Los asombrosos poderes del abrazo humano

Página/12 | Opinión

La sensación de bronca, impotencia y amargura se fue transformando en una oleada callejera política, social y cultural, amalgamada por el componente de amor a la líder popular. El acontecimiento fue una “marea humana”, como enuncian los medios tradicionales con un sentido literario, pero en realidad debe ser leída como una oleada política y de la mejor, retomando una notable tradición de nuestro pueblo, desde los peones de la Patagonia, a los obreros de la Semana Trágica, al viraje histórico del 45; al Cordobazo obrero-estudiantil. Cierto es que cada episodio popular tiene dimensiones épicas muy distintas, incluyendo violentas represiones del poder; pero tienen en común el protagonismo del pueblo asumiendo su carácter de sujeto político.

Una vez más, cuando la ciudadanía ocupa los espacios públicos, calles, avenidas y plazas emblemáticas; más aún, cuando se nacionaliza y se despliega en la gran mayoría de las ciudades de nuestra inmensa Patria, la conmoción trasciende los análisis y pronósticos de las mesas de arena.

El episodio oprobioso de la condena a Cristina, tiene en estado de excitación a las diversas derechas. Desde los “serios” de La Nación y el Clarín, que le exigían a viva voz a sus tres jueces, allanarse una vez más a su mandato perentorio; hasta lo más rancio del poder económico, que también reclamaba eliminar a Cristina de la contienda electoral. Quien primerió deliberadamente fue la Amcham, ya transformada en punta de lanza política de las corporaciones norteamericanas, con su CEO Gómez Minujín asumiendo el papel de súper embajador de los halcones trumpistas, aunque en realidad se trata de un nativo mutado a cipayo. Las otras cámaras del gran empresariado local, la ACAC, la UIA, Los 6, el Consejo Empresario Argentino, también celebraron, unos con “prudentes” declaraciones de apoyo a la “justicia” y otros con un silencio vergonzante.

La presión fenomenal del empresariado norteamericano unido al local y a los escribas auto percibidos republicanistas, fueron determinantes para que el trío acobardado decidiera cruzar el Rubicón, hundiéndose en el abismo de la inmoralidad política y en símbolo de la genuflexión. Supremos, camaristas y fiscales ejecutaron esta temeraria acción netamente política, que agrava peligrosamente la embestida contra el sistema democrático, que viene siendo cercenado por la ultraderecha, ahora aupada en el Gobierno Nacional del Presidente Milei.

Siempre a la disputa política concurren innumerables factores sociales, culturales, propagandísticos, y mediáticos, que forman diversas controversias parciales, desde donde se va armando una situación brumosa, que perturba el análisis para una ponderación conducente que oriente la acción política. La clave es determinar el elemento principal definitorio de la situación. Dos son las acciones concurrentes y contrarias: la ofensiva del poder económico-mediático y judicial, cuyo propósito es eliminar el “riesgo electoral Cristina” y de paso tomarse revancha de las “amarguras” que sufrieron por sus gobiernos populistas, comenzando por el de Néstor. Por el otro lado, la emergencia del pueblo y sus organizaciones que reacciona, ocupa las calles, emergiendo del “subsuelo de la Patria”, que presiona desde abajo a sus propias dirigencias para que asuman la inminente confrontación política, uniendo y organizando la rebeldía social.

No se trata sólo de un revanchismo clasista por odio a Cristina, al peronismo y a los “zurdos”. En realidad no perdonan la reestatización de YPF, la vuelta al Estado de los fenomenales fondos de las jubilaciones y pensiones que se habían privatizado, la moratoria provisional que posibilitó a 3.500.000 de personas, mayoritariamente mujeres, acceder al derecho a jubilarse; y peor aún, las imágenes de Néstor y Cristina compartiendo una nueva fase histórica de la unidad latinoamericana, abrazados a Lula, Correa, Fidel, Chávez, Evo, el Pepe, etcétera. De eso se trata esta vendetta.

Una vez más, el poder real no trepida en aferrarse a un aventurero que se intitula enviado de las fuerzas del cielo, ataca al parlamento y a las organizaciones políticas, culturales, sindicales y se propone abiertamente aplicar un proyecto de destrucción de la educación y la salud pública, liquidación de las universidades, la ciencia y la tecnología; cancelar el sistema de derechos sociales, culturales y laborales, para lo cual ya asumió la determinación de reprimir la protesta social y recortar sin ningún pudor republicano las libertades individuales consagradas en nuestra Constitución.

Lo cierto es que decidieron lanzarse. Temen que en la inminente y decisiva contienda electoral, Cristina sea un factor que galvanice al electorado de la Provincia de Buenos Aires con el imprescindible acuerdo electoral con el kicillofismo, y sufran una derrota que les obture su plan político, ya jugado al contubernio liderado por los libertarios, seguido por un PRO derrotado y a la deriva, los radicales conservadores y amigables quebrados. La continuidad del gobierno de ultraderecha le asegura al establishment la materialización de su sueño dorado: transformar radicalmente la matriz productiva y las leyes sociales conquistadas por las mayorías a lo largo de más de un siglo, concretando las reformas estructurales en materia previsional, laboral y tributaria.

El reto histórico de las fuerzas políticas populares es el de actuar decididamente para resolver con racionalidad y eficiencia la propuesta electoral, incluyendo la definición de candidaturas.

Pero no solo eso. Resulta imprescindible armar un bloque político, social y cultural antimileísta, que elabore y proponga al pueblo un programa avanzado cuyo propósito sea el de recuperar a la Nación y a su ciudadanía de la subordinación mileísta a la avidez saqueadora de las corporaciones locales y extranjeras, y enfrente la emergencia social que involucra a millones de trabajadores de los núcleos humildes y a las clases medias, que también están sufriendo una violenta mutilación de su nivel de vida.

Nosotros sí podemos hablar de una auténtica marea humana, imbuida de rebeldía frente a la arbitrariedad y la pérdida absoluta de humanismo de los poderosos y sus marionetas políticas y periodísticas. Nos decía Galeano desde la poesía: “Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano”.

Nota publicada en Página/12 el 20/06/2025

Scroll al inicio