Aún sentimos la conmoción y el dolor por la partida de Hebe de Bonafini, quien fue y será siempre ejemplo de la resistencia del pueblo frente a la peor dictadura cívico militar de nuestra historia. Uniéndose con las otras Madres, Hebe plantó bandera inspirada en su natural sentido de rebeldía, en amalgama con lo mejor de las tradiciones políticas, sociales y culturales de nuestra Patria, transformando el amor y el infinito dolor por sus hijos desaparecidos en una gran causa colectiva. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo sostuvieron la lucha por Memoria, Verdad y Justicia y fueron incorporando otros idearios políticos: justicia social, reivindicando a los humildes, los trabajadores y a quienes luchan por un cambio social y una vida digna. No cesaron nunca en la batalla política y en la prédica simbólica y cultural por los derechos humanos. Este precepto era atacado y distorsionado ante la sociedad. Ellas lo restituyeron hasta que se fue transformando en un sentimiento y una perspectiva ideológica mayoritaria. La rebeldía de Hebe y las Madres posibilitó no sólo resistir en el momento más oscuro del terror de la dictadura sanguinaria, sino que también permitió horadar hasta fisurar y quebrar el muro del miedo que levantaron los dictadores y sus inspiradores y cómplices civiles. Relata Hebe en una publicación del periódico del cooperativismo Acción (25 años, 1991) un hecho que exhibe las convicciones y la valentía de esas Madres en los inicios de su lucha: “Fuimos 30 Madres a las 11 de la mañana a gritarle al embajador T. Todman. Digo gritarles porque todavía no usábamos los pañuelos. Llamábamos la atención gritando. La seguridad y la policía dijeron que Videla nos recibiría si nos retirábamos. Discutimos entre nosotras y la mayoría decidimos quedarnos. El que dirigía del Ejército se acercó y gritó ¡apunten! De inmediato nosotras respondimos ¡fuego! Todos los periodistas se acercaron. Ese fue el primer hecho que se publicitó”.
Hebe contribuyó a unir la cuestión social y política, a la lucha por los derechos humanos pensando siempre en “los sueños e ideales de nuestros hijos”. En 1997, durante la conmemoración de los 20 años del golpe en un acto en Ferro reiteró su convocatoria a la juventud: “¡Ustedes deben ser rebeldes pibes, deben ser revolucionarios!”. Otro elemento ideológico determinante y siempre vigente del ideario de Hebe fue la confianza en el pueblo y sus luchas, en las calles, plazas y rutas. Convocaba “a no esperar milagros, todo está en nuestras fuerzas”. Esta conducta esperanzadora y sustentada en el protagonismo del pueblo, siempre fue acompañada con su ejemplo personal y el colectivo de Madres y Abuelas, agregando así otro elemento valioso al enaltecimiento de la lucha política: el coraje como fermento de las ideas. En aquel luctuoso día de represión en la Plaza, el 21 de diciembre del 2001, fui testigo de la generosidad y valentía de las Madres: ellas enfrentando cara a cara a los caballos que la policía de la “democracia de De la Rúa” les tiraban encima. Allí estaban una vez más las Madres en su Plaza defendiendo a su pueblo que estaba siendo masacrado.
Ante la partida de Hebe, la derecha cerril, entre ellos Horacio Rodríguez Larreta, no trepidó en utilizar el acontecimiento para medrar políticamente. El jefe de la derecha porteña no pudo llamarse a un respetuoso silencio ante el hecho de la muerte, decidió transitar una vez más por el camino del oportunismo y el cálculo electoral. El alcalde intentó abrirse paso con una obviedad argumental: “No puedo dejar de expresar mis profundas diferencias ideológicas y de valores”. Luego “sintió” que esas diferencias debía expresarlas, y coronó su alegato “obligado” construyendo una imagen falsificada de Hebe como violenta y corrupta; y, sobre esa base invalidar y descalificar su trayectoria. El viejo truco de transformar a la víctima en victimaria, de forma tal que: Hebe, las Madres, sus hijos y nietos desaparecidos, pasan a ser culpables.
Sus “diferencias profundas” intentan presentarse como un gran axioma, cuando en realidad, es una vulgar perogrullada en la búsqueda del aprovechamiento político, incluyendo la circunstancia de la muerte de una mujer reconocida universalmente. Esta ausencia de todo límite moral constituye un hecho deshonroso. En el fondo la derecha niega a Hebe y a las Madres no solo por su portentoso valor simbólico, sino por su ideario, ya que ellos representan su antítesis ideológica. Su paso como jefe de gobierno porteño deja un deterioro notable en educación, salud y medio ambiente, producto de una lógica de administración gubernamental cruel, que prioriza los negocios privados. Una gestión que hace oídos sordos a la voz ciudadana en las audiencias públicas, que llevó los índices de pobreza del pueblo porteño a un 25 por ciento y niveles de mortalidad infantil inadmisibles para una urbe con un presupuesto per cápita de los más altos de Latinoamérica. Un gobierno que descalifica a docentes, estudiantes, médicos y enfermeras cuando se organizan para reclamar por sus derechos. Otro ejemplo de arbitrariedad y negación de la participación ciudadana es el de la ley de cooperadoras escolares recientemente sancionada, que la comunidad educativa denuncia por su carácter restrictivo y antidemocrático. La ley aprobada a espaldas de docentes, padres y estudiantes, restringe la participación ciudadana. El punto más grave es el artículo 16 que establece: serán pasibles de ser removidos de la Cooperadora aquellos integrantes que promuevan acciones con fines políticos partidarios, dejando el poder de control al Ministerio de Educación, que determinará cuáles acciones y opiniones de los cooperadores “tienen fines políticos”. Se trata de una brutal política discriminatoria. Es verdad la salvedad larretista de “mis profundas diferencias”, con la diferencia de que Hebe vivirá en el corazón de su pueblo, quien siempre sentirá y expresará su amor y gratitud a su imagen y su memoria. Por el contrario, estos personajes menores y mediocres serán rápidamente olvidados junto a sus hipocresías y miserabilidades.
Ayer por la noche se presentó en la Universidad Popular la conducción local del Partido Solidario (PSOL). Este partido nació hace 16 años desde el movimiento cooperativista, pero viendo al cooperativismo “con un sentido de progreso de lo popular, de aportar a la unidad de las mayorías de la Argentina, con vistas a que haya una mejor redistribución del ingreso, una democracia más sustantiva y autentica, es decir, que las grandes mayorías puedan vivir mejor”. Así lo describió el secretario general a nivel nacional Juan Carlos Junio.
Junio encabezó esta presentación junto a quienes serán las autoridades del PSOL en Chaco: el presidente Ernesto Núñez y la vicepresidenta Tania Zampayo.
En un diálogo extenso y previo a la presentación con elDIARIO de la Región, Juan Carlos Junio expresó que la participación del movimiento cooperativo en la política era inevitable, además de lo social de lo cultural, ya que solo los lugares donde se pueden llevar a cabo “iniciativas para mejorar la vida del pueblo. Desde esa percepción es que decidimos formar un partido”, indicó.
PSOL tiene presencia ya en 20 provincias, en diez aun como núcleo militante y, a partir de hoy, en Chaco ya con personería jurídica.
