El mundo de la cultura tomó la palabra para expresar su rechazo a la ultraderecha en sus dos variables electorales, en defensa de una democracia sustentada en valores solidarios, convivenciales, con sentido social y particularmente cimentada en la perspectiva de la diversidad de nuestra cultura nacional.
El encuentro se desplegó en la Avenida Corrientes de nuestra ciudad, recuperando la calle, el espacio público, como ámbito de expresión política, lo cual posibilitó que los artistas y trabajadores de la cultura se encuentren con su público, quienes participaron del encuentro en su carácter de ciudadanos, como sujetos políticos, abrazándose con los artistas que admiran y aman.
En su declaración manifiestan que la democracia está en riesgo, advierten sobre el crecimiento de la violencia, no solo material, sino también conceptual y simbólica; particularmente por la creciente utilización de un lenguaje que extrema y excluye todo lo diferente, que polariza a la sociedad en “vamos por todo o nada”, que propone “exterminar” a otras identidades políticas que expresan a millones de ciudadanos, todo lo cual generará daños irreparables para la convivencia en Democracia.
Con un sentido constructivo, la declaración valora “las inmensas luchas populares que crearon las condiciones para dejar atrás la argentina de la impunidad”.
El encuentro convocó “a movilizarse, a levantar la voz contra los fantasmas de la represión política y afirma que la única libertad que existe es la que permite y estimula la más amplia diversidad de opiniones, tanto en las cuestiones políticas, como en las estéticas, y respete las decisiones de cada persona sobre sus preferencias en materia de género, religiosas, culturales, o de cualquier índole”.
El núcleo cultural se pronunció contra posiciones sectarias y fanatismos que se manifiesten en descalificaciones insultantes al Papa, y la agresión a Estela de Carlotto, diciendo que “ha sido un personaje bastante siniestro para nuestro país”. Esta declaración de la candidata a vicepresidenta de la Nación Villarruel, quien acompaña a Javier Milei, es una clara manifestación de violencia y hostilidad hacia el emblema más trascendente de la lucha por los derechos humanos. Las convicciones y el coraje de esas mujeres, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y los organismos, fueron la primer avanzada de resistencia frente a los crímenes de la dictadura cívico-militar, interpelando a un gran sector de la sociedad democrática, que fue tomando conciencia y rodeó fraternal y solidariamente a ese núcleo, quien ya había conquistado un gran reconocimiento internacional. Resulta inquietante tener que repasar esta proeza de mujeres como Estela, Hebe y tantas otras entrañables luchadoras, que son un símbolo de lo mejor de nuestro pueblo.
Lo cierto es que una aspirante a la Vicepresidencia de la Nación, reivindica abiertamente a la dictadura videlista y levanta el negacionismo sobre los 30.000 desaparecidos.
Estos temas tan sensibles para nuestra sociedad, como así también los relacionados con las deudas de carácter económico y social, fundamentan la demanda perentoria de la cultura de “más democracia, no menos democracia”. Asumen que existen logros y deudas, pero se trata de afirmar lo logrado, avanzando decididamente sobre los núcleos minoritarios que concentran la riqueza impúdicamente, con el propósito de redistribuirla a favor millones de argentinas/os que viven con grandes carencias, incluyendo al 53% de los menores de 14 años sumidos en situación de pobreza e indigencia.
Los cooperativistas nos inspiramos en el ideario de Floreal Gorini, fundador de nuestro movimiento y del Centro Cultural de la Cooperación. Floreal afirmaba que la madre de todas las batallas es la cultural, dando cuenta de la disputa por el sentido, por la generación de una conciencia colectiva como condición para transformar la realidad, generando una contracultura que afirme y recupere creativamente valores en pos de una nueva sociedad, con justicia y solidaridad social y cultural. En este marco, el arte y el pensamiento crítico cobran un rol fundamental. En ese campo de disputa, la derecha y sus nuevas variantes de ultraderecha, cuentan con un poderoso aparato comunicacional, amalgamado con las grandes corporaciones económicas y partidos políticos, subordinados ya sin pudor, a ese poder real. No obstante, cuando gobiernan no solo recortan la salud, la educación, la inversión pública, y en ciencia y tecnología; también lo hacen con la cultura. El gobierno de Macri degradó al Ministerio de Cultura de la Nación al rango de Secretaría. Esa decisión política implicó menor presupuesto y un recorte de su margen de acción, no sólo para facilitar el acceso a la cultura, sino para financiar y fomentar la producción cultural y la circulación de los bienes simbólicos en los barrios, comunas y ciudades, lo cual habilita desde el arte mayor participación ciudadana, o sea, más democracia.
En la actual contienda electoral, las dos expresiones de la derecha utilizan mensajes de odio polarizantes, generadores de negación de creatividad y de las diversidades y contradicciones propias de toda sociedad humana, o sea, castración de la cultura. El pronunciamiento de la calle Corrientes es concluyente en términos ideológicos: “La construcción del país que soñamos será sobre la base de lo logrado, nunca con destrucción y autoritarismo (…) cuando se celebra la explosión de una bomba o la política de la motosierra, nosotros nos unimos más que nunca para defender la vida y la democracia, la paz y la convivencia (…) Buscan apropiarse de una idea de libertad que es libertad para los poderosos y que los argentinos renuncien de una vez y para siempre a cualquier noción de soberanía (…) Lucharemos por más democracia, con más cultura, más libertad, más arte, más participación y más derechos”.
La cultura ganó la calle, se rodeó de pueblo saliendo al cruce del oscurantismo de la ultra derecha, desde la creatividad, la alegría y el amor, asumiendo con convicción la necesidad de pronunciarse en estos tiempos cruciales para el futuro de nuestro pueblo.
