei para transformarlo en presidenciable. Y cómo se desdecirán de sus ruidosos eslóganes: dolarización, cierre del Banco Central vía dinamita, eliminación de subsidios y todo tipo de servicios sociales incluyendo la privatización de jubilaciones y pensiones, apertura total de las importaciones, venta de empresas públicas y arancelamiento del sistema hospitalario y educación pública (“porque alguien tiene que pagarla”), entrega irrestricta de los recursos naturales incluyendo la privatización de mares y ríos. La lista continúa con otras gravísimas originalidades para mostrarse como un revolucionario anti todo: “el cambio climático no existe”, ya que lo que está ocurriendo responde a un fenómeno geológico originado hace millones de años. Libertad a la portación de armas, eliminación de las leyes protectoras de los derechos de trabajadores y trabajadoras. Pero a esta mezcla de ortodoxia neoliberal austríaca, con consignas propagandísticas cargadas de irracionalismos ya usados por diversas ultraderechas en otros tiempos, no podía faltarle su desprecio a la democracia a la que culpa de nuestros males durante estos 40 años. Desde este sofisma como base, el candidato presidencial adhiere a la reivindicación explícita de la dictadura videlista y la negación de los 30 mil detenidos desaparecidos, que reivindica su candidata a vicepresidenta Victoria Villaruel.
Este incompleto listado se sustenta en dos líneas centrales que motoriza el candidato de Macri: la principal es la aplicación extrema de la ideología ultra neoliberal. Una suerte de thatcherismo presentado en forma primitiva, pero que responde a esa visión ideológica, no solo de la economía sino también de la sociedad y sus valores. El otro elemento que se corresponde con ese contenido es la forma de expresarse, arrasando con los modos actuales, presentándose desde afuera del sistema “ante la crisis moral de la casta política y su fracaso económico”, a partir de lo cual destruirá todo lo existente, generando luego un “renacer civilizatorio”.
El trío Macri, Bullrich y Milei confía una vez más en los dos factores de poder que los sostendrán hasta la puerta del cementerio, con tal de cerrarle el paso a su odiado populismo: los medios de comunicación y el poder económico. Los primeros ya lo demostraron en las PASO. Cabe preguntarse si el fracaso rotundo de sus editorialistas, transformados en vulgares propagandistas inventando operaciones que ya no impactan en la decisión del votante; persistirán en esa práctica amarillista. En cuanto a los grandes empresarios locales y extranjeros y sus organizaciones como AEA, han vuelto a errarle al chicotazo, por sus prejuicios ideológicos y su infinito afán de dominio de la economía y de sus ganancias obscenas. El resultado eleccionario desnudó su ya insalvable mediocridad que apuesta a cualquier variante y/o candidata/o que les prometa la continuidad de su poder. Ese nucleamiento gran-empresario expresa a un capitalismo fugador de riqueza, que no se imagina parte de un proyecto político social autónomo propio de un país soberano que aspira a compartir con el conjunto de la sociedad un lugar respetado en el mundo. Esa falta de sentido nacional los conduce a excluirse políticamente, y a remitirse a una práctica menor de lobbismo ventajero, a costa del estado y de cualquier proyecto popular que se proponga redistribuir riqueza a favor de las mayorías sociales.
El triunfo de UxP afirmó ante la sociedad la perspectiva de la fórmula Massa - Rossi para dirigir los destinos de nuestra Patria. Siempre resulta determinante la unidad de la fuerza política, particularmente cuando se trata de una coalición de partidos y movimientos sociales como es UxP, con eje en el peronismo. En tal sentido se va ampliando el espectro de nuevos apoyos desde afluentes diversos, a la vez que la militancia fortalecida por la victoria, se compromete a una fuerte acción que asegure un triunfo asumiendo que el poder no declinará en su afán por imponerse, ni abandonará su escrupulosidad típicas del manual de las últimas semanas previas a los comicios. En los próximos días, no hay nada más importante que convencer, ya que todas y todos somos ciudadanos ejerciendo igualitariamente el derecho al sufragio decidiendo nuestro destino y el de la nación.
El triunfo rotundo de la fórmula Sergio Massa - Agustín Rossi de Unión por la Patria es el hecho determinante de la elección del domingo pasado, que condiciona la próxima fase de la confrontación con la opción de la ultraderecha de Javier Milei y Victoria Villaruel. Dos proyectos ideológicos y económicos antagónicos se enfrentarán ante la ciudadanía el 19 de noviembre.
