Entre las plagas y la crisis económica, los aspirantes a ser los “vivos de siempre”

Minuto Uno | Opinión Por Juan Carlos

m1Faltando dos semanas para cerrar la reestructuración de la deuda externa, el Gobierno debe enfrentar duros desafíos en el ámbito nacional e internacional: el coronavirus, la crisis del petróleo, la recesión y ahora el conflicto local con un sector de los grandes productores de soja.

Todos los días llegan noticias de la evolución de la cantidad de damnificados por el coronavirus y el despliegue de crecientes y más severas medidas preventivas. El virus llegó a la Argentina con su impacto en la salud de la población, pero habrá también un impacto económico. China ha parado parte de su producción para combatir el virus, generando así una disminución en el comercio internacional. La correspondiente baja de precios en los commodities ya se está haciendo sentir, por ejemplo, en la soja y el trigo. Pero, sin duda, el mayor golpe lo sufrió el petróleo con una caída de más del 20% en el precio del barril, en el marco de una disputa de hegemonía entre los principales países productores.

Es apresurado pensar que una caída del precio nos beneficiaría como consumidores. Eso es difícil que ocurra. El petróleo es un bien estratégico, y sería lícito proteger las inversiones de shocks pasajeros en los precios. La mirada de mediano y largo plazo daría la razón a este proceder. No sería inteligente dejar que se paralice el sector pues, si en el futuro hay que importar, el crudo habrá que pagarlo con dólares que no tenemos. Por lo pronto, el Ministerio de Desarrollo Productivo dispuso la aplicación de licencias no automáticas para frenar la importación de petróleo, defendiendo la producción local.

De mantenerse estos precios, las ocho provincias productoras de petróleo enfrentarían una reducción de recursos, debilitando el empleo y las arcas fiscales.

El cimbronazo en las bolsas no solo genera una caída de las acciones de las corporaciones, sino que también desencadenó una serie de devaluaciones de las monedas de países que son nuestros socios comerciales como Brasil. Ello vuelve más empinada la posibilidad de vender nuestras exportaciones. A los efectos negativos en cantidades de productos exportadores y bajos precios, ahora se sumaría una desventaja por el tipo de cambio contra esas monedas. El valor del dólar está siendo sostenido por el gobierno con restricciones cambiarias y la intervención del Banco Central. Esta política ha sido muy positiva, ya que ha favorecido la estabilidad de la economía y la baja de la inflación.

En este delicado contexto en el marco de la negociación por la reestructración de la deuda externa -para lo cual es vital exhibir nuestra futura capacidad de pago compatible con crecimiento económico- un sector de los grandes productores agropecuarios desató un lockout, es decir un paro patronal.

Se trata de un sector minoritario, apenas el 26% de los productores sojeros que obstaculiza la llegada de alimentos por el normal abastecimiento. Todo indica que a este núcleo de grandes propietarios; la mayoría de ellos con patrimonios multimillonarios, sólo les importa sostener e incluso potenciar su tasa de ganancia.

Además resulta imprescindible recordar que cuando el gobierno de Macri les impuso retenciones por la exigencia del FMI, lo aceptaron pasivamente. Sin embargo ahora no toleran que suban 3% sólo a la soja para grandes productores, y particularmente cuando tiene como rasgo esencial redistribuirlo al resto del sector, en especial pequeños productores y economías regionales.

No debemos olvidar que ese sector de grandes productores y exportadores se beneficiaron con las sucesivas devoluciones macristas que acumularon un 500% en cuatro años. La situación en materia de alimentos es ya de por sí delicada, justamente porque este rubro es el que aún no cede en su ritmo inflacionario, aunque el motivo principal de este problema es la conducta abusiva de los oligopolios que forman los precios. Esos que el Presidente en varias oportunidades señaló como “los vivos que medran de los bobos”; que vienen a ser los ciudadanos del país.

Para la ciudadanía, la gran diferencia es política. Ahora hay un gobierno que favorece a las mayorías postergando a las minorías de los que quieren perpetrarse como los “vivos de siempre”.

Nota publicada en Minuto Uno el 12/03/2020

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