“Formarnos parte del Frente de Todos y del destino del mismo”, aseguró Junio y agregó “estamos viviendo momentos difíciles, tenemos que defender la unidad del Frente. Los frentes amplios y populares se constituyen en función de ideales comunes y para derrotar a las minorías de derecha”. “Aunque tiene un tronco en el peronismo, también se nutre de otras fuerzas políticas”, explicó.
Relató que, si bien se atravesó todas las consecuencias del macrismo y la pandemia, del salario que perdió 19 puntos con el macrismo, “eso hace falta corregirlo, es difícil, pero es lo que tenemos que hacer. Pasa gran parte de la vida por allí”, manifestó.
RAÍCES
Junio señaló que decidieron, como movimiento, tener relevancia en “el sector medio de la sociedad, venimos de allí, aunque trabajamos en los sectores humildes y populares”. Quisieron ser una referencia de pequeños industriales, comerciantes, profesionales, estudiantes, docentes, trabajadores de la cultura, “y desde ahí hacer un aporte político de esos sectores que son tan trascedentes”.
La Argentina tiene un movimiento cooperativo que “hunde sus raíces hace siglo y medio, con amplia tradición y está demostrado que es una de las alternativas de asociación de gestión que, unida a una fuerte presencia de Estado y el sector privado, el cooperativismo debería integrarse y ser un afluente importante”. “Está demostrado que se puede gestionar la cosa pública, las necesidades de cientos de miles de personas con un ideario democrático y que no sea el lucro”.
“No dejamos nunca de desplegar la acción militante en todas partes, tenemos una concepción de un partido que tiene que ser militante, más allá de que creemos en lo comunicacional –aunque eso existió siempre-, nos parece que la unidad no es solamente la unidad de los dirigentes nacionales y provinciales, la unidad también se debe construir pueblo por pueblo, facultad por facultad. En Argentina hay un movimiento feminista que es un fuerte componente”.
En ello Junio, y también Núñez y su par en la presentación, fueron contundente, PSOL es “partido progresista, transformador y feminista”. “Incorporamos esa categoría tan trascedente siempre y más ahora”.
VISTA AL AÑO
ELECTORAL
Sobre lo que se espera el año próximo, indicó: “entramos a un año definitorio, tenemos que enfrentar un poder enorme que se resiste a las trasformaciones que intenta que llevar a cabo el Gobierno”.
“Tenemos que sostener el Frente de Todos, las tensiones no nos preocupan tanto, son inevitables en los grandes frentes. El asunto es que se puedan encauzar, que se puedan ir llegando a acuerdos; que haya madurez en la convivencia, hay que convivir con esas situaciones”.
“Lo que importa es seguir ofreciendo al pueblo argentino una propuesta que sea superadora a la del macrismo, a la de Larreta, a la de Bulrich, a la derecha. En definitiva, son sectores conservadores, con un discurso pseudomoderno y con un gran poder en los medios de comunicación. “Quieren conservar los privilegios de las minorías”. Por eso, desde los sectores humildes y la clase media debemos aportar a la unidad para volver a triunfar”.
En el último momento de la entrevista, Junio explicó que en 2021 hubo una parte del voto de FDT que no fue a las urnas, por eso hay que “recupera el consenso y el entusiasmo en esa parte”. “Hay una vuelta de la presencia de Cristina (Fernández de Kirchner), que no es solo su presencia y lo que concita, sino que es en grandes actos populares, que el pueblo vuelva a ser protagonista de un gobierno popular, esa es nuestra ventaja frente a las desventajas de los poderes facticos, tenemos la ventaja del pueblo”, concluyó.
El triunfo de la lucha de los jóvenes médicos y médicas residentes y concurrentes porteños, luego de dos meses de conflicto y un paro de más de 20 días, se transformó en un acontecimiento político y cultural, que se extendió hacia el conjunto de la sociedad porteña.
El conflicto, en la medida que escalaba por la intransigencia y el autoritarismo de Horacio Rodríguez Larreta y su ministro candidato Fernán Quirós, fue poniendo en juego otros valores que trascienden la reivindicación económica-social de los otrora “héroes de la pandemia”, mutados luego a “huelguistas”.
Los profesionales de la salud no solo defendieron su dignidad como trabajadores y su derecho a un salario justo, lograron también que la ciudadanía porteña visualizara que la salud pública es sostenida por ellos y ellas, a pesar de la carencia de recursos y la desvalorización permanente del ministro Quirós y el jefe del gobierno porteño.
Últimamente se vienen manifestando reclamos y protestas de otros núcleos sociales: estudiantes y sus familias, maestras, profesores; vecindades de muchas de nuestras comunas defendiendo sus tradiciones barriales ante la invasión del negocio de los constructores de monstruosos edificios que atentan contra el medio ambiente de la ciudad. En estos días, los vecinos de Saavedra volvieron a vivir la angustia de calles inundadas, cortes de luz y autos flotadores, por el atraso crónico de las obras del segundo reservorio del Parque Sarmiento, agravado por el avance del cemento y el asfalto que impiden la absorción natural de las aguas. Los desbordes por la tormenta también llegaron a Villa Ortúzar, Devoto y Liniers. Vuelve el recuerdo de aquella grotesca gritería, y desprecio a “mis queridos vecinos” de Mauricio Macri de “¡No se inunda más!”.
Pareciera que los recortes a la salud pública y a sus trabajadores son contagiosos en la comunidad de los gobiernos de derecha. En Madrid se realizó una de las protestas más multitudinarias de los últimos años, estimada en medio millón de personas, contra la política sanitaria de la alcaldesa Díaz Ayuso del Partido Popular (PP, derecha) en “defensa de una sanidad 100 por ciento pública, universal y de calidad”. Deberíamos inferir que más que contagio, se trata de la ideología privatista de los “modernos” conservadores. Consecuentemente, desfinancian los presupuestos, expulsan profesionales y abandonan edificios e instrumentos hospitalarios. Lo interesante y valioso de este cuadro contradictorio, es que, así como las derechas actúan juntas según el dogma neoliberal, los trabajadores, rodeados de sus pueblos, reaccionan generando inesperados fenómenos sociales.
Resulta necesario reparar una vez más en la leyenda de que Rodríguez Larreta es un “buen gestor”. Justamente esta lucha corre ese velo artificioso, construido por los medios afines y sus oficinas de marketing con sus asombrosos presupuestos que pagamos los vecinos. Ha quedado claro ante la opinión pública que la gestión de Rodríguez Larreta en salud es ineficiente en términos de gobierno, e insensible y cruel con los trabajadores y usuarios de los hospitales públicos.
