Discurso de Juan Carlos Junio en la histórica sesión en la que se aprobó la ley de Soberanía Hidrocarburífera.

Referencia: R° 6 / 5ta. Sesión Ordinaria (Especial)
Fecha: 02/05/2012
Tema: Expropiación de la tenencia accionaria de Repsol YPF Sociedad Anónima”  (OD N° 288)

“Gracias, Señor Presidente:

La historia reciente demostró que en la gestión de los servicios públicos estratégicos, tanto en la explotación de las riquezas naturales como en la prestación de servicios, el sector privado tiene una contradicción insalvable: sus planes de negocio son absolutamente opuestos con los objetivos sociales y políticos de un servicio para la comunidad y los intereses de una Nación porque, tanto las empresas multinacionales como las locales persiguen la maximización de ganancias.

Obviamente hablamos de grandes corporaciones, ya que las PYMES no tienen el volumen suficiente para abordar estos emprendimientos mayúsculos.

Consecuentemente con este rasgo inevitable, la corporación multinacional Repsol tuvo una estrategia de reducción de la producción y las reservas. Es clarísimo que la producción se realizó a costa de las reservas descubiertas antes de que Repsol compre la mayoría; es decir aquellos reservorios que fueran hallados por la YPF del Estado Argentino.

Señor Presidente, les pido a mis pares que razonemos juntos: Si se pierden reservas, una empresa petrolera se descapitaliza, en consecuencia marcharía hacia el abismo.

Por eso cabe preguntarse, como empresa, Repsol, ¿estaba errando el rumbo?

¡No! No fue un error. Su conducta fue el seguimiento de un plan deliberado y estratégico, que consistía en la extracción de las reservas existentes, el aprovechamiento del gran precio internacional y, posteriormente, el retiro de las utilidades, las que extraídas desde las entrañas de nuestro suelo con el esfuerzo de nuestros trabajadores, eran llevadas a su matriz ultramarina para expandirse en otros lugares.

O sea, el más clásico saqueo del coloniaje. Aplicaron una línea muy parecida a la del imperio durante el Virreinato en relación a los minerales: extractivismo colonial y remisión a la metrópolis. En la colonia, fue el oro de Zacatecos y la plata del Cerro Potosí, y ahora es el Oro Negro del Petróleo.

Por eso hoy con esta gran decisión política, estamos generando un trascendente acto de reparación, que rompe definitivamente uno de los nudos gordianos del dogma neoliberal y del rol del poder neoliberal. Se comprende entonces la razón que motiva a los neoliberales derechistas a oponerse frontalmente a la decisión de expropiación.

Mediante este acto de soberanía estamos restituyendo un patrimonio económico decisivo para el futuro de nuestro pueblo, y recuperando un símbolo esencial, identitario de los argentinos. Cobra sentido nuevamente el símbolo de YPF como expresión colectiva de nuestra nacionalidad.

A esta altura, es justo agregar que el comportamiento de la empresa Repsol, no es sólo un afán exclusivo de los españoles y sus socios, como actitudes circunstanciales de otras nacionalidades. Aquí también hay que incluir a los socios locales de la empresa.

Con el mismo sentido actúan los grandes oligopolios del agro negocio, de la minería, de los grandes exportadores de nuestros granos, de las corporaciones que controlan la producción de alimentos y de los monopolios comerciales que controlan lo sustancial del abastecimiento para el consumo de nuestro pueblo.

Es imposible no asociar a este planteo que involucra a los oligopolios, el hecho de que son esos mismos grupos concentrados los formadores de precios, que confiscan a los trabajadores los ingresos que logran en paritarias o mediante los planes sociales que aporta el Estado. Son esos mismos grupos los verdaderos fabricantes de la inflación.

Por eso creo que la trascendente decisión que hoy tomará este parlamento, nos fortalece para ir por más transformaciones.

Desde su inicio, la batalla por el petróleo fue una lucha entre los defensores de la explotación estatal y los partidarios de las compañías extranjeras. Antes y después de Mosconi. Ese fue desde hace un siglo el principal dilema político que se dirime en esta batalla.

Silenzi de Stagni en su prólogo al libro de Raúl Larra, “Mosconi general del petróleo”, escribe que la discrepancia o escaramuza inicial sucedió cuando se enviaron desde Comodoro Rivadavia las primeras muestras de petróleo para su análisis a dos laboratorios Uno era de la Compañía Nacional de Aceites de Campana, subsidiaria de la Standard Oil, y el otro era el Laboratorio  Químico del Ministerio de Agricultura de la Nación.

