Página/12 | Opinión
Pertenecen a la misma familia: son votadores de leyes contra el pueblo y vetadores de las que favorecen a las universidades y un régimen que mejora los aportes a las provincias. También siguen votando contra los jubilados: en esta circunstancia, se opusieron a un modesto incremento del 7,2%, que fuera recortado en febrero del año pasado, y llevar el bono extra congelado a $ 115 mil, junto a la restitución por dos años de la moratoria previsional, con el propósito social y humanitario básico de que trabajadores/as puedan acceder al derecho a la jubilación. Se trata de la familia de libertarios, PRO, radicales deloredistas, y amigables en bancarrota ideológica; todos unidos contra el pueblo más vulnerable y necesitado. Algunos actúan por fidelidad a su ideología anti popular y clasista, permeable a las políticas de odio y violencia que impulsa el presidente Milei. Otros alejados del mandato ciudadano y su identidad política, sometidos a la obediencia de sus gobernadores, a su vez disciplinados por el gobierno nacional con algunas concesiones presupuestarias para tirar un mes más. En suma, una familia dominada por la impotencia y el miedo al autoritarismo antidemocrático.
La derecha se allana a la hegemonía de la ultra derecha dejando a jirones sus grititos republicanistas; responden automáticamente a la señal incontrastable del establishment de la burguesía local y del FMI y Wall Street. O sea, la familia verdadera dueña del poder real, ya decidida a darle todo el sustento político al gobierno. Este núcleo de poder hegemónico se inspira en su axioma del primer ministro inglés Lord Palmerston (1855/58) : “No tenemos aliados eternos ni enemigos perpetuos. Solo tenemos intereses eternos y perpetuos. Nuestra obligación es vigilarlos”.
Animado por el simbolismo político que significó el resultado electoral en la Ciudad de Buenos Aires, el Gobierno no trepidó en avanzar con varias iniciativas sin reparar en legalidades democráticas ni en valores y derechos sociales. Las ejecuta sin miramientos, con el goce que le genera estar engulléndose al PRO, definiendo su hegemonía en el espacio de la derecha, aunque con la tensión propia de un plan económico y electoral tan frágil como la paciencia del presidente. Si no, ¿cómo ponderar la desesperación del ministro “Messi de las finanzas” para reinventar un nuevo perdón fiscal bajo el eufemismo de “la reparación histórica al ahorro argentino”, a poquísimo de haber finalizado un blanqueo anterior, por el cual ingresaron 22 mil millones de dólares. Como el drenaje continuó por la consecuencia inevitable del propio modelo, hubo que sumar una cifra similar vía nuevo crédito del FMI. El dólar barato para simular estabilización y sostener expectativas en medio de tanto deterioro social sale carísimo. Solo funciona sustentado en el “carry trade” con el que siguen ganando en dólares los especuladores de siempre y con el ajuste “más grande del mundo”, que recae sobre la mayoría del cuerpo social.
En suma, el plan colchón responde a la pulsión por juntar dólares para sostener las reservas. Si los verdes provienen de evasiones, ilegalidades o actos delictivos; no importa. El otro agudo problema del modelo es la caída sin fin del consumo. Ante este indeseable fenómeno, lo único que se les ocurre es buscar dólares negros. Nunca piensan en aumentar salarios y jubilaciones para que los trabajadores activos, los pasivos y las clases medias, consuman más y vivan un poco mejor.
La triada Milei-Caputo-Sturzenegger desató un industricidio en Tierra del Fuego, lo cual generó una notable reacción del pueblo fueguino, que salió masivamente a la huelga para defender su trabajo, su vida y la soberanía nacional, enfrentando al plan de despoblación de Milei con la falacia de los celulares baratos. Pero hay más: el gobierno nacional dispuso colocar un techo a las paritarias del 1%, o sea aumento cero. Lo principal en términos políticos es la limitación por decreto del derecho a huelga en casi todas las actividades. En esta avanzada, Milei también volvió a deteriorar a la Secretaría de Derechos Humanos y liquidar en el plano de la cultura a organismos estatales, museos y centros culturales.
Más allá del triunfalismo del equipo libertario, la presión del establishment ya es explícita, más bien brutal, como se reveló en la reciente actividad de la AmCham. Las corporaciones norteamericanas instaladas en el país dejaron en claro que en septiembre y en octubre el gobierno tiene que triunfar para que se concreten las ansiadas reformas estructurales, generando un cambio de fondo en la matriz productiva nacional con sus consecuencias dramáticas de ruptura del tejido social, sustentado en el derecho al trabajo, una remuneración justa y el conjunto de normativas para la seguridad social.
Estas corporaciones continúan protestando por las reformas estructurales “demoradas”, utilizando los argumentos de siempre: la lluvia de inversiones solo sobrevendrá bajando el costo laboral y eliminando impuestos. Pero además, le indican a su “gobierno” lo que debe hacer; particularmente en términos políticos: se debe materializar el pacto de los libertarios con el PRO, para evitar que el peronismo triunfe en las elecciones bonaerenses. Estos CEOs de las corporaciones norteamericanas comparten la sentencia mileísta de: ¡kirchneristas y zurdos afuera! También bramaron cuando cayó el proyecto Ficha Limpia, afirmando que “tolerar la impunidad debilita nuestras instituciones, erosiona la confianza social.” Claro que sobre la mega estafa $Libra, hicieron mutis por el foro.
El sistema político-cultural del poder está recreando una nueva versión de las relaciones carnales, ahora protagonizada por el dúo Trump-FMI y Milei. Van por todo, que en esta etapa son las tres reformas estructurales amalgamadas por el pacto político-electoral de la gran familia para asegurar la continuidad del proyecto anarcolibertario. Respaldan a rajatabla “el cambio radical” de Javier Milei, que en palabras de la encargada de negocios de la Embajada de los EEUU en Argentina, Abigail Dressel, permitirá “oportunidades impresionantes en la industria del petróleo y el gas” y también que Argentina aporte sus recursos para cumplir con la orden ejecutiva de Donald Trump de “incentivar los suministros seguros en las cadenas de litio, cobre y tierras”. Todo debe quedar en familia.