La campaña electoral sigue su curso y la atención de la ciudadanía crece en forma proporcional a la toma de conciencia sobre la trascendencia del voto, con el agregado de la emergencia de opciones antagónicas y sus definiciones antidemocráticas de ultra derecha. Se enfrentan proyectos políticos y económicos que además dirimen diferencias culturales esenciales en materia de relaciones humanas y valores morales. Al modelo representado por el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, se le oponen los proyectos de derecha y ultraderecha encarnados por Patricia Bullrich y Javier Milei. En la semana que pasó, tanto cambiemitas como libertarios expresaron su oposición ante el conjunto de medidas impulsadas por el ministro de Economía para la recuperación de salarios e ingresos: eliminación del Impuesto a las Ganancias y devolución del IVA para los consumos de la canasta básica, nuevos bonos para jubilados y beneficios para las pymes. Tanto los economistas como los parlamentarios de Milei y Bullrich se vienen pronunciando enfáticamente a favor de la baja de impuestos, como si fuera un dogma inconmovible. Sin embargo, ahora se oponen. La contradicción ante la opinión pública es insalvable, ya que las medidas dispuestas por el ministro favorecen a millones de trabajadores. El argumento artificioso de la “irresponsable descompensación fiscal” se cae solo, ya que, la erogación será cubierta con otros impuestos vigentes, sin recurrir a la emisión monetaria, particularmente por los ingresos que genera el Impuesto País. Pero además resulta obvio inferir que esos nuevos ingresos se volcarán en su totalidad al consumo, lo cual generará recursos impositivos agregados, con el beneficio complementario de que el uso de la tarjeta de débito tiende a blanquear la economía. En suma, se oponen porque el modelo de Bullrich y Milei es de bajos salarios, de negación de políticas inclusivas a través del estado y porque representan a los grupos económicos que nunca paran de enriquecerse (“los cuatro vivos de siempre” denunciados por Cristina). Mucho menos ponderan retornar los cientos de miles de millones de dólares que transfirieron o fugaron a guaridas fiscales. Otra fuente de ingresos al estado para compensar estas inversiones sociales a favor de los núcleos humildes y la clase media podrá venir del tributo a las corporaciones multinacionales que operan en nuestro país, pero pagan sus impuestos en lugares de muy baja tributación. Se trata de un gravamen que tendría un piso del 15% de las utilidades. El propio Presidente de Estados Unidos afirmó que “es hora que los multimillonarios paguen al menos un impuesto mínimo del ¡25%!
En CABA JxC, la fuerza gobernante, se opone a estas medidas mientras se lamen las heridas por sus descarnadas internas. El actual jefe de Gobierno, H. R. Larreta quedó afuera de la pelea por la presidencia a pesar de que en el segundo trimestre del año dilapidó 120 millones de pesos diarios del erario público para su candidatura. Se trata de un desprecio a los vecinos de nuestra Ciudad y a su entendimiento acerca de las problemáticas públicas. Con esa plata se podrían construir dos escuelas por mes y realizar mejoras en los hospitales, muchos de los cuales se encuentran en una situación de extrema precariedad por el recorte presupuestario y la caída de la inversión. Pero no solo Rodríguez está ausente, también Jorge Macri, cuyo único acto electoral fue anunciar a su candidata a vicejefa de Gobierno, la actual ministra de Espacio Público e Higiene Urbano, Clara Muzzio. Macri la presentó señalando que “representa lo mejor de los valores del PRO”. No dijo nada de un informe de la Auditoría de la Ciudad que denunció irregularidades en los contratos y concesiones a las seis empresas privadas de recolección de la basura. La candidata otorga concesiones multimillonarias sin licitaciones a los seis privados que siempre tienen “la suerte” de ser elegidos. Además, asume gastos importantes que debieran pagar las empresas y compra contenedores sin licitación pública. Todo indica que el primo de Mauricio no aportará nada nuevo a nuestra ciudad. Continuarán los negociados, la falta de planificación y el deterioro de la calidad de vida por los recortes presupuestarios en áreas claves, y por el avance de la edificación descontrolada.
Un estudio realizado por el Observatorio “Argentinos por la Educación” demuestra que la CABA es la jurisdicción que menos invierte en Educación. En los últimos 17 años, el presupuesto educativo se redujo en nueve puntos porcentuales. Hoy es del 17%, mientras que el de la Provincia de Bs As es del 30,8%. Otro informe, del Centro de Economía Política mostró la gestión en Salud durante el 2016-2022.El resultado es tan grave como lamentable: implicó un recorte presupuestario del 10%, que genera falta de personal, de insumos sanitarios y abandono de la salud mental y pediátrica. Al respecto, el candidato de JxC y su sonriente compañera de fórmula guardan silencio. No defienden la gestión de Larreta y mucho menos de Lousteau, con el que tienen un rechazo ideológico visceral por su condición de radical.
El último fracaso de JxC es el del escrutinio de las elecciones porteñas. Otros 11 millones de dólares en beneficio de una empresa privada que solo generó molestias e incertidumbre al pueblo porteño. Queda claro que la eficiencia de los gobiernos de derecha es imposible, ya que su afán principal es el de favorecer los negocios privados. Una contradicción insalvable, hija del axioma del escorpión: está en su naturaleza depredadora.
Por su parte, el candidato de UxP porteño, Leandro Santoro, hizo un acto de relanzamiento recuperando una nutrida militancia. En su discurso que combina su raíz alfonsinista, valoración del rol del peronismo y del progresismo de izquierda, retoma su agenda de propuestas para transformar la ciudad en un sentido humano, de cuidado del medio ambiente, de acceso a la vivienda y con un transporte eficiente y con mayor amplitud horaria. Luego de 16 años del PRO y JxC, se propone ir a la segunda vuelta y luego batallar por el triunfo en pos de la Jefatura de Gobierno, con el firme propósito de iniciar una nueva etapa de progreso para el pueblo porteño.
Envalentonada por el resultado de las PASO, la autoproclamada La Libertad Avanza imagina que puede arrastrar a una parte de la sociedad a justificar la dictadura videlista y sus crímenes, condenados por nuestro pueblo, por la Justicia y la opinión pública universal. La candidata Victoria Villarruel en pleno desenfreno antidemocrático decidió agredir a un símbolo de la lucha por los derechos humanos como Estela de Carlotto. La historia reciente de 40 años de democracia ha construido un muro de conciencia en la sociedad argentina que será infranqueable. Los embates de estos reivindicadores de Videla y Massera, que niegan las desapariciones, torturas, violaciones, y el robo de niños y niñas, no lograrán vulnerar la fortaleza principista que trasciende al conjunto de las diversidades sociales, culturales y religiosas, como así también a las identidades políticas y electorales construidas en nuestra sociedad. La histórica reacción social ante la intentona de los supremos del ya cadavérico 2×1 fue una demostración irreversible de la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo de no volver atrás en esta cuestión tan dolorosa como central de la defensa de los derechos humanos y de sus grandes símbolos de Memoria, Verdad y Justicia.
El acto conmemorativo del terrorismo de Estado marca un punto de inflexión para el propio Javier Milei quien hasta ahora recorría una narrativa de temas económicos, inspirado en la radicalidad extrema del fundador de la doctrina neoliberal, el austriaco F. Hayek. Desde allí ensaya una variante del cavallismo de dolarización, que logró cierta credibilidad y esperanza en algunos sectores afectos a creer que sus magros pesos, milagrosamente mutarán a dólares, mejorando sus vidas automáticamente. El hombre prohijado por el superempresario Eduardo Eurnekián, seguía con su prédica contra la casta, cabalgando sobre un campo arado por frustraciones y desilusiones económicas. Él se excluye de la casta sin explicación alguna, se niega a reconocer ante sus propios seguidores y la opinión pública sus trabajos profesionales al servicio del genocida Antonio Bussi. Luego del triunfo en las PASO decidió cambiar el tono gritón y optar por uno “argumentativo”, pero no se presta a que ningún periodista le repregunte nada. En esa línea postergó sus ácidas críticas al movimiento feminista, sus ataques a la ley de interrupción voluntaria del embarazo, y sus pertinaces cuestionamientos misóginos. Con la misma táctica dejó también al costado su negacionismo explícito al cambio climático. Muchos de quienes lo observan con atención ahora se preguntan de dónde sacó Milei su candidata a vicepresidenta, militante videlista y vinculada a grupos pronazis. ¿La eligió él? ¿Con qué objetivo? ¿Sería solo para que sume votos de la parte vieja de la comunidad militar y policial? La hipótesis no resulta convincente. Si no fue una iniciativa propia, ¿quién le acercó a Villaruel? Lo cierto es que son una fórmula presidencial y el candidato tendrá que asumir públicamente los afanes pro Videla, Etchecolatz y Galtieri.