El discurso superficial y exitista que exhibe temas no estructurales como veredas, macetas y luminarias es presentado permanentemente por el poderoso ministerio de propaganda del PRO como la panacea de la gestión. Sin embargo, cuando debe explicar ante los grandes empresarios sus ideas de gobierno como candidato a presidente, lo hace con toda crudeza y sin mediaciones semánticas. Recientemente ante la UIA afirmó que “actualizará la legislación laboral contra las extorsiones sindicales”. Reiteró lo ya dicho en el Llao Llao ante un auditorio muy parecido de la cúpula empresaria: “implementaré una reforma laboral rápidamente, liberando leyes anacrónicas al trabajo”. Clarísimo: liquidaré derechos laborales. Afirmó también que “si liberamos el corset y el laberinto que genera el Estado, se puede generar más laburo” (sic). Ya que estaba lanzado quiso demostrar que será un gerente fiel, calificando a los directores corporativos de “ustedes son unos héroes”, quienes a pesar de “todo lo que sufren” siguen soñando en el país. Los empresarios serían seres sufrientes y soñadores. ¡Pocas veces vista tamaña sumisión! Insistió con la antigua cantinela de la ortodoxia económica diciendo que “no es sostenible gastar más de lo que tenemos todos los años” y siguiendo con la vieja rutina argumental pontificó: “hay que avanzar en una reforma impositiva que baje los impuestos para generar trabajo”. Desde este discurso trumpista, que ahora presentan como “lo más moderno”, se propone bajar los impuestos a los super millonarios, y así entonces se creará “laburo” al decir larretista. Este insólito e inesperado defensor de los “laburantes”, seguramente no recibirá el premio a la originalidad, ya que su discurso no sólo es vulgar y primitivo, sino que ha fracasado si lo apreciamos desde la vida de los trabajadores. El candidato de la derecha no olvidó a los empleados públicos y al rol del Estado, proponiendo una vez más la reducción de la “burocracia”. Se aprecia claramente que el candidato conservador sigue la línea de su inspirador Mauricio Macri, solo ofrece ajustes masivos, contrareformas sociales e impositivas y privatizaciones, o directamente el cierre de empresas públicas. Nada nuevo bajo el sol de la derecha.
“No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Aquel sabio pasaje del evangelio de Mateo enseña que, además de las necesidades espirituales, los seres humanos necesitan alimentarse (el pan) para vivir. En ese caso se refiere a la religiosidad, pero en la vida en sociedad hay otro elemento tan vital como el de alimentarse: el de la dignidad. Que no resulta posible vivir sin pan, ni sin dignidad.
De allí la importancia de la lucha y el triunfo de las/los residentes. Cierto es que no siempre se logran las conquistas anheladas, pero ya conocemos que vale la pena unirse para luchar por derechos económicos, sociales y culturales, es decir, para la vida, y por ideales y utopías de transformaciones colectivas.
La semiótica, entre otras disciplinas, estudia las formas de construcción de sentido de los mitos y leyendas, su capacidad simbólica de influir en la generación de imaginarios sociales, el carácter político de los mismos y los fines e intereses a los cuales responden. En esos conceptos se indaga la idea de la alteración, a su vez integrada a la más básica de la falsedad. No se trata aquí de presentar teorizaciones de doctrinas comunicacionales, lo cual nos superaría ampliamente, sino de observar un fenómeno en el plano de la política cotidiana que genera un mito tan primitivo como falso. Toda esa “verdad” artificiosa se sustenta en un sofisma, o sea que su base es ficticia y su propósito es el engaño. Luego de 15 años de macri-larretismo en la Ciudad de Buenos Aires se ha ido construyendo una mitología con extrema pertinacia y mucha plata. Estos dos elementos son los determinantes para analizar esta importante operación política y propagandística. Si tiene un éxito relativo, no es por su sutileza comunicacional o cultural, sino por su inconmensurable difusión, complementada con el silenciamiento de toda idea que la interpele o cuestione.
El equipo de marketing sustentado en un exuberante gasto en publicidad oficial, que este año es 12 millones de pesos diarios para la campaña “La transformación no para”, y que el próximo se multiplicará a los 26 millones de pesos por día, son definitorias para que el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se instale como gestor eficiente. A tal punto opera la leyenda de que Larreta es un hábil gestor, que puede encontrarse en voces que lo critican ideológicamente para luego subordinarse a la idea de que “gestiona bien”. Desde esa lógica tan básica se construye una suerte de silogismo: Larreta gestiona bien, luego la derecha gestiona bien, incluyendo a todas y todos. Como Mauricio Macri, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal -expulsada por su ideología reaccionaria y por la ineficiencia en su gestión-, la “pedagoga eficientista” odiadora de docentes Soledad Acuña, el médico “bueno” Fernán Quirós, quien logró un récord histórico de paros y movilizaciones de la comunidad de trabajadores/as de la salud. En suma, se pretende instalar en la conciencia ciudadana que toda gestión de derecha está imbuida de una suerte de eficacia intrínseca que deviene de algún lugar insondable . Sin embargo, la vida y nuestra historia reciente demuestran que los programas de derecha, el modelo político, económico y social ortodoxo, siempre implican recortes del gasto social, concentración económica y desigualdades planificadas. O sea, menores presupuestos para educación y salud pública; priorizan los negocios inmobiliarios por sobre el medio ambiente, aplican la regresividad impositiva, lo cual genera inevitablemente crecimiento de la pobreza e indigencia. En suma, menos derechos ciudadanos.
Es sabido e inocultable que la Ciudad de Buenos Aires cuenta con recursos más que suficientes para responder a todas las demandas ciudadanas, sin embargo en la práctica es ineficiente en todas las áreas. Desde los rubros estructurales, hospitales públicos y educación hasta medio ambiente; como en las áreas de trabajo, cultura y vivienda. Complementariamente están aquellas relacionadas con la calidad del transporte, el estado de las veredas, plazas y asfalto, arbolado, limpieza, luminarias y medidas de prevención para la seguridad. La táctica es desplegar en los rubros fundamentales una política privatista y de rechazo absoluto a lo público, y sobre los menos trascendentes se construye el mito. Sin embargo, como esta estrategia resulta insuficiente, recurre lisa y llanamente a la mentira y estigmatización. Un ejemplo de ello es la afirmación de que la educación es una prioridad, mientras todos los años se reduce su presupuesto. O cuando se decía que el personal de salud era “héroe de la pandemia”, sin embargo, en los hechos reciben salarios indignos y no se los reconoce profesionalmente. La ministra Acuña, ahora candidata en ciernes, descalifica a docentes, demoniza a estudiantes, intima judicialmente a sus familias y crea chivos expiatorios para alimentar su campaña electoral, apelando a valores tradicionalistas.
Todas estas políticas y acciones concretas demuestran que la causa verdadera de los conflictos no es otra que el resultado de la cruel ideología de una gestión que lleva 15 años gobernando. ¿No es crueldad acaso que todos los años miles de pibes y pibas queden fuera del sistema educativo por falta de vacantes? ¿Es “eficiente” que los hospitales públicos afronten graves problemas de infraestructura con la consecuente mala atención para la gente?
Las crecientes luchas de profesionales de la salud, estudiantes secundarios, docentes, vecinos que rechazan el avance del cemento y la destrucción del patrimonio cultural de los barrios, demuestran que el mito se desgasta y resquebraja. Son esas luchas las que van corriendo el velo, despejando el humo artificioso que rodea la gestión y desnudando su esencia autoritaria. Que la derecha gestione bien es un engaño, y más aún si recordamos cuando administró la Nación el gobierno de Macri. Resulta oportuno recrear los resultados del “buen gestor” Mauricio, ya que Rodríguez Larreta se propone repetir ese rumbo, solo que mucho más rápido. “No lo haré en 100 días sino en 100 horas” si llegara a la Presidencia: reforma laboral (liquidar derechos de los trabajadores), previsional, o sea, volver a privatizar los fondos jubilatorios; al igual que vender o cerrar las empresas públicas. Todas estas afirmaciones, sí responden a la verdad. Cabe preguntarse, ¿por qué decirlo a pesar de su notoria contradicción con la otra parte de su discurso? En realidad están obligados a nutrir al núcleo duro de derecha de sus partidarios. En suma, al mito de Larreta como buen gestor le va creciendo una contradicción cada vez más visible, potenciada por el salvajismo inclemente de la interna de su partido.
