Llao Llao: La derecha ovacionada

Página/12 | Opinión

pagina1El Hotel Llao Llao, con sus soberbias 5 estrellas, congregó al “gran empresariado”. Un eufemismo para eludir el señalamiento de que se trata de los dueños de las principales ramas de la industria, el comercio, los servicios, los medios de comunicación. En definitiva, con un poco menos de elegancia, se podría volver a aquello de que estos son “los dueños del país”, aunque suene un tanto setentista.

Este grupo del poder real trasciende a los gobiernos democráticos, y conforma el podio de los triunfadores, ya que siempre ganan: con recesiones, con pandemias y con reactivaciones; y una fracción importante, con devaluaciones.

Son representados políticamente por el Foro de Convergencia Empresaria, AEA, Cámara Argentina de Comercio, COPAL, AMCHAM y UIA. Todos ellos se pronunciaron contra el aporte solidario a las grandes fortunas, impulsado por los diputados Máximo Kirchner y Carlos Heller. Son partidarios de la ortodoxia neoliberal. Son crónicas sus protestas a “la presión impositiva” mientras practican el viejo oficio de evadir, subfacturar, contrabandear, exportar y no liquidar, ampararse en la justicia, operar sobre el dólar ilegal, etc. En términos políticos siempre apoyan las propuestas de la derecha y de la ultraderecha.

Lo hacen desde sus más profundas convicciones ideológicas, superando intereses económicos circunstanciales, ya que muchos de ellos perdieron plata con el macrismo y ganan con los gobiernos “populistas” como el actual, sin embargo, actúan decididamente en esos espacios, inclusive financiándolos. Habría que agregar que mientras estos señores observan por los grandes ventanales del hotel el maravilloso entorno de nuestra naturaleza, sus ejecutivos practican otro de sus divertimentos preferidos: fabricar los aumentos de los precios. Tienen claro que reúnen dos condiciones básicas: el poder para hacerlo, ya que dominan ramas enteras de la producción y/o distribución en sus respectivos rubros; y a su vez, son los beneficiarios de las remarcaciones de los precios. Concurren con cara de “yo no fui” a las reuniones para “consensuar acuerdos” mientras los incumplen, violan lo pactado con el Gobierno y niegan cualquier variante de aumento de emergencia para morigerar el deterioro de los ingresos de los trabajadores. El paisaje bucólico, también contribuyó a olvidar que en la pandemia recibieron del Estado decenas de miles de millones de pesos para pagar salarios. Redondeando: esos señores sentados en sus mullidos sillones, son los verdaderos responsables de los grandes problemas del país y de las penurias de asalariados y clases medias.

Luego de que Patricia Bullrich fuera ovacionada cuando reiteró “bajaré los impuestos” y “hay que desbaratar el Estado” pasó Javier Milei quien recogió apoyos a pesar de su facistoidismo. Luego se sumó H.R Larreta quien un año atrás en este mismo foro se despachó con un discurso radicalizado: “haremos todos los ajustes y reformas no en 100 días, sino en 100 horas; y no en cuatro años, sino en cuatro días”. Ahora, ya candidato presidencial, reafirmó sus dichos aunque se diferenció de Patricia Bullrich, a quien acusó de proferir “bravuconadas inconducentes”.

Reiteró la línea del año anterior: el “cambio tiene que ser profundo”. Desregulación de la economía, o sea libertad para que los empresarios actúen discrecionalmente, sin que el Estado los “perturbe” con controles y regulaciones. Insistió con su mentada reforma laboral, o sea, vuelta al thatcherismo aplicado por Menem, que cambia desde las formas de contratación del trabajo, rompiendo la estabilidad de trabajadores; hasta flexibilizar horarios y vacaciones llegando hasta la restricción del derecho de huelga.

Siguiendo la línea de Mauricio, su mentor, achicará el Estado, ergo: se privatizarán o cerrarán empresas públicas y se allanará a las presiones de ancestral partido devaluador.

Una vez más, aunque ahora con un cacho de literatura, dijo que la “madre de las batallas” es “bajar el gasto público”. No dijo a quién afectaría, pero no hace falta mucha imaginación: médicas/os, enfermeras/os, equipamiento hospitalario, maestras y profesores, infraestructura escolar y universitaria, salarios docentes, cultura, ciencia y tecnología; frenazo a la obra pública y a las ayudas a los sectores más humildes agredidos por la pérdida de ingresos.

Como debía competir con Milei sobre el Banco Central, quien fiel a su estilo neogoebbeliano afirmó que “dinamitarlo no es una metáfora”; Horacio fue más recatado: “hay que reconstruir la independencia del BCRA, para ordenar la política monetaria”. Todo indica que en este tema nodal, las diferencias de estilo son notorias, pero es muy dudoso que tengan una discrepancia en la sustancia.

Redondeó su discurso con una idea pseudo autocrítica: “no impondremos el cambio a las trompadas, a los gritos… ya lo probamos y no funcionó”.

El candidato de la derecha le dice a los popes del establishment que el fracaso de la gestión 2015-2019 que terminó en una gran derrota, fue por las formas desprolijas.

Esa muchachada de súper millonarios no se lo creyeron, pero igual quedaron conformes.

Nadie puede pensar que la pérdida del 19% en los salarios durante el macrismo fue por desprolijidad. Las jubilaciones perdieron un 20%, ¿también habrá sido por una cuestión de formas? Durante los gobiernos de Cristina, las tarifas estuvieron casi congeladas, ellos las subieron un 2500%, récord mundial. Quizás el patético ministro de la Shell, el Juanjo Aranguren, lo hizo por descuido. Como tenían que bajar el gasto, a varios Ministerios los redujeron a Secretarías y le sacaron presupuesto: Cultura, Ciencia y Tecnología, Trabajo, Salud y otros. ¿Habrá sido porque querían imponerlo a las trompadas? ¿Dirá también que la invasión de edificios monstruosos y la fenomenal pérdida de verde, luz y cielo en nuestra ciudad se debe a excesos verbales?

En realidad el candidato se hace el chancho rengo. Sus coincidencias de fondo con Mauricio, Patricia, María Eugenia y el PRO, intenta velarlas con supuestos errores de estilo. Pero ya sabemos que a la pobre mona, por más que la vistan de seda, mona queda.

Nota publicada en Página/12 el 26/04/2023

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