Acerca de esta temática queda por hacer una profunda ponderación sobre el rol político de los responsables de la Legislatura porteña que facilitaron ese ámbito para un acto en el que pudieron reaparecer públicamente oscuros y ocultos personajes que habían actuado en las catacumbas de los centros de tortura y salían en patotas nocturnas a secuestrar militantes. Los responsables políticos no pueden ser otros que quienes ejercen como autoridades de nuestro parlamento porteño, o sea, los representantes de Juntos por el Cambio, miembros del PRO, radicales, e incluso un “socialista” trasmutado al conservadurismo. ¡Nadie dijo nada! Esperábamos que los radicales, herederos de Alem y Alfonsín, se hubieran opuesto frontalmente defendiendo el legado histórico de su partido. Quizás lo hagan. Muchos deberán reflexionar en esto de convivir con la serpiente que ya asoma, luego de haber roto la fina cáscara del huevo. No es lo mismo que la Sra. Villarruel con su videlismo a cuestas convoque a un acto en una plaza pública, en un club privado, un local de su partido, a que lo haga en nuestra Legislatura. La casa de la democracia no puede ser sede de quienes la conculcaron violentamente y luego practicaron el genocidio contra nuestra juventud y nuestro pueblo.
El acto negacionista de las principales víctimas de la dictadura, los 30 mil desaparecidos, no debe ser subestimado por las fuerzas políticas y la sociedad democrática. Se trata de un intento de intromisión en nuestra democracia, un Caballo de Troya que lleva en su panza la ideología del odio, el desprecio a la vida y la justificación de la violencia.
Dos días después, se produjo en nuestra ciudad un acontecimiento de origen social–barrial que se va transformando en político y que expresa la maduración de un proceso de organización y participación vecinal en pos de una mejor calidad de vida. Más de veinte organizaciones de nuestras comunas marcharon a la Legislatura para exigir que se suspendan las obras amparadas bajo el código urbanístico, sancionado por Juntos por el Cambio en 2018 “y que está llevando a Buenos Aires a ser una ciudad invivible”. Esta lucha reclama la derogación del código que permite a las grandes constructoras hacer prácticamente lo que se les antoja, sin ningún tipo de planificación y con un solo objetivo: el lucro. Se siguen reduciendo los espacios verdes, colapsan los servicios públicos, aumenta la temperatura de los barrios, miles de casas se quedan sin luz, se pierde la identidad barrial, y no se resuelven dos cuestiones principales: el acceso a la vivienda y el alquiler. Fueron recibidos por los y las legisladoras del Frente de Todos, pero quienes permitieron y posibilitaron el acto negacionista no dieron la cara.
Una cosa trae a la otra: el permisivismo con Villarruel y la pervivencia de un código urbanístico en defensa de los capitalistas de la construcción, dioses del cemento, la polución y las moles que cierran el cielo, la luz y el sol a los vecinos y vecinas porteñas, ¿no será tiempo de terminar con estas deidades y optar por otras que representen las necesidades y los intereses de la vida cotidiana de la mayoría del pueblo de nuestra ciudad?
Este mes comienzan a implementarse las medidas anunciadas por el ministro de Economía y candidato a presidente por Unión por la Patria, Sergio Massa. La decisión persigue compensar el ingreso de millones de ciudadanos frente a las inmediatas remarcaciones en los precios, luego de la devaluación exigida por el FMI para desembolsar los 7.500 millones de dólares que el país necesitaba para recomponer sus reservas. En este marco, las grandes corporaciones empresarias salieron coordinadamente a enfrentar al gobierno argumentando que no tienen recursos. La Amcham (Cámara de Comercio de los Estados Unidos) marcó la cancha desde el primer momento, declarando que es “inviable”, o sea impracticable. Se trata de un acto político claramente beligerante. Luego siguieron la UIA y COPAL con su vocero – el lobbista Funes del círculo rojo. Estas organizaciones corporativas también dicen que no pueden pagar, y además exigen que el estado se retire del control de precios, ya que “atenta contra la libertad”. Esta confrontación política es inevitable. Justamente de eso se trata. Un gobierno popular toma decisiones a favor de las mayorías, afrontando el conflicto con las corporaciones económicas y mediáticas de la derecha, desechando la idea de que “no se puede”.
En ese contexto conflictivo con los poderes apoyando abiertamente Milei o a Bullrich, y dado el escenario de tercios que dejó las PASO, resulta imprescindible interpelar a un pueblo que se debate entre darle continuidad al rumbo iniciado en 2019, que enfrentó la ardua tarea de recomponer la destrucción de derechos sociales y económicos conculcados por el macrismo además de la pandemia; repetir el fracasado modelo de Mauricio Macri (JxC), o probar suerte con una opción de ultraderecha autoritaria que ofrece soluciones mágicas utilizando viejas recetas económicas que presenta como renovadoras, y que llevaron a nuestro país al estallido del 2001.
El equipo económico de Milei es el de Menem y De la Rúa, ahora aggiornado con un discurso extremo montado en el descontento, que se potencia en la narrativa de la antipolítica sembrada por los medios y que logró con eficacia canalizar la frustración de una parte de la población que encuentra allí una voz y un tono acorde con sus sentimientos de rechazo, complementado con una promesa de futuro donde encuentra un lugar social hasta ahora negado. El discurso de la ultraderecha instala un supuesto imaginario venturoso al que llevarían la dolarización, la reducción violenta del Estado, la baja de impuestos en los núcleos más pudientes y la destrucción de las leyes laborales. Es, a las claras, una invitación “atractiva” a arriesgarse apostando a un cambio radical aunque sea riesgoso, confuso e incierto. Se trata entonces de desnudar las argumentaciones espectacularistas explicando sus consecuencias prácticas para la vida de cada ciudadano/na y para el conjunto del país-. El resultado de esa apuesta no mejoraría la vida, por el contrario, generaría trabajos mal pagos, la venta de YPF y Aerolíneas que no solo significaría la pérdida del patrimonio nacional, sino tarifas más caras en los combustibles y los vuelos para satisfacer la rentabilidad de las privadas.