Acerca de las verdaderas deudas de la gestión larretista, este sábado 19 de noviembre en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el FdT realizará el foro público por “Una ciudad para todos”.
“El avance hacia la concreción de la utopía requiere de muchas batallas, pero sin duda, la primera es la batalla cultural”. Con esas palabras Floreal Gorini, creador del Centro Cultural de la Cooperación, primer director y uno de los principales referentes del movimiento cooperativo nacional, marcó un rumbo que comenzó el 22 de noviembre de 2002 con la inauguración del edificio del CCC sobre avenida Corrientes y que este año cumple dos décadas. A pasos del Obelisco y justo enfrente del Teatro San Martín, el CCC habita una avenida muy asociada a la cultura porteña porque en pocas cuadras alberga una gran cantidad de teatros, librerías, bares y cafés emblemáticos.
La historia comenzó a escribirse a fines de los ’90 en la sede del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, tiempos en los que resultaba decisivo construir una nueva subjetividad como forma de resistencia al modelo neoliberal imperante que había generado daños irreparables en una Argentina al borde del colapso. “El CCC nació en un momento muy dramático de nuestro país. Su nacimiento coincidió con un estallido histórico en América Latina que implicó el advenimiento de gobiernos populares, democráticos, de izquierda, revolucionarios. Por lo tanto, la impronta americanista que forma parte del acervo del movimiento cooperativo se encontró con ese fenómeno, impactó en el centro cultural y nosotros también contribuimos desde aquí”, señala su director, Juan Carlos Junio, en diálogo con Página/12.
El CCC forma parte del mapa cultural argentino y tiene participación activa en este ecosistema pero, a la vez, presenta rasgos particulares que le dan su impronta y lo distinguen de otros espacios. Uno de esos rasgos es la apuesta permanente al ideal de la Patria Grande y su aporte a la integración regional. En estos veinte años pasaron por allí figuras claves como Hugo Chávez, Rafael Correa o Evo Morales, quien en 2019 realizó una conferencia de prensa ante el intento de golpe de Estado. Ese mismo año también contaron con la presencia del actual presidente de la Nación, Alberto Fernández.
Cuando se le pregunta a Junio por el legado de Gorini –fallecido en 2004– y la importancia de la batalla cultural, recuerda que él solía decir que el CCC encontraría su identidad no en los enunciados sino en las acciones concretas: “Uno de los objetivos era incorporar una camada de jóvenes intelectuales en las artes, las letras y las ciencias sociales con una impronta ideológica progresista. Yo siempre digo que somos los Salieris de la universidad pública, de la UBA y las del Gran Buenos Aires. Hoy podemos decir que aquellos jóvenes se transformaron en intelectuales importantes: están presentes en los medios, escriben, son funcionarios del Estado, militan en las barriadas. Para nosotros la figura del intelectual debe ser integral, debe legitimarse por su propia disciplina y tener un compromiso con la sociedad y la lucha política”.
Otro de los objetivos era crear un polo cultural sobre la avenida Corrientes para convocar a la ciudadanía. Junio señala que antes de la pandemia asistían alrededor de 130 mil espectadores por año a las tres salas de teatro. El abanico de disciplinas que ofrece la programación es variopinta: desde títeres hasta economía pasando por educación y pedagogía hasta música, teatro o política internacional. “Nosotros defendemos la historia de la cultura nacional en sus diversas expresiones, pero también recogemos la herencia cultural de la humanidad”, destaca Junio.
En 2022 hubo varias actividades para celebrar el aniversario y este sábado a las 16 habrá un festejo en la calle que contará con la participación de Tristán Bauer (ministro de Cultura), Taty Almeida (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora), Alejandra Darín (presidenta de la Asociación Argentina de Actores), el diputado Carlos Heller y funcionarios del área de cultura de once países de la región, además de Junio. También habrá un cierre musical a cargo de Guillermo Fernández y el Grupo de Candombe Comparsa Onda Verde.
Los nuevos desafíos se encuentran, según Junio, en las especificidades culturales. “Hay una ofensiva universal y nacional de las ideas de la derecha incluyendo la derecha extrema, entonces gran parte de la batalla cultural hoy pasa por actualizarse para poder responder a eso en términos ideológicos, culturales y simbólicos. Hay un futuro lleno de acechanzas e incertidumbres en todo el mundo y en Argentina también. Gramsci decía que los pueblos no hacen la transformación a la fuerza sino a través de procesos culturales. Nuestro reto siempre es crear, inventar”.
El CCC no es un espacio que se repliegue sobre sí mismo. Muy por el contrario, en estos años acompañó la defensa de los derechos humanos, el trabajo por más memoria, verdad y justicia, la causa latinoamericanista, los reclamos de las disidencias y la lucha feminista en las calles; lo hizo no sólo con enunciados o colgando una bandera gigante por el #8M en los siete pisos del edificio sino también con una agenda de actividades para participar, debatir, profundizar y reflexionar sobre diversos aspectos junto a prestigiosos referentes. Si hubiese que confeccionar una lista con todos los nombres ilustres que habitaron sus salas, no alcanzarían las líneas: intelectuales, políticos, artistas y numerosos colectivos de creadores.
Una década atrás, Junio señalaba como asignaturas pendientes la construcción de un núcleo joven y el trabajo por un mayor federalismo. Hoy dice: “Logramos construir ese núcleo de jóvenes que ya no son veinteañeros pero siguen siendo jóvenes y muy enriquecidos culturalmente. Desde ese punto de vista, creo que cumplimos lo que nos habíamos planteado. Con respecto a la federalización, nos ayudó mucho el cambio tecnológico, tenemos un canal web que se llama Floreal y es muy visitado. Nosotros somos la expresión del movimiento cooperativo nacional y tenemos una justa demanda por parte de las provincias. No creo que hayamos resuelto acabadamente esto pero sí creo que hemos mejorado muchísimo”.
En el CCC la programación no sólo se limita a obras de teatro, conciertos, muestras de arte o proyecciones audiovisuales sino que también abarca áreas de investigación en literatura, historia, crítica cultural, comunicación, fotoperiodismo, poesía o danza. En 2021 se inauguró el Espacio Experimental Leónidas Barletta (Diagonal Norte 943) y además cuenta con una biblioteca abierta al público y un sello editorial. Publicaciones, charlas, jornadas, proyectos de ley, poesías, discos, obras de teatro y manifiestos son algunos de los soportes en los que se materializó este trabajo de dos décadas que hizo valiosos aportes en la batalla cultural de la que hablaba su fundador, bajo los principios de solidaridad y cooperación.
* El festejo por los 20 años del CCC se realizará este sábado a partir de las 16 sobre Avenida Corrientes 1543.
Hace 20 años, desafiando una de las crisis económicas más fuertes de la Argentina, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos siguió la impronta de Floreal Gorini (1922-2004), un activo militante del cooperativismo que fue gerente de ese instituto y más tarde integró su Consejo de Administración, y fundó un enorme edificio que desde entonces es la sede del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Con tres salas teatrales, espacios de investigación en distintas disciplinas y una enorme biblioteca, confluyeron en él las artes, las ciencias y las letras. A dos décadas de la concreción de esa propuesta transformadora, el CCC sale a la calle para festejar.
Su director general, Juan Carlos Junio, hace un balance de los logros de un espacio que es un hito del cooperativismo argentino y convoca a la celebración.