Como había anticipado Cristina Kirchner oportunamente, la disputa fue de tres tercios: dos opciones conservadoras inficionadas por ideas y simbolismos propagandísticos, que extremaron su discurso con consignas violentas, descalificando a la alternativa de UxP. Una de ellas desde un aggiornado irracionalismo, típico de las viejas ultraderechas; que se presentaba arrasador, y al cual la mayoría de la sociedad se sometería. Sin embargo, el pueblo con su voto decidió no ir alegremente hacia el precipicio que proponía un vulgar aventurero, inventado exitosamente por las corporaciones mediáticas a fuerza de exhibirlo irrestrictamente en sus pantallas televisivas. Una vez más, los núcleos tradicionales del poder político, económico y mediático fueron deslizándose a privilegiar la derrota del gobierno popular, más allá de sus aciertos y limitaciones. Primaron sus prejuicios antiperonistas y de las otras expresiones que confluyen en la coalición de UxP, por encima de su meneada prédica democratista de defensa de “los valores fundamentales”. Unos fueron con Milei, y otros con JxC de Bullrich. Ocurrió lo previsto: la fracción del poder que se alineó con su partido liberal conservador de JxC fue la gran derrotada. Los “errores” de Bullrich no solo devienen de sus limitaciones intelectuales y su pertinaz oportunismo político. La causa principal del fracaso fue su ideología y el propósito político de la fuerza que representó, cuyo eje de campaña, “yo derrotaré al kirchnerismo” no prendió en el electorado. Quedó demostrado que esas ideas ancladas en el prejuicio son anacrónicas, propias de minorías anquilosadas que no tienen relación con las demandas de la sociedad.
Sus “propuestas” en materia económica fueron más de lo mismo del recetario fracasado del modelo liberal, aunque lo haya formulado su ventrílocuo Carlos Melconian.
El falso libertario chocó con la sociedad democrática que tomó la decisión de pararlo. Hubo conciencia que había que detenerlo antes de que sea tarde. No pasó eso de reivindicar a la dictadura videlista y negar a los 30 mil desaparecidos. No pasó eso de que las Malvinas son de los dos mil kelpers de la corona británica. No pasó la privatización de la educación pública, tampoco el rechazo a la universidad nacida de la Reforma del 18, ni la crítica falsa y primitiva a San Martín, tampoco los insultos descalificantes al Papa, ni la exaltación de un individualismo extremo y grotesco que justifica la venta de niños, órganos o la privatización de mares y ríos.
Otro elemento significativo que desnudó el comicio fue el fracaso de los grandes medios, que actuaron impúdicamente fabricando operaciones escandalosas para erosionar a UxP. Sus mentiras, como el invento del “dólar Clarín” a un valor inexistente, la caída “catastrófica” de los depósitos bancarios, la potenciación del episodio del “chocolatero”, e incluso el despliegue extraordinario del acto inmoral de Insaurralde, no influyeron en la decisión del votante. Las portadas de los medios hegemónicos y sus comunicadores sometidos a lógicas amarillistas no convencen ni modelan la conducta de la ciudadanía.
Por su parte, el triunfo de Massa estuvo sustentado en una campaña de ideas programáticas para el presente y el futuro, saliendo al encuentro de las demandas populares.
Desde su función de ministro de Economía tomó la iniciativa con el propósito de reparar el daño que viene ocasionado la persistencia del aumento de los precios, mostrando un rumbo con la mira puesta en la mejora de los ingresos y el nivel de vida del pueblo. En este sentido asumió un compromiso muy determinante: “Muchos de los que me votaron son lo que más están sufriendo, no les voy a fallar”. Fueron también valoradas por el electorado las acciones desplegadas desde el Estado para frenar a los especuladores que medran con los fondos públicos para enriquecerse, eludiendo impunemente la legalidad. Se va instalando la sensación de que Massa y su equipo decidieron enfrentarlos, particularmente a los que utilizan connotados estudios falseando la documentación de sus negocios internacionales.