La propuesta “libertaria” se viste de novedosa y pujante, pero no puede dar respuesta a preguntas específicas, ni cómo haría lo que se propone. Cuando debe explicarse elabora una narrativa confusa, que si se la sigue punto por punto, se resquebraja, que es compensada con palabras emocionales y un antagonismo con “los políticos”, “la casta” ¿Qué valor tendría el salario mínimo, vital y móvil en un hipotético gobierno de Milei? ¿Y las tarifas de los servicios públicos, cuánto costarían sin los subsidios estatales? Seguramente, el colectivo saldría 700 pesos, el tren 1100 y el subte 300.Y la escuela, la universidad y la salud que las sustenta el estado desde hace más de un siglo, quedarían en una situación de peligroso deterioro y de imposibilidad de acceso para una gran mayoría de las familias. ¿Cómo sería un ajuste más fuerte que el que propone el FMI sin reducir las jubilaciones como hizo temerariamente Bullrich durante el gobierno de De la Rúa?
En los últimos tiempos se recuperó la actividad económica, finalizaron obras de gran trascendencia para el país y para bajar las tarifas públicas como el gasoducto que traerá enormes beneficios para las familias, las industrias y las reservas en los años venideros. El propio Ministro Massa señaló: “sabemos que muchos vecinos sienten la frustración de la crisis y el fracaso de algunas políticas, generando la sensación de sabor amargo, pero no se resuelve volviendo para atrás, nuestro camino es para adelante”.
Resulta necesario compartir con la ciudadanía que optó por estas opciones por enojo o frustración, si vale la pena arriesgar todo, para experimentar un dogma económico que propone vouchers escolares para la escuela pública que nunca se aplicaron en ningún país serio y que dejará a cientos de miles de niños de sectores humildes y de clase media sin escuela pública. ¿Valdrá la pena comprometer el salario por una quimérica promesa de dolarización que lo colocaría milagrosamente como si viviera en Nueva York? ¿Se justifica cerrar el Conicet y desfinanciar la ciencia y la tecnología? ¿Da lo mismo que la cultura, la actividad teatral, el cine, la música, la artesanía y la danza tengan apoyo y fomento del estado, o lo contrario, lo cual generaría la reducción drástica de estas actividades? ¿Dará lo mismo que la vice de Milei sea una defensora pública de los genocidas de la última dictadura cívico militar llevando hacia atrás a la sociedad democrática?
Son interrogantes necesarios que deben formularse con honestidad a aquellos compatriotas que hoy se ven interpelados por la ultraderecha y que acompañaron los programas nacionales, democráticos y populares. Muchos no fueron a votar o lo hicieron en blanco. En esta encrucijada su participación es crucial para la defensa de un proyecto popular que tiene como norte equilibrar a la sociedad para mejorar en materia económica y social la vida de las familias, de la comunidad y de la convivencia comunitaria.
Nuevamente asistimos a una exitosa operación de camuflaje, con el propósito de engañar a la opinión pública, montada en el descontento por los problemas económicos cotidianos. Un personaje fabricado en muy poco tiempo por los medios de comunicación monopólicos, continuador ideológico del ya olvidado Álvaro Alsogaray, que complementa su inspiración con Carlos Menem, ha logrado una importante cosecha de votos.
La referencia al exPresidente riojano está dada en la adopción de la mentira a la sociedad en forma abierta, lo cual implica una conducta inficionada por la falta de escrúpulos y su inmoralidad. Tanto la promesa como el discurso, que en este caso se pronuncia a los gritos, se generan explotando y pervirtiendo la idea de libertad, escindiéndola de lo que constituye su esencia: el sentido de justicia e igualdad social y cultural. La sensación de impunidad, frente a la credulidad popular, condujo a Menem a reconocer que si decía la verdad no lo votaban. Luego, M. Macri transitó por la huella trabajada por el arado menemista: “eliminar la inflación será lo más simple que tenga que hacer” para luego aclarar que “no sería automático”. Tampoco trepidó en afirmar que “acá se terminó la impunidad de jueces, empresarios y periodistas, todos tienen que cumplir la ley”. Tanto Milei como Bullrich, cada uno con su estilo, elaborado por sus consultores de imagen, vienen actuando bajo esa inspiración que desprecia la verdad frente al electorado. Bullrich afirmó que en la UBA el 50% del alumnado es extranjero y soslaya que durante el gobierno de De la Rua fue la artífice principal de un caso único en la historia: la rebaja de las jubilaciones. En las temáticas económicas se le nota tanto su ignorancia que le colocaron a Melconian para que oficie de ventrílocuo.
Todo indica que Milei, luego de su triunfo, desde su lenguaje bestializado, atacando todo lo popular, incorporando un misoginismo primitivo y cruel contra toda idea de reivindicación de la mujer y las diversidades, incluyendo un negacionismo cerril del cambio climático, de la ciencia y la cultura; ahora ha decidido pendular hacia un discurso “más racional”. Le indicaron que el electorado tiene que creer que puede ejercer la Presidencia de la Nación. Será una tarea quimérica frente a una parte determinante de nuestro pueblo. Su discurso pro mercado ante el Council of Americas inspirado en el extremismo de la escuela austríaca, apuntó a empalagar la voracidad de la dirigencia granempresaria: “ganen mucha plata, esos son ustedes y se lo merecen”, yo me ocupo de sacarles el estado de encima”. Les recitó el viejísimo y remanido planteo de que el Estado es el culpable de sus males ya que le impide producir sus granos, vacas y productos exportables. Ahora el candidato de la ultraderecha, traslada esta idea a la vida cotidiana del pueblo. Despliega el argumento gastado contra el Estado, que protege con su ayuda a los sectores humildes, provee la salud y la educación pública, la seguridad, el transporte, la energía, la cultura y muchos otros etc; sería “el verdadero responsable” de sus padecimientos, por lo tanto hay que guillotinarlo. También en este punto coincide con Bullrich y los primos Macri.
El Ministro y candidato presidencial Sergio Massa decidió concurrir al concilio de los grandes capos del capitalismo. Allí no tuvo una actitud determinada por el diálogo para consensuar el futuro. Discurseó sin papel, les recordó que el actual gobierno los salvó a ellos y a sus trabajadores pagando salarios en la pandemia, y les reprochó que aplaudan a Milei cuando les dice que cerrará el estado. Respondió las preguntas de la muchachada más adinerada del país y que conforman la selecta membresía de los “cuatro vivos” a los que siempre acusa Cristina de ganadores crónicos. Ya que estamos con los triunfadores, resulta oportuno resaltar que en el tema crucial de los precios, Cristina en su discurso del 26 de junio señaló que para el FMI, el aumento de la ganancia de las empresas explica buena parte de la inflación reciente, concluyendo con un “hola que tal, teléfono para el ministro y el candidato. Esta es la verdad de lo que está pasando”. Volviendo a los dichos del Ministro frente a los empresarios, se ocupó de criticar agriamente al Fondo, “que le impuso al país una devaluación del 20%”, aclarando que su exigencia original era del 100%. Como era de prever los precios se desataron. En esta línea, Massa asumió un compromiso afirmando que “lo que perdiste por el daño que nos impuso el fondo monetario, te lo voy a compensar”. Efectivamente durante el fin de semana se anunciaron una cantidad importante de medidas. Más allá de la interpretación sobre el eventual impacto electoral, las decisiones tomadas, seguramente serán valoradas por los millones de ciudadanos y ciudadanas que sentirán un alivio en su devenir económico cotidiano. García Linera suele decir que “el dinero es unas pocas certidumbres que uno tiene en la vida. Si se evapora entre las manos se pierden los sentidos de certeza y hace que el pueblo compruebe que las promesa de justicia e igualdad no se cumplen”.
