Más unidad para triunfar en octubre

Página/12 | Opinión

El triunfo popular en la provincia de Buenos Aires plasmó, ante el pueblo de toda la nación, la rápida decadencia del proyecto político de Milei. La victoria de Fuerza Patria, liderada por el Gobernador Kicillof, quien volvió a dar un notable ejemplo de militancia; es una contribución decisiva en pos de fortalecer la conciencia y la emocionalidad de la oposición, y esencialmente su unidad, que venía lastimada luego de la derrota del 2023.

El pronunciamiento electoral en el distrito más decisivo del país, desnuda la crisis de legitimidad del gobierno mileísta, que ya crujía en todos los órdenes. Un plan económico de los financistas locales y Wall Street que vuelve a fracasar como en sus anteriores versiones. El pueblo de la provincia de Buenos Aires hirió al modelo del FMI y sus fundamentalistas nativos. Fue decisivo también el accionar del Parlamento que viene recuperando su rol trascendente en defensa de los derechos ciudadanos, infringiéndole al gobierno una derrota tras otra, estimulando el crecimiento de las luchas sociales. Todo inficionado por la explosión de la inmoralidad pública que involucra desde “el jefe” Karina Milei hasta ministros diversos. Quedó al desnudo que el gobierno desde el primer día practica la coima y todo tipo de latrocinios robándole al Estado, o sea a la propia ciudadanía. La historia demuestra que estos proyectos políticos y sus arquetípicos modelos económicos, solo funcionan sustentados en una plataforma de corruptos y corruptores.

 

Las derrotas políticas de Milei en el Congreso fueron alterando el dispositivo de gobernabilidad del mileísmo, y fisurando el relato que se presentaba ante propios y extraños como imbatible. Los representantes de pueblo ocuparon un rol central en la escena política, esencialmente porque asumieron con determinación la defensa de las reivindicaciones populares, que pretendían ser avasalladas por el artificioso león y su núcleo de fanáticos intoxicados por el manejo de las redes e intrigas de palacio, todo embadurnado por la soberbia del poder, la corrupción y una falsa noción de impunidad.

El Parlamento está siendo caja de resonancia y resolución de las luchas de discapacitados, jubilados, trabajadores y pacientes del Garrahan, de la comunidad universitaria y científica, y del conjunto de instituciones del Estado que este proyecto político de los multimillonarios se proponen destruir. Todo indica que al establishment le está fracasando su apuesta de aferrarse a un aventurero que les prometió cumplir con su propósito esencial: potenciar sus ganancias empresarias a costa de romper definitivamente los derechos sociales y culturales logrados por el pueblo y sus gobiernos populares durante décadas.

Tampoco va alcanzando el apoyo político y los dólares de Trump, y su equipo de ultraderechistas de La Florida. Estos aspirantes a fascistas modernizados, se proponen desplegar una peligrosa política agresiva en todo el planeta para superar su decadencia. A los sudamericanos y caribeños nos tocaría allanarnos a la puesta en práctica de las teorías de J Monroe y T. Roosevelt. Una combinación de hegemonismo monroista, condenándonos a ser su patio trasero colonizado y al garrote de Theodore, ahora con buques nucleares y misiles, portando a miles de marines, protagonistas a lo largo de todo el siglo XX de intervenciones militares, imposición de dictaduras sanguinarias, y bloqueos imperiales e inhumanos como los actuales de Cuba y Venezuela.

El grotesco Presidente argentino y su motosierra, no es otra cosa que un vulgar instrumento de esas políticas. La gran jornada democrática del domingo demostró que nuestro pueblo, a pesar de sus frustraciones, reacciona, desde la fecunda reserva que viene de nuestra historia, recuperando su capacidad de rechazar las arbitrariedades e injusticias sociales, como así también a su propósito de arrastrarnos a la pérdida de sentido de soberanía como colectivo nacional. Milei se propone entregar nuestras riquezas naturales, reivindicando a los kelpers y a Margaret Thatcher, todo lo cual implica herir de muerte el sentimiento del pueblo argentino sintetizado desde siempre por el ritual sagrado de “las Malvinas son argentinas”.

En esta emoción colectiva tan crucial, el pueblo sigue uniéndose tras el grito de “el que no salta es un inglés”. Milei en su delirio pensó que llegaría el día en que ese cántico sería reemplazado por el de “las Malvinas son de la reina de Inglaterra”. Ya que tanto se habla del relato exitoso del Presidente y su avasallante batalla cultural, es el momento de registrar el notable conflicto cultural que se generó por el tema de los discapacitados, ya que marcó un quiebre moral del “relato” de Milei con la parte del pueblo que creyó en él ¡Quién hubiera pensado que tendríamos que presenciar que centenares de discapacitados y sus familias hayan tenido que luchar denodadamente para que no les roben sus derechos más elementales en términos humanos y políticos! Toda la sociedad sensible y democrática compartió con ellos la alegría del triunfo logrado en el parlamento nacional. Ese inesperado conflicto expresó a la Argentina de estos días: por un lado, el oprobio y la vergüenza que desde la Presidencia de la Nación se haya imaginado y practicado un despojo tan cruel. Y por otro, ese pueblo luchando y defendiendo sus derechos pisoteados por un monstruoso Goliat, ahora derrotado por la honda de David.

Ante el desmadre del gobierno, el Presidente desnudó nuevamente su sentido negacionista de la realidad. Mientras su partido sufría una fuerte derrota electoral y se expandía como una peste la corrupción del gobierno, Milei se fue al glamoroso hotel para magnates Cartier en Beverly Hills. Allí los supermillonarios iluminados por el oro de Mr. Milken, “el rey de los bonos basuras”, escucharon al presidente de una remota república explicarles que “en 15 años estaremos a la altura de España e Italia, y el 30 ó 40 igualaremos los ingresos de Irlanda o Suiza”. Resulta obvio que estos tipos de corazón de hierro, a quienes lo único que los conmueve son las ganancias rápidas y seguras, no se les movió ni un pelo, y mucho menos, un dólar. Es el momento de afirmar la unidad, ir por el triunfo del 26 de octubre y construir un programa político, económico y cultural para ofrecerle a nuestra ciudadanía una auténtica salida ante la actual emergencia.

Nota publicada en Página/12 el 12/09/2025

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