En suma, UxP actúo unido tras su fórmula presidencial, y sus candidatos desplegaron una campaña a la ofensiva, dejando atrás debates infructuosos y asumiendo las deudas sociales que quedan de la actual gestión. La postura sobre la deuda con el FMI, fue la de rediscutir el acuerdo, compartiendo la visión de Cristina, de que en los términos actuales es imposible de asumir. El crecimiento de la figura presidenciable de Massa fue acompañado con una actitud consecuente de diálogo con los distintos afluentes ideológicos y políticos de la sociedad. Un elemento muy determinante para el desenlace electoral fue el “factor Kicillof”. La contundencia de su triunfo demuestra que la ciudadanía valora que sus representantes se sustenten ideológicamente y que sobre esa base, desplieguen una gestión eficiente y cercana a la vida y a las necesidades de su pueblo. El gobernador en todas sus intervenciones públicas fijó posición con un fuerte contenido político: el domingo no solo valoró y agradeció a la militancia, también reiteró su rechazo a la dictadura, reivindicó a los 30 mil detenidos desaparecidos, a nuestra soberanía sobre Malvinas y muy especialmente a Cristina como líder, a la vez que se solidarizó frente al intento de magnicidio.
En suma, una gran parte de la ciudadanía valoró que se esté conformando una coalición amplia que no se resigna ni subordina a los poderes económicos, que va mostrando que si hay determinación política se puede avanzar en medio de las brumas del “no se puede”, y que vale la pena defender la democracia. Falta recorrer un mes decisivo, en el que habrá que vencer los obstáculos existentes y los que irán surgiendo. La masiva presencia ciudadana volcada a ejercer su derecho al voto nos alienta y convoca a militar y a luchar por convencer. Una vez más de eso se trata: en estos días, luchar es sinónimo de convencer.
Celebramos los 40 años de democracia, conquistados con un valioso esfuerzo de nuestro pueblo, durante los que asistimos a momentos de zozobra política y penurias económicas. La causa de fondo ha sido la pertinacia del poder económico, mediático y político en su afán, propio de su naturaleza capitalista en fase depredadora; que no trepidó en acosar y debilitar a los gobiernos populares. Su único norte fue y es potenciar sus ganancias para luego extranjerizarlas, legalmente o mediante la fuga. Su sentido de democracia ha sido inficionado por la ideología thatcheriana de la época, sustentada en una visión extrema del individualismo y del rol del capital como motor de la historia y de la vida humana. La líder de la política ultraliberal formulaba su apotegma para los tiempos: “la sociedad no existe, solo existe el individuo”.
Desde allí viene la disputa por imponer esas ideas y principalmente sus valores y principios culturales, que irían modelando la conducta de los pueblos. Debemos asumir que desde su dominio económico, que se imbricó con el poder de los dueños de los medios de comunicación, constituyeron una fuerza de facto que ha ido imponiendo uno de sus propósitos más deseados: que los valores culturales vinculados a las relaciones sociales, laborales y familiares, inculcados desde sus infinitos voceros, se trasladen a la decisión del ciudadano/a sobre la política, sus gobiernos y particularmente sobre el voto.
Mediante esta obstinada operación ideológica y política, horadan a los gobiernos populares que despliegan proyectos sustentados en otras ideas y propósitos, esencialmente asociados a la concepción de democracia económica amalgamada con la de igualdad, reivindicando el principio de justicia social y soberanía política. Durante los años de la primera oleada de gobiernos populares, que en nuestro país se expresó en las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, se reafirmó la línea americanista retomando la tradición de los fundadores de nuestras patrias en el continente.
En las actuales circunstancias históricas, determinantes para la vida y el porvenir de nuestro pueblo, emerge nuevamente la disputa entre los dos proyectos políticos antagónicos. Las visiones ideológicas van quedando cada vez más claras: P. Bullrich y J. Milei se proponen un alineamiento irrestricto con las grandes potencias capitalistas, particularmente con Estados Unidos y el FMI. Unión por la Patria, por el contrario, plantea una política exterior independiente y soberana, sustentada en relaciones políticas y económicas con todos los países, privilegiando el interés nacional y una perspectiva de defensa de nuestros recursos naturales. La idea de autonomía nacional incluye la defensa de la paz, de los derechos humanos, la oposición a las situaciones de guerra evitando que los estados poderosos desplieguen políticas de ocupación y neocoloniales, como en nuestro caso con las Islas Malvinas.