La perspectiva de interpelar a los millones que votaron al Frente de Todos en 2019 y se alejaron el 2021y 2023, pero no votaron a ninguna variante de la derecha, va potenciando a la militancia de Unión por la Patria, luego de procesar el complejo resultado de las PASO, asumiendo la realidad para enfrentarla y movilizarse con todo tipo de iniciativas. Nuestra historia está llena de ejemplos de esa energía que se libera en momentos como el actual, en el que peligra nuestra democracia y la vida misma del pueblo. La distancia cuantitativa en términos electorales es pequeña, por lo tanto la convocatoria a elegir la boleta de UxP con su fórmula Massa – Rossi tendrá que ser cara a cara en los barrios, en plazas, escuelas, centros de trabajo, culturales y en las relaciones de amistad y familiares. La fórmula “argumentativa milagrosa” no existe. Probablemente sea una combinación, consistente en advertirle francamente al votante sobre el peligro de las dos variantes de la derecha ultraderechizadas, y a la vez esperanzar con una perspectiva verdadera de un gobierno sensible a las necesidades económicas y derechos sociales, civiles y culturales de la mayoría de nuestro pueblo.
La inesperada dimensión del voto al ultraderechista Javier Milei acentuó la sensación de incertidumbre de gran parte de la sociedad. La derecha clásica de Juntos por el Cambio quedó disminuida, atrapada en su ciénaga de falso centrismo larretista y del bullrichismo en su papel de aprendiz como competidor por ultra derecha. La persistencia del descontento con las dos alianzas principales fue el factor determinante de la conducta mayoritaria de quienes concurrieron a votar. Las carencias económicas – sociales se fueron estructurando a lo largo de los últimos años, generando una sensación de desilusión con las fuerzas mayoritarias, particularmente en núcleos juveniles y otros, atraídos por la idea de “probar con algo distinto”. Así es que se materializó un fenomenal contrasentido: la propuesta ultraconservadora, lo más ortodoxo, ya probado y fracasado, mutó a “lo nuevo”. Peor aún, ese falso nuevo trae consigo la sensación de “esperanza en un futuro que resuelva la vida cotidiana”, y las naturales expectativas propias de quienes despliegan sus trabajos y aspiraciones en un cuerpo social - político. Lo cierto es que un personaje que en cada una de sus formulaciones le miente a los gritos a la ciudadanía, que desprecia a la opinión pública proponiendo iniciativas que atentan contra su propio sustento económico, y ya logrados hábitos culturales, fue votado mayoritariamente.
Si se pusieran en práctica las ideas que presenta en formato de grotesco teatral, no solo se generaría un deterioro económico abrupto en la vida de la mayoría, ya que declara “ajustaré 10 veces más de lo que dice el FMI”, sino que su motosierra destruirá conquistas sociales muy arraigadas en la vida de nuestro pueblo. Si se eliminara el INCAA desaparecería el cine nacional, por lo tanto se impondrían los enlatados de los grandes centros mundiales. Si se anulan los subsidios a teatros y grupos actorales, se reduciría esa popular actividad cultural a casi nada. Si el auto proclamado “libertario” supera a Patricia Bullrich y al primo Jorge Macri en su afán por desfinanciar la escuela pública, los núcleos humildes e incluso franjas de la clase media deberán inevitablemente enviar a sus hijos a establecimientos privados. Quien no tenga recursos quedará afuera. Las universidades de conurbano y las provincias “tendrán que arreglarse solas” o sea que serán abandonadas por el estado. La UBA no se salvará tampoco de esa concepción motosierrista. La parodia marquetinera se transformará en tragedia para las familias, los y las jóvenes y el país. Para este bárbaro, todo lo que implique trabajo estatal es “innecesario, ineficiente y fruto de la corrupción”. Médicas y médicos, personal de dependencias públicas, de la educación estatal, de la justicia, las áreas culturales, transporte, ciencia y tecnología quedarán sumidos en este ajuste del gasto “ineficiente y corrupto”.
Este bruto “disfrazado sin carnaval”, parafraseando a Discépolo, también es negacionista del cambio climático. Así es que deberemos abandonar las “veleidades” de luchar en defensa del medio ambiente. Esa ideología oscurantista en términos culturales, inevitablemente arrastra también una visión misógina, de retroceso a un machismo primitivo y descalificante a la mujer y diversidades sexuales y culturales. Se propone retrotraernos a épocas superadas, incluyendo su iniciativa inconstitucional de liquidar la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Este personaje patético que niega a la familia y al amor, ya que la suya son sus perros a quienes idolatra como semidioses, no trepida en “explicar” que hay que terminar con el sistema de coparticipación federal ya que es un gasto superfluo. Si eso ocurriera, nuestras provincias no recibirían los recursos fijados por la ley, a partir de lo cual, se generaría una grave crisis presupuestaria que le impediría a la mayoría pagar los sueldos y otras erogaciones de ayuda y protección social y del gasto en servicios básicos. Este dispositivo destructivo de los lazos institucionales y sociales, es lo que se propone ejecutar este personaje fabricado oportunamente por los medios hegemónicos, que actualmente está en estado de excitación por el apoyo electoral logrado. Debemos apelar a la gran reserva que anida en la conciencia de nuestro pueblo, quien fue artífice de la valiosa reconstrucción democrática en estos 40 años que celebramos. Sus carencias económicas y restricciones culturales y políticas tienen nombre y apellido: las corporaciones económicas, imbricadas con los grandes medios de comunicación y los partidos de derecha, que la acosan para potenciar sus ganancias y frenar el peligro del “populismo” y la izquierda. Si las expresa JxC sienten comodidad por su afinidad ideológica, pero si se les viene Milei, a pesar de su bestialismo, no trepidarán en digerirlo y asumirlo. En tal sentido, la historia nos advierte, a partir de la tragedia acaecida en Europa en el siglo pasado y últimamente en nuestro vecindario americano, cuando se optó por encarcelar a Lula y encumbrar a su propio bárbaro, Jair Bolsonaro.
