Una derecha que se “revoluciona”
Página/12 | Opinión
“La educación es sagrada”, pontificó el precandidato Larreta. Tal afirmación inocultablemente propagandística solo es posible si se considera que la realidad y sus palpables evidencias pueden ser reemplazadas por otras falsas e ilusorias que construyen los grandes medios, socios y beneficiarios del gobierno porteño. La educación siempre es uno de los temas obligados de la agenda de las campañas electorales. En nuestro país, la educación pública ocupa un lugar relevante que se fue construyendo y afirmando en la conciencia ciudadana y en la institucionalidad, por las políticas que le dieron origen e impulso a la educación estatal desde la Ley 1420 (1884) de enseñanza común, gratuita y obligatoria. Tanto la escuela primaria, secundaria, como la universidad pública han aquilatado un notable aprecio y reconocimiento de la sociedad, que cruza las diversas tradiciones culturales y políticas. El compromiso de maestras y profesores con lo público, y su consecuente dedicación a la enseñanza, ha sido determinante para sedimentar esta valoración.
Todo indica que asistimos a una suerte de viraje táctico en relación a la importancia que le asigna la derecha al tema de la educación en la campaña, ya que siempre es renuente a colocarlo en su agenda porque quedarían expuestas sus políticas privatistas y de ajuste en los distritos que gobiernan. Ahora, todas y todos se lanzaron al ataque contra la educación pública, tanto en términos ideológicos como instrumentales, particularmente contra la docencia. Bullrich, ya en su rol asumido de vocera de la ultraderecha, despotricó contra la universidad pública, “invadida por estudiantes extranjeros”. Es evidente que no le importa mentir abiertamente a la ciudadanía en general y a su propio electorado. Aplica un discurso primitivo y de un clasismo antipopular extremo, heredero de aquel “aluvión zoológico” pronunciado por el diputado radical Sammartino en 1947 para descalificar al pueblo trabajador que abrazaba al peronismo.
Por su parte, Larreta se presenta en el rol de moderado y propositivo acompañado obligatoriamente por su candidato a vicepresidente Morales, quien está protagonizando una salvaje represión en Jujuy al pueblo originario y a la docencia. La dupla presidencial, que algunos bienpensantes caracterizan benévolamente como de centro derecha democrática, tiene grandes dificultades para sostener esa mascarada. Justamente la foto de todos juntos contra la pueblada jujeña, justificando la represión al “desorden del pueblo”, que protesta frente el oprobioso remedo de reforma constitucional, terminó de desnudarlos ante la opinión pública. Sin embargo, Larreta presentó con una enorme sonrisa su paradójica “revolución educativa”, cuyo eje es declarar a la educación como “servicio esencial”, con el deliberado propósito de impedir el derecho de huelga de los docentes. Para sustentar este objetivo, aclaró que lo hará “sin aceptar el derecho a parar ya que es inconstitucional”, lo cual implica un clarísimo contrasentido.
El candidato Larreta concluyó sus propuestas “revolucionarias” con otro proyecto espectacular: “la segunda reforma universitaria”. Luego de argumentar contra la universidad pública y sus “ineficiencias”, confesó la esencia de su idea refundacional: “haremos coincidir la oferta de carreras con la necesidades productivas”. O sea subordinar la universidad a las necesidades del empresariado. Así resulta que la mentada segunda reforma, no sería otra cosa que el entierro de la verdadera de 1918. Este engendro no podrá prosperar nunca ya que generaría una fuerte reacción de la comunidad universitaria.
La temeraria iniciativa demuestra nuevamente que esta derecha conservadora no solo es pre sarmientina, pre izquierda, pre peronista, sino también pre reforma universitaria. ¡No le falta ningún elemento regresivo! Si repasamos los hechos incontrastables de sus políticas en nuestra ciudad en materia educativa, veremos que lo que se está haciendo en realidad es una contrarrevolución con el fin de destruir la educación y la universidad pública y reemplazarla por un sistema privado mercantilista, que se compadece con su ideología pro mercado. Para ese plan, la educación es un negocio que debe ser explotado como tal, que a su vez opera como transmisor de las ideas de las corporaciones capitalistas.
Contrastemos discursos con realidades: la CABA es la jurisdicción que menos invierte en educación: pasó del 27,5 por ciento del presupuesto al 16,7 por ciento durante las gestiones de Macri y Larreta. No solo es la más baja comparada con las otras provincias, sino que ostenta otro récord: es el presupuesto más chico de la historia de nuestra ciudad. Siguiendo con el medallero: todos los años quedan fuera del sistema de 20 mil a 60 mil niñas/os porque “se agotan las vacantes”. En el 2022 el ciclo comenzó con 56.800 estudiantes sin poder ingresar. El núcleo más crítico es el infantil: sobre 41.600 solicitudes se asignaron 19.400, es decir que el 54,5 por ciento, quedaron fuera de los jardines públicos. Las deficiencias de la infraestructura escolar ya son un clásico, incluso este año se registra otra metodología crónica en los modelos de ajuste: la subejecución presupuestaria: de los $8700 millones planeados para este ítem, en el primer trimestre se ejecutaron $915 millones. Justamente se trata de la época del año en que deben hacerse las obras y mantenimientos edilicios. También en este punto se “logró” el récord de la peor subejecución desde la llegada del PRO hace 16 años.
En términos ideológicos y operativos resulta obligado marcar el ataque de la Ministra Acuña a las cooperadoras escolares. En un reciente video la funcionaria alecciona a un núcleo de personas sobre los modos de saltear a las cooperadoras y “respaldar a los directivos de aquellas escuelas donde las familias son fuertes y tienen un perfil ideológico determinado”. La Ministra sigue desplegando sus acciones de persecución ideológica, discriminando cualquier pensamiento distinto y rechazando toda forma de participación de la comunidad en la institucionalidad pública.
“Las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución” (Manifiesto Liminiar. Reforma universitaria – 2 de junio 1918).
Nota publicada en Página/12 el 12/07/2023