-El CCC cumple 20 años, pero su gestación fue anterior y atravesó la crisis 2001. ¿Cómo nació el proyecto?
-El edificio se inauguró en noviembre de 2002. Pero el origen del proyecto nació de una idea de la que hoy diría que fue una idea temeraria. Era un proyecto original, muy complejo que estaba fundamentado en el pensamiento de Floreal Gorini de que tanto en la Argentina como en el resto del mundo el avance del modelo neoliberal de núcleos de derecha estaba fundamentado en una derrota de carácter cultural, en una derrota sobre valores culturales y que en la medida en que los pueblos fueran aceptando esos valores eso se expresaría en sus decisiones electorales y políticas. Por lo tanto, el movimiento cooperativo se propuso hacer un aporte para crear un centro cultural desde el que se pudiera hacer una contribución a una nueva cultura que confrontara con esos valores de época.
-El momento en que se concretóesa idea era económicamente muy difícil.
-Sí, pero entre la decisión y la construcción del edificio pasaron algunos años. La fundación del CCC tenía un doble propósito. Por un lado, que se incorporaran en distintas disciplinas de las artes, las letras y las ciencias sociales jóvenes investigadores de la universidad pública, tanto de la UBA como de las del Gran Buenos Aires. El objetivo era que a través de la investigación en nuestro centro cultural se formara una nueva camada de intelectuales y artistas que fueran interviniendo en la vida pública, es decir, en los medios de comunicación, en la función pública… Nuestro propósito era que, desde su ideología, esos jóvenes tuvieran una militancia social, sindical, política, que fueran intelectuales y artistas integrales con una visión político cultural de defensa de valores de progreso. Floreal decía que quería un centro cultural de izquierda, progresista, nacional. Nosotros aplicamos esa idea fundacional con la máxima amplitud para poder acoger las distintas vertientes de la cultura nacional y, al mismo tiempo, valorar la herencia cultural de la humanidad. Por eso yo decía el otro día en un programa de radio que nosotros tenemos un Shakespeare y un Roberto Arlt, un Dostoievski y un Armando Discépolo, una combinación de dos afluentes distintos de la cultura.
-¿Y cuál era el segundo de los dos propósitos que impulsaron la creación del CCC?
-Crear un polo de la cultura progresista en la calle Corrientes a partir de las tres salas de teatro del CCC y de la multiplicidad de iniciativas culturales. Creo que lo hemos logrado Tenemos teatro y economía; títeres, pedagogía y educación; varieté y política internacional, sociología, historia. Todas estas disciplinas se legitiman a través de la investigación y del propio arte. Con nuestras salas de teatro, con el teatro infantil logramos una gran concurrencia de público que viene a compartir programación de todo tipo.
-También tienen una biblioteca, ¿no es así?
-Sí, tenemos una biblioteca muy importante con 50.000 volúmenes. Cuando dije que era un proyecto original y complejo me refería a esta propuesta tan multifacética. Pasados 20 años, sentimos que el objetivo se ha cumplido y ahora tenemos los retos del presente y del futuro.
-Ustedes se autodefinieron siempre como un centro de las ciencias, las artes y las letras y lo sostuvieron a través de los años.
–Efectivamente y quizá por mi condición de historiador me remonto a los orígenes. Floreal decía que para llegar al ser humano hay que llegar al cerebro pero también al corazón. Las ciencias sociales llegan al cerebro y las artes, ya sea la danza, el tango, la música en general, la poesía, llegan más a lo emocional, al corazón. Combinando ambas cosas se puede hacer un aporte para crear conciencia en la sociedad, en el pueblo.
–El CCC va a festejar este sábado sus 20 años. Entiendo que van a salir a la calle como una forma de invitar a la participación. ¿En qué va a consistir el festejo?
-Efectivamente. Vamos a festejar puertas afuera al 1500 de Corrientes, donde está nuestro edificio. De esta forma también recogemos un simbolismo fundacional, porque cuando se levantó el centro cultural en este edificio se hizo un gran acto en la calle, en la Avenida Corrientes. De modo que vamos a retomar ese simbolismo, esa tradición este sábado 12 de noviembre, a las 16, y esperamos que haya una gran concurrencia de público. Y cuando digo público me refiero a dos grandes afluentes. En primer lugar, al movimiento cooperativo porque este es un centro cultural de Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. En segundo término, al mundo de la cultura que, a diferencia de hace 20 años ya transitó por nuestro centro cultural. Por eso estamos convocando a quienes se nutrieron de este centro y también hicieron su aporte a él, para que vengan a valorar y celebrar nuestro cumpleaños.
-Entiendo que van a participar también figuras de la política nacional e internacional.
-Sí. El viernes 11 y el sábado 12 por la mañana vamos a recibir una cantidad de ministros y ministras y viceministros y viceministras de Cultura de 11 países de nuestro Continente. Por supuesto, hemos convocado a nuestro ministro de Cultura, Tristán Bauer. El viernes y el sábado vamos a debatir sobre temas de la cultura de cada uno de nuestros países y del Continente en el marco de las grandes complejidades que hay en el mundo entero, especialmente en América Latina y el Caribe. Esas mismas autoridades van a participar el sábado a las 16 de nuestro evento público en la calle. Este es un complemento muy trascendente de nuestra celebración.
-¿Cómo será el evento público?
– Va a haber un núcleo de oradores que va a valorar y celebrar la acción del Centro. Yo participaré como como director general del Centro y van a estar seguramente Carlos Heller, Atilio Borón y el ministro de Cultura de la Nación. Finalmente habrá un número artístico. Va cantar Guillermo Fernández, muy amigo nuestro y después habrá un poco de candombe para cerrar con alegría. Frente a nuestro edificio vamos a poner un escenario y un grupo de sillas a modo de platea y también parte del público se desplazará hacia los costados para poder ver el escenario. Somos muy optimistas respecto de esta celebración porque sentimos que hemos logrado rodearnos de centenares de protagonistas de nuestra cultura. Sentimos que nuestro Centro es muy querido, que además de un ámbito fraternal, hemos logrado un ámbito fraternal.
El festejo por los 20 años del Centro Cultural de la Cooperación se realizará este sábado 12 de noviembre, a las 16, en lapuerta de la sede de la institución ubicada en Avda. Corrientes 1543.
Mauricio Macri presentó su libro ¿Para qué? con el propósito de afirmar su rol al interior del PRO y ante el electorado, pero esencialmente con el propósito de anunciar el sentido ideológico de su propuesta, corrida de la derecha a la ultraderecha. Se mostró como si fuera nuevo y moderno, pero se trata de su viejo programa neoliberal conservador, ahora sin eufemismos ni máscaras. Lo hizo justo en momentos en que tanto su interna partidaria, como la de su alianza, arde con episodios agresivos, incluyendo acusaciones innominadas de corrupción y declaraciones descalificantes entre sus principales referentes. El ex presidente ahora intenta infructuosamente apaciguar las tensiones al interior del PRO y de Juntos por el Cambio.