Cualquier repaso de la elección debe considerar un elemento determinante: los millones de ciudadanas/os que optaron por no votar o lo hicieron en blanco. Está clarísimo que se debe tomar contacto rápidamente con ese núcleo tan significativo de nuestro pueblo y convocarlo a las urnas. Tanto la defensa a los derechos humanos como de las grandes conquistas sociales y culturales que distinguen a nuestro país, fueron logradas por la irrupción del pueblo en las calles y plazas, que luego impactaron en los procesos electorales en un sentido popular y de progreso social. Este notable protagonismo, conformó identidades políticas y una militancia que debe ser convocada, ya que su relación con el electorado surge naturalmente desde la vida compartida en los lugares de trabajo, estudio, barriadas, centros deportivos, culturales, etc. Si esa enorme reserva se potencia ante el peligro de la instalación de la ultra derecha anti democrática, anti pueblo y anti derechos, la opción de Unión por la Patria será mayoritaria en las urnas, para ser luego victoriosa en la segunda vuelta.
Aquí nos quedamos todos y todas a derrotar a la barbarie, afirmándonos en una nueva esperanza democrática y popular.
Los resultados de las PASO generan diversas expectativas y ponderaciones hacia octubre, disputando la lectura del acontecimiento. Se inicia el camino hacia una elección definitoria para los destinos del país, incluyendo nuestra ciudad. El sorpresivo triunfo de Milei expresa a una franja de la ciudadanía crítica por sus carencias económicas-sociales, y particularmente por los precios de todo lo básico para sus necesidades cotidianas.
Todo indica que la persistencia del descontento fue el elemento dominante de esa conducta, en esta fase electoral preliminar. El otro factor es el corrimiento ideológico hacia la derecha, cuyo corolario más trascendente es el de culpabilizar a la política y los políticos, colocándose la ultra derecha liberal alsogaraista unida a la derecha neoliberal, como si formaran parte de un “afuera”, tan falso como inexistente. Se trata entonces, de apelar más que nunca a la militancia política, social y cultural, de esperanzar con propuestas verdaderas en pos de mejorar los ingresos de las grandes mayorías, para lo cual es básico que habrá que disputar con las minorías acaudaladas que nunca dejaron de acumular. Unión por la Patria deberá asumir el reto de construir en estos dos meses una “nueva mayoría”, como propuso el candidato presidencial Sergio Massa. Para ello, hay que transitar el “aquí nos quedamos todos, más que nunca” para derrotar a la derecha.
Resulta insoslayable señalar el contexto cruel en el que se desarrollaron las PASO porteñas. A dos días del acto eleccionario, la Policía Metropolitana reprimió una manifestación pacífica que tuvo como consecuencia la muerte del militante Facundo Molares. Una vez más la derecha vestida de defensora de la paz y el orden, legitima la represión de la protesta social. Como en el caso de la pueblada jujeña, privilegió su esencia ideológica, unificándose para “explicar que la represión no fue represión”. Luego que “el bueno” de Horacio declaró que “el fallecimiento se debió a un paro cardíaco”, Patricia acusó a la víctima de “sembrar el caos”, enfatizando su apoyo a la policía, mientras que la mileista Victoria Villarruel también culpó al manifestante asesinado “por ser un terrorista que se descompensó”. La represión los une.
No es con violencia cómo se resolverán las contradicciones sociales y económicas inherentes a toda sociedad, sino con más democracia, con mayor participación ciudadana y con políticas públicas que salgan al encuentro de las emergencias sociales, ecológicas y culturales del pueblo porteño.
Se abre un largo camino hacia las elecciones generales, aunque las carencias socio educativas de nuestra Ciudad continúan. La participación en el acto eleccionario es fundamental, sin embargo para enfrentar y solucionar los problemas que atañen a la vida compartida, resulta necesario que la voluntad ciudadana de elegir otra alternativa política de gobierno, se vea fortalecida con un crecimiento de prácticas participativas. El candidato a jefe de Gobierno de Unión por la Patria, Leandro Santoro ha incorporado este precepto como un eje central de una nueva perspectiva de gestión para la ciudad. Si bien el sufragio es una trascendente conquista democrática que debe ser ejercida con la máxima responsabilidad y convicción, se nutre de significantes más amplios. Con sólo observar el derrotero histórico y la larga lucha por la instauración del sufragio, que incluyó su universalización, el voto secreto y la incorporación de la mujer, se aprecia la trascendencia del ejercicio del derecho al voto en la vida política. Cuando la democracia se debilita porque los pueblos se alejan y pierden protagonismo; lo que priman son los poderes de facto, los poderes reales, fundamentalmente los económicos.
En la CABA hace 16 años que gobierna una opción política que no sólo ha potenciado las desigualdades sociales, priorizando los intereses de las corporaciones inmobiliarias, dañando el medio ambiente y desfinanciando la salud y la educación públicas. La experiencia de estos años de macrismo demuestra que cuando la ciudadanía porteña participa activamente, como en las audiencias públicas por la venta de los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco; o en la denuncia y oposición a las concesiones corruptas del sistema de acarreo; se obtienen triunfos valiosos.
Uno de los problemas que está movilizando a los porteños/as, es la respuesta comunitaria al bloque de poder que conforma el Gobierno de la Ciudad con los grandes capitalistas de la construcción. La ciudadanía ha tomado conciencia de las consecuencias negativas que generan en su calidad de vida, las políticas de la gestión porteña para beneficiar a sus socios económicos, promoviendo la edificación descontrolada en toda la ciudad. Además, ya está demostrado que la oferta de viviendas no soluciona el grave problema social de los alquileres. El negocio de esas viviendas está subordinado a otros fines: el refugio de valor para grandes rentas dolarizadas que fueron armando el monstruo silencioso de las 200 mil viviendas vacías. No es casualidad, sino causalidad que este lacerante problema social genere un renovado protagonismo vecinal en varias comunas de la ciudad.
La comunidad se organiza para resistir el avance inmobiliario, inclusive con propuestas de códigos urbanísticos propios, sustentando la idea de poder decidir cómo debe desarrollarse el barrio en el que habitan. En los últimos días el vecindario de Colegiales, se sumó a los de Chacarita, Villa del Parque, Villa Crespo, Palermo, Núñez, Belgrano y Villa Ortúzar y Devoto. El espíritu no es impedir que haya construcciones en la ciudad, se trata de establecer normas convivenciales que respeten la calidad de vida de los habitantes de los barrios y del conjunto ciudadano. El reclamo defensista podría resumirse en que nuestra gente quiere seguir viviendo en barrios tranquilos, respetando sus necesidades, patrimonios culturales e históricos, rechazando lo que trae el macrismo “moderno”: ruido, oscuridad, contaminación y desaparición de espacios verdes.
Estas reivindicaciones del pueblo porteño serán determinantes en el camino hacia las elecciones de octubre, para cambiar nuestra ciudad con una renovada perspectiva solidaria y humanista.
Un punto central del sistema democrático en instancias electorales debe ser que las fuerzas políticas y las candidatas/os formulen sus ideas y programas enriqueciendo el conocimiento del elector, contribuyendo a la decisión sobre su voto.