Mientras el primero, ligado a capitales extranjeros, dijo que se trataba “de un asfalto de calidad inferior, no sirviendo de combustible y que la explotación de esa materia prima por medio de la destilación y comercialización no será provechosa”. El laboratorio estatal expresaba que era “un excelente combustible  mineral, tanto por su valor calórico como por la ausencia de sustancias nocivas”.

Está claro entonces, Señor Presidente, que, desde el inicio de esta crucial batalla los oligopolios mintieron como lo hacen siempre.

La mentira y su falta de moral, están insalvablemente ligadas a su objeto social: la maximización de las ganancias. Su único Dios es el lucro.

Como decíamos al inicio, la contradicción es insalvable y este ejemplo es contundente. YPF nació en lucha contra los monopolios; en esa lucha, tuvo un extraordinario desarrollo, transformándose en la empresa más grande y útil de la Nación.

Otro mojón interesante para tener en cuenta en nuestro debate es el conocido históricamente como el tema de “la WICO”.

“La WICO, empresa norteamericana, filial de la Standard Oil, única expendedora en el país de nafta de aviación, se negó a suministrarla si el servicio aeronáutico del Ejército Argentino no le pagaba el combustible por adelantado”
Años después, nos cuenta el mismo Mosconi en sus memorias:

“Allí, ese mismo día, en el mismo escritorio del gerente de aquella compañía, me propuse, juramentándome conmigo mismo, cooperar por todos los medios legales para romper los trusts”.
Es que en ese instante, Mosconi comprendió la situación de peligro e inferioridad del país. Nuestra producción dependía de producción económica de una empresa extranjera, que ejercía un poder autónomo del propio Estado Nacional.
Por eso, en esa crucial circunstancia tomó un compromiso que marcó su vida y la de nuestra patria. Esta actitud le hace decir a Larra que: “Allí Mosconi ve la Patria inerme, desvalida y a merced de los mercaderes.”

Desde ese impulso nacerá YPF. Desde la pulsión del que se niega a la sumisión ante los poderosos y se afirma en la idea de la soberanía nacional.

Ciertamente, en los 90 sufrimos una gran derrota: la empresa fue privatizada a favor de un nuevo y advenedizo grupo privado que obviamente saqueó nuestra riqueza petrolera.

Hoy, este Parlamento reparará ese grave daño, y decidirá su retorno a la órbita de la Nación. Sin embargo no podemos desconocer que habrá que enfrentar un bloque de poder económico, político, mediático y cultural de los grandes capitales locales y extranjeros, ni que ese bloque recibirá el aliento de un mundo capitalista en crisis y que por lo tanto irá adquiriendo ribetes impensados, cada vez más agresivos en su afán por mantener y acrecentar sus riquezas y privilegios.

Una vez más, la Nación recupera su acervo y patrimonio. Lo hace confrontando con los grandes poderes mundiales y locales, pero como nos legó José de San Martín: “para los hombres y mujeres de coraje se han hecho las empresas”.

La Academia de Historia admitirá mi licencia de adaptar la famosa frase Sanmartiniana, incorporando a las mujeres, ya que en esta circunstancia histórica, la valentía le corresponde principalmente a una mujer: la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Para ir terminando, señor Presidente, quisiera hacer una observación desde los ojos de la historia. De la historia con esperanza, aquella que mira el pasado desde los compromisos y dilemas del presente y tiene al futuro como perspectiva y sueños a realizar.

En esta búsqueda, sigo al gran Cervantes: “la historia es madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir…”

Y así como en la historia de los pueblos existen fracturas, también hay continuidades y consecuentemente herencias culturales.

Hoy, este hecho se ve reflejado entre nosotros, ya que por un lado y a través de diversas expresiones políticas partidarias, con los más variados matices, una gran mayoría de representantes del pueblo en sintonía con su historia le dice sí a YPF. Y por otro lado una minoría adoptará posiciones opuestas, expresando la visión política de derecha.  Algunos votarán en contra, otros se retirarán, pero ambos expresan una posición tendiente a construir un nuevo polo conservador tras la candidatura de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación.

Se genera así una interesante y novedosa divisoria de aguas, propia de los momentos cruciales de la historia.

Hoy votan a favor de esta doctrina nacional, los continuadores de Yrigoyen, que crearon YPF bajo la dirección emblemática de aquel General del petróleo que fue Enrique Mosconi.

Votamos los herederos de quienes al final de la década del ’20 formaron distintas organizaciones para defender el petróleo Argentino. Una de ellas fue la Alianza Continental, donde militaban el Gral. Alonso Baldrich, Arturo Orzábal Quintana, Moisés Lebenshon, Diego Luis Molinari y Arturo Orgaz; mientras que otros argentinos como José Ingenieros, Alfredo Palacios, Gabriel Del Mazo y Julio V. González crearon la Unión Latinoamericana, y otros  hicieron lo propio con la Liga Antiimperialista Argentina.