Las derechas de Milei y Bullrich proponen la aplicación del modelo ultra concentrador devaluacionista ya practicado y fracasado en tiempos recientes de Menem, Cavallo, Melconian y M. Macri. La fórmula Massa - Rossi, reivindica la idea opuesta: mejora del salario e ingresos de los trabajadores y las clases medias con el fin de crecer, sobre la base de distribuir, ya que en nuestro país lo que sobra es riqueza. La pobreza es la consecuencia de un proceso de incremento de las fortunas de una minoría de oligarcas, que se presentan como “modernos empresarios que bregan por el trabajo y el crecimiento”. Unos se proponen liquidar los avances relacionados con la igualdad de género logrados en los últimos años por un notable movimiento feminista con una fuerte impronta juvenil. La opción de UxP se nutre del movimiento de mujeres y diversidades en pos de avanzar hacia una democracia más justa y auténticamente igualitaria. Las derechas rechazan la educación pública, proponiendo la privatización en todos los niveles: “modernos vouchers” o sea arancelamiento; con lo cual tanto la escuela como la universidad se irán transformando en un privilegio de minorías. Por su parte, el proyecto popular defiende la tradición de lo público en la educación: desde el sarmientinismo de los liberales, la gratuidad universitaria del peronismo y las iniciativas del kirchnerismo de ampliación presupuestaria, fortalecimiento de las escuelas técnicas, de la ciencia y tecnología, de la Educación Sexual Integral y creación de nuevas universidades.
A este brevísimo racconto habría que agregar el negacionismo explícito de la ultra derecha de los 30 mil desaparecidos, y la reivindicación lisa y llana de la dictadura videlista, inconcebible para toda la ciudadanía democrática. La campaña electoral desnudó la conducta oportunista del poder económico-mediático: unos siguen apoyando a la derecha clásica (Macri/Bullrich), ahora inficionada por las ideas extremas del otro candidato de su espacio, y otros se inclinan por el auténtico ultra conservador y su socia aspirante a la vicepresidencia, quien reivindica a los dictadores Videla y Massera y al régimen policíaco del comisario Etchecolatz.
Otra situación que ofrece la soberbia prematuramente triunfalista, fue la protagonizada por el candidato a jefe de Gobierno mileista R. Marra, quien desde la financiera de su familia ensayó una teatralización victimizándose de la denuncia presentada por el presidente A. Fernández por intimidación pública. Este señor que se auto percibe español y critica a Paka Paka, ya que no soporta la militancia de Zamba contra “los realistas” de Fernando VII, pretende revisar la historia, “por lo que me dice mi mamá que es profesora”. El candidato que teoriza temerariamente sobre las crisis económicas del país, recordó al Rodrigazo y a la híper de Alfonsín, pero olvidó el plan económico de la dictadura y a su Ministro estrella Martínez de Hoz. Ya que estaba en plan de “olvido” también se salteó lo relacionado con los 90s, a su inspirador Menem, y la implosión de todas las políticas conservadoras; el levantamiento popular del 2001 dramáticamente reprimido.
La ciudadanía enfrenta en las urnas este trascendente dilema: las dos variantes conservadoras del mismo proyecto político, económico y cultural, contra la propuesta democrática y popular de la fórmula Massa Rossi.
Una vez más el derecho al sufragio otorga a la ciudadanía porteña la oportunidad de redefinir en qué ciudad aspiramos a convivir los 3.215.000 seres humanos que la habitamos. Partimos de la premisa que M. Macri, R. Larreta y P. Bullrich, o sea el PRO, la gobiernan hace 16 años. Asistimos a un proceso agotado, que ha generado falencias muy severas para la vida del pueblo; consecuentemente aspiramos a imaginar y asumir en plenitud un destino distinto, generando un gran cambio que se debe hacer desde la política, haciendo del voto el instrumento para su materialización. La saturación de noticias y opiniones abrumadoras por parte de los grandes medios de comunicación define la agenda e impide pensar y debatir lo principal: cuales deben ser los valores culturales, humanos, educativos y económicos que determinan el modelo de ciudad presente y futura al que aspiramos. Lo que ya está clarísimo es que no podemos continuar con la visión ideológica y las políticas actuales que han conducido a una ciudad insana, insegura y sumida en contradicciones agudas, conformando un medio social y ecológico cada vez más invivible. De continuar con estas políticas se acentuará la escasez de espacios verdes, las temperaturas serán insoportables en verano, nuestro río será inaccesible para la gran mayoría de porteños/as, las moles de cemento obstruirán cada vez más la iluminación solar, colapsarán los servicios públicos, aumentará la contaminación sonora, ambiental y visual, todo lo cual se potencia con el funcionamiento de un tránsito irracional que incluye la imposibilidad de estacionamiento. Las crecientes desigualdades en el acceso a la salud, la educación y la cultura se profundizarán por la explícita oposición ideológica a todo lo público y sus consecuentes recortes presupuestarios. Se impone una planificación de la ciudad que responda a los cambios culturales, tecnológicos y productivos, pero pensando en la mejora de la calidad de vida de los diversos afluentes de la ciudadanía.