Un rasgo determinante de las/los candidatos de la derecha, ha sido la ausencia de propuestas con algún grado de organicidad y coherencia, tanto en el plano nacional como en el de nuestra Ciudad de Buenos Aires.
Tanto Patricia Bullrich como Horacio Rodríguez Larreta se fueron deslizando, más bien desbarrancando, hacia la descalificación de su oponente interno, adquiriendo un sesgo ideológico de ultraderecha, presionados por el discurso de su circunstancial competidor, quien se autodenomina libertario, a pesar de que su pensamiento y su actitud política son antagónicos con los verdaderos anarquistas libertarios y con el paradigma de libertad, igualdad y fraternidad, enarbolado por los revolucionarios franceses, cuando se lanzaban a tomar la Bastilla.
Sin embargo, la dinámica competitiva propia de la inminencia de la contienda que definirá quién será el aspirante a Presidente los va obligando a manifestar desordenadamente algunas de sus verdaderas ideas que ejecutarían en caso de ser gobierno.
Teniendo en cuenta que son candidatos de la misma fuerza política, una observación lógica sería establecer similitudes y diferencias de sus iniciativas programáticas. La realidad es que no existen discrepancias ideológicas, ni en lo concerniente a planes de gobierno. Veamos qué expresan ante los foros del establishment, ya que ante esos señores del poder, se sienten compelidos a declarar sin eufemismos sus ideas.
Larreta presentó en la Sociedad Rural una síntesis de sus planes junto a su asesor Alfonso Prat Gay, aquel ministro que devaluó, a la vez que afirmaba, con cara de “yo sé lo que les digo”, que esa decisión no se trasladaría a los precios.
El candidato presidencial prometió a los ruralistas que realizaría una “apertura de mercados”, que llegaría al “déficit fiscal cero”, emulando a Domingo F. Cavallo; que bajará las retenciones paulatinamente y que al presupuesto le “aplicará el bisturí”, particularmente en el tema de la carne. El candidato olfateó que debía enviar una señal a los ganaderos que lo escuchaban expectantes.
Seguramente, ninguno de sus consultores le recordó que, a ese mismo auditorio, Sarmiento lo bautizó como “la oligarquía con olor a bosta”. No podía finalizar sus “propuestas” sin decir que “tenemos que ir a un tipo de cambio único”, o sea a devaluar. La promesa resultaba imprescindible, atendiendo que esa tribuna se nutre de la más rancia representación del ya más que centenario partido de los devaluadores.
Por su parte, Bullrich y su candidato a ministro, Luciano Laspina, también se franqueaban ante los lobistas de la derecha republicana del Wilson Center, manifestando su vocación de ejecutar una reforma laboral, devaluación, ajuste fiscal y la eliminación de los controles a sus capitales. A la pregunta obligada acerca de que harán frente a la reacción social a esas medidas, contestaron tranquilamente que lo tienen acordado con los economistas “libertarios, por lo tanto serían votadas en el Parlamento”. Mientras tanto, Javier Milei señaló, con pretensiones historicistas, sentirse continuador “de los que ya lo hicieron en el siglo XIX”, por lo tanto aplicará la “motosierra”, recortando violentamente el gasto estatal, eliminaría la obra pública y arancelaría la educación y la salud pública.
En suma, si quisiéramos inspirarnos en aquel entretenido juego de las diferencias, sería imposible, ya que tras las agresiones y ofensas, lo que prevalece es una fuerte y clara unidad ideológica sobre el rumbo que seguirían en el supuesto de llegar al poder.
Una novedad importante en nuestra ciudad fue la convocatoria a una plaza pública del candidato de Unión por la Patria, Leandro Santoro. El hecho de interpelar a la militancia política de un frente muy amplio, y de presentar sus ideas y planes junto a otras y otros que también se postulan, es un elemento político valioso.
Un punto central en el discurso de los diferentes oradores y particularmente del candidato a jefe de gobierno fue el de los negocios inmobiliarios y la invasión de torres, que la población porteña rechaza en forma manifiesta por su carácter nocivo para la vida, además del aumento del déficit habitacional. Resulta muy sugestivo que de esta temática tan crucial el oficialismo porteño guarde un sugestivo silencio. En tal sentido, Santoro formuló un conjunto de medidas para lograr alquileres accesibles.
Otro tema que fue abordado en el acto de Parque Centenario fue el de la educación, teniendo en cuenta que las falencias de la gestión de JxC son crecientes y generan un gravísimo daño a la comunidad. Santoro insistió en poner el énfasis en el nivel inicial para asegurar la igualdad de oportunidades en esa etapa determinante de la niñez. Ya resulta insoportable en términos políticos y humanísticos que el 53 por ciento de las niñas/os inscriptos en el inicial no consiguieron ingresar. Surgió también el compromiso de construir 100 escuelas infantiles para responder a este problema de las vacantes desde los 45 días de vida.
La propuesta programática de UxP incluye la aplicación urgente de un plan integral de salud mental. Santoro afrontó el tema de la seguridad en forma directa: “Duro contra el delito y duro contra sus causas”, enunciando un conjunto de medidas preventivas y operativas. Se propuso la creación de un cuerpo para prevenir y atender la violencia de género. Un punto central planteado fue el de enfrentar los negocios ilegales, a la vez que los vecinos en las juntas vecinales, tengan un rol activo en la gestión de esta temática que tanto preocupa.
El subte “24 horas y cerca de tu casa” fue otro tópico que se abordó para mejorar el tránsito, fortaleciendo al transporte público. No faltó la atención sobre las personas en situación de calle, que en este invierno, nuevamente, encuentran como respuesta la represión y la estigmatización. La respuesta estatal debe ser lo opuesto en términos ideológicos: y atender las demandas de la mayoría del pueblo porteño y salir a militar La Alternativa para Nuestra Ciudad.
Ante la inminencia del acto electoral, la ciudadanía comienza a prestar más atención a las propuestas y candidaturas, especialmente si aún no decidió su voto o no tiene pertenencia partidaria, por lo que su decisión puede ser fluctuante en las distintas compulsas. La derecha, confundida con la ultraderecha, sostiene a la luz pública su enfrentamiento descarnado al interior de Juntos por el Cambio. Los autodenominados libertarios persisten en su afán temerario por constituirse en un factor determinante del desenlace electoral. Sin embargo, cada vez se manifiesta más claramente la disyuntiva central: dos modelos de país que son representados por la alternativa política de Unión por la Patria y las dos variantes que expresan al conservadurismo.