En esta escena, el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se encuentra en una posición embarazosa, especialmente cuando le toca sacarse el traje de paloma y mostrar su esencia de halcón, que comparte con el resto de sus contendientes internos. Así es que por momentos se lo ve aturdido por el constante trajín de cambio de vestuario. Pero el sonriente alcalde porteño no arruga ante los embates violentos de la jefa de su partido, Patricia Bullrich. El mareo y la confusión resultan inevitables, ya que para el electorado “blando” actúa y habla como un colombófilo y para el núcleo más duro, proclive al ultraderechismo de Javier Milei, se mezcla con su policía brava, que gusta confraternizar con los grupos violentos neonazis. Previsor, Larreta ya hizo sus ajustes clásicos en el presupuesto porteño, aumentando aún más los niveles del gasto en propaganda. De los12 millones de pesos por día que gastó este año en la promocionada “La transformación no para”, en 2023 “invertirá” en su campaña alrededor de 26 millones diarios, ¡un poco más de un millón de pesos por hora! Como todo, tiene su contraparte: a Infraestructura Escolar apenas destinará 24 millones diarios. Lo incontrastable es que la campaña electoral de Larreta será pagada íntegramente por las y los vecinos, mientras las viandas de las escuelas seguirán entregándose flacas y desnutridas, los hospitales públicos continuarán con su deterioro y los salarios de profesionales de la salud y docentes se mantendrán por debajo de la dignidad profesional.
El nivel de confrontación pública que protagoniza Horacio con Patricia como elenco principal y los otros actores de reparto: María Eugenia Vidal, el primo Jorge Macri, Cristian Ritondo, el “Colo” Diego Santilli, y así de seguido, todos “camaradas”, se instaló masivamente en medios y portales, a punto tal que Elisa Carrió sostuvo con su proverbial moderación, que le da “vergüenza ajena”. Estas inocultables disputas por la candidatura presidencial y las de la Ciudad de Buenos Aires no devienen de ningún carácter ideológico relevante en torno a un programa político, ni a principios o valores, ni de rumbo o propuestas a la ciudadanía. Son solo disputas por los cargos, el poder y los negocios. Como pocas veces, la derecha queda al desnudo ante el pueblo, esencialmente en la CABA. Se les nota mucho que los “queridos vecinos” les importan poco y nada, y que la ciudadanía es sólo un cálculo provisto por consultores y encuestas, o sea, una variable más para acceder al gobierno e imponer sus consabidas políticas de ajuste a trabajadores y clases medias, todo lo cual incluye seguir construyendo sus criaturas de cemento por toda la ciudad. Dado que Larreta no puede ser reelecto, ya no trepidan en mostrarse públicamente como un cambalache discepoleano, “disfrazados sin carnaval”.
Todo indica que este desborde perfora la inmunidad mediática de la que gozan los políticos de JxC, y que una parte importante del pueblo porteño advierte la degradación moral de la alianza que gobierna hace más de 15 años. Quizás a estos “reyes desnudos”, como cuenta Hans C. Andersen, sí se los puede ver más nítidamente que por los frutos de sus políticas sociales, educativas, sanitarias y medioambientales. Este realismo expuesto del macri-larretismo genera una expectativa, con vistas a presentar otra propuesta basada en valores solidarios y cooperativos, que priorice los derechos sociales y culturales, que distribuya eficientemente el enorme presupuesto que detenta la CABA, en la cual la educación pública, el acceso a la vivienda, el trabajo, la salud pública y el medio ambiente sean sus prioridades. Debe primar un proyecto de ciudad más equitativa, con inclusión y sustentada en un sentido convivencial, más allá del uso que la ciudadanía haga de lo público en función de sus ingresos y su nivel social. Que la mitad de la matrícula educativa sea privada o que los hospitales porteños sean utilizados por el 25 por ciento de la población no habilita a que sus instalaciones se encuentren en las condiciones actuales de abandono.
Como consecuencia de estos deliberados manejos del erario público, los conflictos crecen y continúan sin encauzarse. Los más recientes relacionados con los estudiantes, docentes; médicos residentes y concurrentes porteños, y con núcleos de vecinos que luchan contra la invasión del cemento; van recibiendo respuestas autoritarias, descuentos salariales a trabajadores y profesionales, estigmatización y hasta demandas judiciales con penas millonarias, como las que Larreta y Acuña pretenden imponer a las familias de los estudiantes que participaron de las tomas en las escuelas porteñas. Horacio no podrá ser nuevamente jefe de gobierno porteño, pero deja una ciudad cada vez menos vivible en términos culturales y ecológicos. Más allá de las costosas y rarísimas campañas pro macetas y baldosas, su administración ha sido cruel, empezando por los 25 mil a 50 mil niños/as por año que quedan a la deriva por la falta de vacantes, jardines y escuelas.
Tenemos todo para repensar una ciudad con progreso colectivo, y con participación ciudadana en los asuntos que nos atañen a todos y todas. Pensar una ciudad cooperativa, solidaria y democrática sería un valioso horizonte para avanzar con un auténtico sentido de progreso. Como decía un gran cooperativista argentino, Floreal Gorini: “Sin solidaridad, no hay futuro”.
El Jefe de Gobierno porteño y su ministra-candidata sostuvieron un fuerte y desgastante conflicto con los estudiantes, sus familias y la comunidad educativa. Actualmente enfrentan una lucha gremial, protagonizada por médicos residentes y concurrentes, que se sostiene con gran firmeza y recibe el apoyo y la solidaridad del conjunto de los profesionales de la salud pública y de la sociedad porteña.
Los jóvenes profesionales no encuentran un cauce de resolución por la actitud antidemocrática y autoritaria de la gestión del Gobierno de la Ciudad. Sin embargo, a pesar de la importante perturbación que implica para los usuarios de los hospitales públicos, Horacio Rodríguez Larreta sigue enfocado en su candidatura a Presidente.
Como es sabido cuenta con un aparato mediático que le otorga inmunidad, que silencia y oculta las carencias sociales de una parte cada vez más numerosa de la ciudadanía pero además, deslegitima los conflictos que van emergiendo derivados de sus políticas hostiles a todo servicio público. Tanto Macri como Rodríguez solo valoran la gestión privada ya que rechazan ideológicamente tanto la propiedad como las prestaciones de carácter estatal, social, cooperativo, municipal o de cualquier formato colectivo que no tenga como objeto el lucro del capital.
Lo cierto es que la estrategia discursiva electoral del sonriente Jefe de Gobierno se torna cada vez más contradictoria y visible, contrastante con sus conductas políticas, especialmente por su tratamiento a la creciente conflictividad generada por la reacción de distintos sectores del pueblo que reclaman por sus necesidades y dignidades. Hay días que se presenta como palomo centrista y moderado, ofreciéndose como líder de un proyecto “para el 70% de los vecinos”. Otros días más nublados reconoce ante grandes empresarios que seguirá la línea de su mentor: “No esperaré cien días, lo haré en cien horas”: reforma laboral, previsional y contra reforma impositiva siguiendo el dogma de eliminar impuestos (a los ricos). En ciertas mañanas soleadas, se desporteñiza presentándose como un gran federal con el propósito de atraer voluntades de la ciudadanía de nuestras provincias.
La última novedad, en la que invirtió una gran cantidad de plata de “mis queridos vecinos”, fue la de presentarse como el primer ecologista, plantando arbolitos junto al alcalde londinense, en la reciente cumbre C40 de la cual surgió el objetivo quimérico para la tribuna de lograr “medidas urgentes para hacer carbonos neutrales en el 2050”.