Y hoy aquí también votan por lo nacional, quienes se sienten orgullosos herederos del 40 de la Constitución Nacional de 1949, cuando afirmaba que: “Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación…”.

Y también hoy impulsamos lo nacional que crece, quienes rescatamos la figura de aquel miembro informante que fue Arturo Sampay, cuando expresaba: “No puedo menos que recordar con emoción a aquel gobernante argentino, Hipólito Yrigoyen, que pocos meses antes de su derrocamiento decía `que el subsuelo mineral de la República no puede ni debe ser objeto de otras explotaciones que las de la Nación misma` y cuya deposición, que impidió nacionalizar la ley que nacionalizaba el petróleo, fue festejada `por los ricos terratenientes`-según acota Waldo Frank, testigo del 6 de septiembre- sacando de sus bodegas el champagne de las mejores vendimias para acompañar el menú de los petroleros americanos”.

Señor Presidente, hoy esta continuidad histórica contribuye en parte, a sanear las fracturas hechas por los golpes con olor a petróleo o las del vendaval noventista impuesto por el “Consenso de Washington”.

De esta manera se comprueba una vez más que “La historia no es una suma de hechos aislados sino un conjunto de procesos sociales”

Por eso hoy festejamos que llegaron nuevos tiempos. Y arribaron rescatando las  mejores tradiciones y continuidades nacionales y populares de nuestra historia que, en definitiva, son  el sostén de nuestro viaje emancipador.

¡Claro! No somos ingenuos. Sabemos que el trayecto entre este hoy y el mañana es un largo y difícil camino, pero hoy damos otro paso para poder festejar el futuro. Porque como dijo alguien éticamente intachable: “Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”.

Y en ese camino es que alertamos sobre las más diversas y perversas técnicas que utilizan los enemigos de los intereses de la Patria, los que se declaman liberales pero cuando les interesa se disfrazan de estatistas.

Estas conductas las realizan sobre la base de un andamiaje apoyado en las multinacionales ligadas a sus voceras corporaciones mediáticas.

Y por supuesto que no lo hacen sólo en Argentina. También América padece esa cultura invasora. Con ello persiguen tirar abajo las conquistas y avances sociales que han logrado nuestros pueblos de la mano de gobiernos nacionales y populares.

Sobre esa falsa defensa de ideas liberales esconden agazapados su peor designio: Esmerilar la fortaleza de los Estados para que una vez inermes éstos se  arrodillen ante las corporaciones.

Recordemos aquel apotegma propagandístico del neoliberalismo de Neustadt: “Achicar el Estado es agrandar la Nación”.

Es que a esa cultura, en definitiva lo que le perturba es la disputa de la renta, ya sea material o simbólica. Por eso están siempre en contra del fortalecimiento del Estado.

Y por supuesto que no hablamos de un estado ineficiente.

Nuestra experiencia nos ha enseñado que es fundamental que la democracia tenga PODER, es decir capacidad para actuar de manera efectiva frente a los problemas sociales a fin de expandir ciudadanía.

Para enfrentar el déficit de nuestras democracias hace falta poder democrático y éste se constituye en la estabilidad y con un Estado que garantice democratizar a las instituciones y a la sociedad.

En América latina, las grandes mayorías populares y sus gobiernos están construyendo un nuevo futuro, a partir del reconocimiento de las derrotas pasadas sobre la Gran Patria Americana.

Por eso, señor Presidente a quienes minoritariamente no piensan acompañar con su voto la expropiación del 51% de YPF, les hablamos con las palabras de Mosconi: “Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”.

Y antes de terminar, señor Presidente, quiero rendir homenaje al Presidente Kirchner, ya en el 2003 enfrentó a los grandes bonetes de la Cámara de Comercio y a la Confederación Española de Empresas. El choque fue tan fuerte que su Presidente, José Cuevas, se vio obligado a decir el ya famoso: “Usted nos ha puesto a parir”.

Y por supuesto que es mi deseo también expresar que, con esta gran decisión, rendimos nuestro homenaje al General Enrique Mosconi, un auténtico General Sanmartiniano, a poco de que se cumplan 90 años de la fundación de YPF, durante el gobierno del Presidente Hipólito Yrigoyen.

Por estos motivos, Señor Presidente es que adelanto mi voto afirmativo al proyecto de ley en tratamiento; muchas gracias.

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