En términos ecológicos, si bien no se trata de presentar escenarios apocalípticos, debemos asumir que el actual rumbo y accionar político porteño es cada vez más funcional a los capitalistas constructores de moles, que ya han invadido los barrios con su único afán de lucro, especulación inmobiliaria y financiera avasallando el espacio público y lo que todavía sobrevive de suelo y verde. Sobre esta temática, el Secretario General de las Naciones Unidas afirmó: “hemos abierto las puertas del infierno”. Poco han importado a las potencias capitalistas globales y conglomerados empresarios las advertencias científicas en relación a las ya dramáticas manifestaciones del cambio climático. En la lista de políticos, economistas y formadores de opinión que hacen oídos sordos a esta problemática, se encuentran los autoproclamados libertarios, quienes ya no ocultan su desprecio por las cuestiones ambientales, sustentando abiertamente la doctrina de que el cambio climático no existe. Se trataría de una ficción, ya que en realidad asistimos a una fase histórica natural e inevitable, que deviene de millones de años de la vida del planeta. Lo que se propone esta “teoría” irracional es ocultar la responsabilidad de los verdaderos culpables de la catástrofe civilizatoria: las corporaciones capitalistas globales que en su afán de lucro ilimitado han intoxicado y destruido mares, ríos, bosques y ciudades, comprometiendo así la propia existencia de la vida en el planeta.
En correspondencia con los afanes de negocios y negacionismos, la actual gestión larretista utiliza maniobras e informes dignos del personaje de Los Simpsons, el corrupto alcalde Diamante de la ciudad de Springfield. Sería gracioso si fuera una serie de TV, pero como es real, resulta claramente impugnable. El gobierno de JxC a sabiendas de que, producto de su irrefrenable política de venta de espacio público, está lejísimos de los 15m2 de verde por habitante que recomienda la Organización Mundial de la Salud, realiza una contabilización engañosa para llegar a 7m2 de verde por habitante. Para tal fin computa impúdicamente hasta la tierra de los macetones y de los cementerios. El número verdadero expresa la llegada a un punto crítico: el promedio real es de 4m2 de verde por habitante. Un ejemplo tan grande como simbólico de estas políticas es el caso de la venta de los terrenos del ex Tiro Federal al emporio Eskenazi, al igual que los terrenos de la Costanera Sur para el conglomerado IRSA, como así también el intento de privatización de la Costanera Norte a pesar del rechazo ciudadano y judicial. Las consecuencias son evidentes: habrá más departamentos para el negocio de alquiler temporario, y menos inquilinos con posibilidad de alquilarlos o comprarlos. Se trata de un claro caso de corrupción, ya que resulta imposible aceptar que fue la suerte de los Eskenazi la que posibilitó la compra a 1300U$S el metro cuadrado en Núñez.
Mientras estos súper millonarios continúan haciendo negocios con sus moles y cementos, en nuestra ciudad continúa creciendo la pobreza y la indigencia. Según el diario Clarín del 23/09, en un año la indigencia subió del 7,5% al 10,2% (315 mil personas) llevando la pobreza al 27% (830 mil personas), una cifra récord salvo durante la pandemia. Por su parte el 39,6% de niñas, niños y adolescentes de 0 a 18 años residen en hogares en condiciones de pobreza (271.500 personas). Así es que un tercio de los pobres son menores de 17 años. Destaca también que en los hogares encabezados por mujeres, la incidencia de la pobreza es mayor frente a los que tienen como jefe a un varón. Concluye el informe que en el último año la clase media descendió del 50,8 al 45,1%. Números y porcentajes aparte, cientos de miles de las familias con la que convivimos a diario se debaten en la pobreza.