Más allá de su pendular táctica electoral condicionada por el corrimiento del PRO hacia posiciones de ultra derecha en su afán de competir con J. Milei, en las últimas semanas se expresaron claramente sus modos de abordar los conflictos con una conducta política cada vez más inficionada de intolerancia y un autoritarismo tan antidemocrático como inocultable. Larreta no trepidó en reprimir a docentes cuando decidió reformar su estatuto sin consultarlo con la comunidad educativa. Envió patrulleros a las escuelas y accionó judicialmente contra las familias ante las tomas organizadas por los estudiantes, motivadas por las deterioradas condiciones edilicias, las decadentes pasantías obligatorias en empresas y las viandas desnutridas.
Su ministra estrella, Soledad Acuña, no quedó a la saga: desplegó una campaña mediática enarbolando el descuento de días de paro a maestros y maestras durante la pandemia como un estandarte propagandístico. Además, demanda a los padres de los y las estudiantes que participaron de las tomas de las escuelas porteñas reclamando por sus derechos. El Jefe de Gobierno “centrista” se horroriza por las tomas de los colegios como si fueran una siniestra novedad histórica. ¿Qué hubiese hecho en 1918 cuando los reformistas tomaron la universidad y desde sus terrazas alzaban banderas argentinas exigiendo autonomía universitaria, democratizar los claustros y terminar con el anacronismo monárquico clerical de entonces?
La última exhibición propagandista de Rodríguez fue su crítica al supuesto recorte educativo en el presupuesto nacional. Esta aparatosa campaña logró portadas en los grandes medios pero inevitablemente se agotó, ya que no fue más que una construcción mediática que no se correspondía con la verdad.
La realidad es que si existe una gestión que “ahorró” en el presupuesto educativo, esa fue la de Macri – Larreta, que realizó un ajuste de 10 puntos, seguramente uno de los más crueles que se recuerde.
El accionar larretista incluyó la violencia contra enfermeros y enfermeras en plena expansión del Covid 19, y ahora sostuvo un desconocimiento de cinco semanas con los residentes y concurrentes que luchan por dignificar su salario. El ministro Quirós no los recibió durante todo este tiempo argumentando que “no podemos reunirnos en medio de medidas de fuerza”, como afirmó su subsecretario Daniel Ferrante. Así las cosas, la asamblea de residentes y concurrentes decidió sostener el paro indeterminado, ya que “en seis semanas de lucha nos dieron solo 20 mil pesos”. El conflicto que incluyó ocho paros y 10 movilizaciones fue recogiendo la simpatía ciudadana, por lo cual el Ministro se abuenó y decidió atenderlos. Su propuesta fue rechazada por los médicos ya que “resulta tan insuficiente como indigna”. En suma, el autoritarismo y la insensibilidad de Rodríguez está generando una grave situación en el sistema público hospitalario con el creciente perjuicio para los pacientes. La lucha cuenta con el apoyo y solidaridad del cuerpo médico, quienes opinan que el reclamo es justo y que “los residentes son los que conocen a los pacientes y soportan el 90% de la atención a las consultas” (Clarín 29/10).
Esta conducta política de intolerancia no es novedosa, ya se había manifestado en la represión de su policía cuando decidió vallar la casa de la Vicepresidenta de la Nación, preámbulo del atentado. Practicar el autoritarismo, reprimir las luchas sociales y vedar la participación del pueblo debe cesar. La protesta, la huelga y la manifestación pública son derechos democráticos inalienables.
Rodríguez Larreta logró su ansiado propósito con la realización de la publicitada cumbre de alcaldes C40: una gran foto con intendentes de todo el mundo y de más de 100 locales vinculados políticamente a Juntos por el Cambio.
La segunda foto soñada fue con el presidente del Foro de Ciudades, el alcalde londinense Sadiq Khan. En la misma se los ve a ambos plantando un arbolito en la costanera porteña. Ya lanzado por su dispositivo mediático a construir su imagen de líder ecológico internacional ante nuestros vecinos y “hacia el mundo”, declaró que “cada vez somos más los que nos unimos para cuidar el planeta trascendiendo las fronteras ideológicas y las generaciones”.
El alcalde inglés también se mostró exultante luego de la bucólica escena de la plantación de los arbolitos. Logró reportajes en los grandes medios de comunicación explicando las bondades ecológicas de su ciudad. Hubiera sido interesante para todos que comentara su opinión sobre la ya clásica visión de su ciudad natal que formulara el gran poeta y escritor Percy Shelley (Sussex, Inglaterra) , quien dijo “el infierno es una ciudad igual a Londres”.
El abrumador despliegue propagandístico del jefe de Gobierno para instalar una sensación y un simbolismo que solo es imaginario y artificioso, genera el clásico interrogante: ¿es posible que logre instalar esa creencia a pesar de que es falsa y choca con la realidad cotidiana que percibimos todos y todas los vecinos que vivimos en la Ciudad?
Es sabido que el interrogante no tiene respuesta segura, sin embargo, sí conocemos, que no debiéramos allanarnos al mensaje elemental y primitivo de que todo lo que inventan desde el poder, asociados con Clarín, La Nación y sus editorialistas – propagandistas, penetra en el imaginario colectivo, como si los ciudadanos fueran una suerte de esponja pasiva y totalmente acrítica. Esta línea de acción cultural parte de la idea de que la materialidad, o sea la realidad cotidiana que vive la sociedad, no importa. Lo determinante serán las imágenes televisivas, graficas, las redes y toda la parafernalia comunicacional. Por lo tanto, nada se podría hacer frente a tamaño poder. La vida demuestra que esa supuesta verdad, es falsa. ¿Acaso ninguna persona que transita diariamente por nuestra ciudad nunca repara en el crecimiento vertiginoso de enormes edificios que avasallan y destruyen el paisaje urbano, generando la pérdida de aire, luz, de suelo verde y absorbente, potenciando el crecimiento del calor y la polución?
Está claro que esta fenomenal cementización se produce en pos de beneficiar a lo bruto a grandes empresarios de la construcción, que ahora se los conoce con el bonito nombre de desarrolladores; para que sigan ganando fortunas que luego fugan al exterior, a costa de la calidad de vida del pueblo porteño. Esos intereses explican que en el evento se haya discutido el daño que produce el transporte pero se “olvidaran” de incluir el tema del efecto calórico como consecuencia de las edificaciones de todo tipo. Lo cierto es que mientras declara solemnemente que se discuten “medidas urgentes para ser carbonos neutrales en el 2050”, aquí seguimos con bajísimos niveles de espacios verdes incluyendo barrios que están muy por debajo del promedio de 6,5 por ciento por habitante como Almagro, San Cristóbal y Once, donde no alcanza ni un metro cuadrado. Ya sabemos que la OMS recomienda 15 metros por habitante, y ojo que el mentado 6,5 por ciento que dice Rodríguez, es el resultado de una “contabilidad creativa” que incorpora como espacios verdes, canteros, veredas con sus arbolitos, maceteros, plazas secas con sus adornos floridos y jardines colgantes que denominan “verticales”, incluyendo el verde de los cementerios.
Nada detiene a nuestro alcalde Rodríguez, quien sigue en campaña electoral, que ahora intenta empalmar con el sofisma “Buenos Aires Ciudad Verde”. Sin embargo, la realidad cotidiana choca con la presencia de las inconmensurables criaturas de cemento que se multiplican, no solo en los barrios más ricos y aptos para el negocio, sino que ya se dejan ver en todas las comunas.
Está claro que se trata de un plan estratégico que diseñó un modelo de ciudad que no incluye ninguna condición ecológica. Es decir que se propone “crecer” hasta el infinito sin contemplar límite alguno que surja de concebir la ciudad y sus habitantes como el objeto esencial de las políticas públicas. De allí que nuestro suelo se redujo durante la gestión de Macri y Larreta en 200 hectáreas, que fueron ocupadas por las criaturas grises con sus calores y poluciones. Así es que la tierra porteña se transformó en un bien transable para el negocio y no en un elemento sustancial para mejorar la calidad de vida de su gente, enfrentando las gravísimas consecuencias del cambio climático.
Acerca de esta cuestión tan critica que involucra a todo el planeta, el alcalde porteño aprovechó para enfatizar en “el valor del diálogo”, para “construir el cambio a largo plazo”. Larreta soslaya deliberadamente la responsabilidad de las multinacionales capitalistas y las grandes potencias, como las verdaderas causantes y culpables del envenenamiento de nuestro planeta, igualando a las víctimas con sus victimarios.
El fin de fiesta culminó con al paradójico festival “Pies en el pasto” como aquel que blande la soga en la casa del ahorcado, ya que cualquiera se preguntará: ¿de qué pasto me hablan? Sin embargo, la celebración se vio turbada por la protesta de jóvenes e integrantes de diversas organizaciones ambientalistas que reclamaron y criticaron las políticas verdaderas y tangibles de nuestro “alcalde verde”. El problema no es la falta de diálogo ni plantar arbolitos por doquier, sino planificar y ejecutar otro proyecto de ciudad que privilegie la opción ecológica y la calidad de vida de nuestro pueblo, incluyendo la participación y el protagonismo de la comunidad en la gestión. Claro que ese propósito nunca lo cumplirá ni Rodríguez Larreta ni Mauricio Macri.
El Jefe de Gobierno porteño presumirá en la “Cumbre Global del Cambio Climático C40” de su condición de “líder mundial de la ecología” ante cien alcaldes de otras ciudades del mundo. Será una vidriera para instalarse como el mejor candidato a presidente del espacio conservador al que gusta presentar como “moderado y moderno”. Simultáneamente los conflictos sociales en nuestra ciudad se multiplican y se manifiestan en el espacio público, poniendo en evidencia el rasgo autoritario y antidemocrático de su ideología y su gestión. Esta dinámica social genera un choque con la artificiosa imagen de gestor abierto y eficiente construida desde sus usinas de marketing a fuerza de un costosísimo esquema de protección mediático financiado con recursos del erario público, de forma tal que su exuberante campaña política la pagamos todos. Este rasgo autoritario marca el desprecio de Larreta sobre la participación ciudadana en la gestión política. La conducta de subestimación de la opinión del pueblo se expresa en las audiencias públicas, en el rechazo a toda manifestación callejera, y ante las expresiones gremiales, estudiantiles o comunitarias, como el caso reciente de la expulsión subrepticia y violenta del centro cultual de Villa Ortúzar.
La pretensión de estigmatizar y anular la participación, la lucha organizada, el reclamo ciudadano es constante y sistemática. En los últimos días las luchas de estudiantes, docentes, médicos residentes y concurrentes volvieron a visibilizar esta conducta indolente para aceptar el tan mentado “diálogo”. Las audiencias públicas son un ejemplo claro de negación hacia las opiniones divergentes. En ellas miles de vecinos y vecinas rechazaron los proyectos inmobiliarios que impulsa el jefe de gobierno en nuestra ribera. El conflicto con los estudiantes secundarios desnudó la falta de vocación para debatir y negociar una solución a sus demandas. Por el contrario, Rodríguez respondió con patrulleros, judicializaciones a las familias y esencialmente la descalificación como sujeto político a los jóvenes que ejercían su derecho a peticionar y a la protesta. Ya que estaba la ministra Acuña represalió a los estudiantes del Lengüitas suspendiéndole el pago del examen de inglés internacional de Cambridge cuyo valor es de 243 dólares cada uno. Se trata de una actitud primitiva de represión y castigo.
Cada vez se manifiesta más una conducta ideológica de rechazo hacia la docencia, los movimientos sociales, los sindicatos, los pueblos originarios, o cualquier sujeto social que reclame organizadamente por sus reivindicaciones en pos de mejorar sus niveles de vida.
Tanto en la gestión de Macri como la de Larreta, las carteras de educación y de salud han sido castigadas con recortes en la asignación de recursos presupuestarios. Un ejemplo extremo de la visión elitista de esta derecha fue la degradación del Ministerio de Salud a Secretaría, ejecutada por el ex presidente Macri. Durante los momentos más críticos de la pandemia, Larreta no trepidó en reprimir a enfermeros y enfermeras y a descontarle a los y las maestras los días de paro con el fin declarado de obligarlos a asistir a las escuelas, sin importarle el peligro de contagio. Su impostura se sustentó con el axioma de que “lo más importante es la educación”. Como toda consigna marketinera chocó enseguida con la verdad. En este caso con el descenso constante del presupuesto educativo en la CABA, lo cual demuestra que la educación no es considerada en su verdadero valor. Una vez más, Larreta pone en práctica el jueguito inmoral de no escuchar a la espera que el conflicto escale, para luego instalar con sus propagandistas mediáticos que “así no se puede dialogar”. En este caso han transcurrido cuatro semanas de conflicto y todo indica que no existe voluntad de resolver un acuerdo con los trabajadores profesionales. Los residentes cobran 280 pesos por hora, “menos que un kilo de pan”, afirman, y tienen al igual que los concurrentes extensísimas jornadas de trabajo y guardias no pagas.
La verdad es que la calidad del servicio público de salud porteña se sostiene gracias al compromiso de médicas y médicos, enfermeras y todos los trabajadores, en contraste con la falta de vocación del gobierno por sostener el servicio público hospitalario. La Auditoría General de la CABA advirtió en un informe reciente que existe una situación crítica en las guardias de los hospitales Fernández, Argerich, Santojanni y Durand, en las cuales sufren sobrecarga laboral enfermeros y enfermeras, falta de mantenimiento, insuficiencia de personal administrativo y equipamiento médico dañado. O sea: ¡abandono!. Este es el trato que Larreta y su ministro de Salud Quirós le dan a los hospitales y profesionales que ahora sufren la persecución del gobierno con amenazas de rescisión de los contratos por reclamar una remuneración digna.
Las consecuencias también las padecen los y las vecinas que asisten al hospital público para atenderse. Una paradoja en la Ciudad más opulenta del país, con un billón de pesos de presupuesto que además se nutre de impuestos abusivos creados en pandemia, como el que se aplica a los consumos con tarjeta de crédito que afecta a un un millón 750 mil personas. El conjunto de estas políticas ajustadoras hace que resulten inevitables las reacciones sociales desnudando los rasgos ideológicos de la derecha que desde hace 15 años gobierna la Ciudad. Éste es el verdadero rostro de Larreta, quien al igual que su mentor, Macri, coincide en reprimir la protesta social y vedar la participación democrática en pos de aplicar un falso “principio de autoridad”. En la práctica se trata de un vulgar autoritarismo y la voluntad de someter toda disidencia.
La salida a nuestras encrucijadas debe transitar por el camino opuesto. Asignar más recursos a los trabajadores, profesionales, etc. y sostener una actitud de respeto frente a los reclamos de los jóvenes estudiantes. Una vez más retorna Discépolo: siempre están volviendo “los disfrazados sin carnaval”.