Se trata entonces de imaginar otro modelo de ciudad más igualitaria entre los distintos estratos sociales, mejorando el respeto y la sensibilidad de los ciudadanos entre sí, y todas y todos hacia el espacio público común. En lugar de expulsar a pobres y a minorías hay que integrarlos con programas económicos y culturales específicos fomentando el contacto y la comunicación convivencial, en una ciudad que privilegie el cuidado común del medio ambiente.
La sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini fue el escenario de la charla «Los desafíos del presente y futuro de las cooperativas», que contó con la presencia, como oradores, de Zaida Chmaruk (vocal del directorio del Inaes); Ernesto Giacomini (coordinador de MARCA, de la Dirección de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura de la Nación); y Natalia Stoppani (integrante de la dirección del CCC); en tanto que la moderación estuvo a cargo de Juan Carlos Junio, presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. La jornada también contó con la participación de Verónica San Martín y Patricia Arpe, del departamento de Consultoría y Proyectos del IMFC, respectivamente; Alfredo Saavedra, secretario del consejo de administración del IMFC; Valeria Mutuberría, del departamento de Entidades Sociales del Banco Credicoop; y Luis Pablo Giniger, integrante de la dirección del CCC. Entre los presentes estuvieron representantes de cooperativas culturales, de videojuegos, gastronómicas, de comunicación e integrantes del colectivo Mujeres con megáfono. Junio fue el encargado de abrir el encuentro: «Estamos convencidos de que el cooperativismo se va valorizando cada vez más como una alternativa, asociativa, productiva, un modo de integrarse y relacionarse en el trabajo con una perspectiva que llamamos solidaria», dijo el también director del CCC. «Hay un crecimiento fuerte en el mundo entero del reconocimiento a la función de las cooperativas». Por su parte, Chmaruk señaló: «El capitalismo tiene una crisis de reproducción de su capital, una crisis de acumulación y, principalmente, una crisis de paradigma que después de la pandemia se agudizó. En ese mundo hay más de 3 millones de cooperativas y mutuales que tienen asociadas al 12% de la población mundial. Es decir, más de 1.000 millones de personas optan, elijen y hacen una parte de su vida de manera asociativa». Luego, la funcionaria del Inaes resaltó que: «El 10% del trabajo registrado del mundo es trabajo generado por formas asociativas. Es decir, que hay más de 280 millones de personas que tienen su sustento de vida a través de entidades asociativas, principalmente las cooperativas. Las 300 cooperativas más grandes del mundo –continuó– representan un capital de 2,8 billones de dólares. Y dentro de estas 300 cooperativas más grandes del mundo, tres son argentinas, dos vinculadas con el agro, como ACA y AFA; y la otra es el Banco Credicoop».
Momentos difíciles Llegado su turno, Giacomini señaló: «Hasta la creación de Marca, en el Ministerio de Cultura no existía un programa que atienda a las cooperativas, que se preocupe por su formalización, que se preocupe por expandir el cooperativismo en el sector cultural, y que incluso amplíe los sectores culturales». «En Marca –contó luego Giacomini– logramos tener un objeto propio para el sector cultural para que se cooperativice. Gracias a este convenio hoy son más de 1.000 cooperativas de las industrias culturales en el país, en solo un año y medio».
«Hay que resaltar el encuentro que estamos teniendo, porque asistimos a momentos sociales y económicos muy difíciles –reflexionó Stoppani al comenzar su intervención–, y estamos atravesando todavía, creo yo, el momento pospandémico. Que este encuentro sea en una institución como el IMFC, que sabe albergar a entidades que se definen por lo colectivo, me parece que es bastante celebratorio». Y luego continuó: «Nuestras entidades, desde su práctica y desde su concepción, tienen una vocación contrahegemónica y promueven prácticas verdaderamente alternativas al statu quo. Nuestra concepción de economía social y solidaria es aquella que pone en el centro las necesidades de las personas, algo que al capital no le interesa», resaltó. «Nuestra concepción parte del cooperativismo transformador, es decir, que nosotros no consideramos que las cooperativas son una rueda de auxilio al sistema capitalista, sino que tenemos una propuesta de vida totalmente diferente –dijo Stoppani–, y es imprescindible pensar en el proyecto político que sea capaz de albergarlos como entidad». Y ya para finalizar señaló: «La decisión de ser cooperativistas es una decisión política que tiene como eje la integralidad de la vida de las personas, acompañado por la convicción de ser con otros, de vivir con otras, de creer en la vida colectiva como forma de realización y emancipación».