JxC lucha por remontar la frustración de la experiencia macrista, que dejó una larga secuela de degradación económica y social, y un endeudamiento irresponsable e impagable (en los términos convenidos) con el FMI. La aquiescencia de los medios de comunicación hegemónicos, no puede ocultar el fracaso de la gestión macrista, que determinó su derrota en el 2019 y el advenimiento del Gobierno del Frente de Todos. Su discurso intenta también relativizar o negar acontecimientos externos globales que impactaron en la economía de nuestro país en los últimos años, como la pandemia con sus efectos manifiestos en los costos de los alimentos y combustibles influidos también por la guerra en Ucrania. Con el mismo propósito, la Sociedad Rural de la vieja oligarquía, a pesar de estar cada vez más aislada y desprestigiada, declaró que “el campo está minado de problemas por estallar”. Amenazan con un artificioso estallido, a pesar de que sus ganancias siguieron batiendo récords. Acerca del fenómeno climático de la sequía optaron por presentarla literariamente, con el propósito de ocultar sus efectos verdaderamente devastadores. El presidente ruralista le echó la culpa “a las políticas que los gobiernos instrumentaron en los últimos 80 años”.
En relación a las propuestas de JxC la ciudadanía, la ausencia de originalidad ya resulta tediosa. Se repiten los recetarios que siempre llevaron al fracaso, a la pérdida de derechos y la pauperización de los sectores del trabajo: desregulación laboral, para bajarle “los costos” a los empresarios, reforma jubilatoria para reducir esa inversión pública de carácter social, primarización de la economía, apertura a las importaciones con el remanido objetivo de la eficiencia, que ya generó el cierre de 24 mil Pymes durante el macrismo, privatizaciones, siguiendo el modelo de Menem- Dromi, baja impositiva en beneficio de las grandes empresas y sus dueños, asumiendo la línea de la “modernidad” trumpista.
A todo este plan suman algún que otro tacticismo pensado para incautos: Larreta con tono lacónico se presenta como exponente del anti ajuste, llegando a la afirmación de que es el kirchnerismo quien practica un ajuste en jubilaciones y salarios, a la vez que en los foros empresarios plantea abiertamente “flexibilizar el trabajo y retornar al sistema previsional privado”. Esto es como aquel que roba y empieza gritar “¡al ladrón al ladrón!, busquen al ladrón”. Es evidente que sus marketineros perciben que la ciudadanía tiene una fuerte animadversión sobre la idea y la palabra ajuste. Al mismo tiempo son consecuentes en su discurso de odio y de violencia política, especialmente luego de que el año pasado un grupo de ultraderecha haya intentado asesinar a la vicepresidenta de la Nación en la vía pública y que la “justicia” se proponga consagrar su impunidad.
Se explica entonces que un elemento básico y legítimo de Unión por la Patria sea defender al pueblo de estas políticas agresivas y antidemocráticas. Queda claro que un eventual retorno del macrismo en la “versión renovada” de Bullrich o Larreta, significará un futuro de angustias y pesares para las mayorías, tanto trabajadores como sectores de clase media. Nada quedará de la independencia económica, la justicia social y la soberanía política. Para la derecha estos conceptos fundantes de una democracia social resultan anacrónicos.
En el bastión del PRO, la CABA, luego de 16 años de macrismo, ni el primo Jorge Macri, ni Losteau pretenden cambiar nada, por más que digan que están “Juntos” para cambiar. Les parece natural la falta de vacantes en las escuelas, el deterioro de los edificios escolares y los hospitales, la especulación inmobiliaria que destruye al medio ambiente, la falta de viviendas accesibles, la problemática del alquiler que nunca se propusieron atender como un grave problema social, el cuidado del patrimonio histórico, la pobreza, la calidad de vida en su totalidad de los y las porteñas. Al primo Macri no se le cae una idea más que comprar pistolas Taser y vender medidas de represión antipiquetes, en tanto su “competidor” Lousteau, por más que venda una imagen más juvenil y “moderna” tampoco ofrece iniciativas de verdadero cambio. La ausencia de propuestas es notoria. Se presentan como si su fuerza política no gobernara la Ciudad desde hace 16 años manejando un abultadísimo presupuesto. A uno lo prohijó Mauricio Macri y al otro R. Larreta. Son y encarnan lo mismo.
En la Ciudad existe una alternativa representada por Leandro Santoro, quien con su fuerza política presentó un pliego de propuestas concretas para enfrentar los temas que porteñas y porteños reclaman. JxC intenta instalar que la elección se define en su interna, negando y ocultando la otra alternativa. Una derrota en la CABA implicaría un quiebre histórico. El pueblo porteño tiene la gran oportunidad de llevar a cabo la verdadera transformación social y cultural que enfrente los problema de todas las comunas sin distinción, cuide el medio ambiente, fortalezca la educación y la salud públicas, extienda la red de subterráneos, cree un nuevo código urbanístico que, combinado con políticas públicas de vivienda, vaya resolviendo este tema vital de la ciudadanía porteña. La opción de Unión por la Patria en la Ciudad es una alternativa verdadera a una anacrónica cotidianidad conservadora.
La cercanía al pronunciamiento electoral va tensando las conductas y definiciones de los candidatos. El caso de la derecha y su disputa interna ha traspasado todos los límites propios de estas contiendas, con sus excesos verbales y polémicas desafortunadas. El rango de violencia, descalificación y falsedades adquirió tal virulencia que no deja ningún espacio a las ideas, ni siquiera al tan invocado “sentido común”. Una cuestión principal que se puede definir en términos axiomáticos los iguala: a mayor descalificación, menos ideas y propuestas. Lo contrario a una campaña electoral programática que asuma un compromiso democrático sobre el futuro. Toda la derecha partidaria, sin excepciones ni matices, declaró su apoyo al comendador jujeño fuenteovejunezco en su política represiva contra los pueblos originarios, trabajadores del Estado y docentes, y a la imposición violenta de una constitución que legitima una especie de escisión de la provincia del conjunto del país, conformando un remedo de república bananera sin ley ni derechos ciudadanos. La foto del oprobio que incluyó a Larreta, Bullrich, Lousteau, Santilli y Espert consagró simbólicamente la unidad ideológica desde la matriz que los define. Los Macri, Mauricio y primo, también integran esa amalgama. Los grandes medios de comunicación que son parte constitutiva de ese dispositivo político estratégico, se ocuparon de presentarla a la sociedad como “el verdadero sentido democrático ante los desórdenes”, protagonizado por el pueblo del éxodo patriótico, en sus rutas, plazas y ciudades.
Pero no solo los une su apoyo irrestricto al comendador violento. También comparten la visión sobre otras temáticas trascendentes para el país y la vida social. Todos presentan como principal estandarte de campaña a la inseguridad, y su clásica respuesta de “mano dura”, medrando con el comprensible sentimiento de miedo que anida en la sociedad, ante la posibilidad de sufrir actos de violencia delictual. Ahora picó en punta Larreta, quien se fue a Rosario a prometer “la revolución”. Claro que la suya es “la revolución de la seguridad en la argentina”, cuyo objetivo trascendental es “recuperar la paz y tranquilidad para los ciudadanos”, y “que las fuerzas federales trabajen codo a codo con la provincia para combatir el narcotráfico”. Queda clarísimo que esta revolución no recibirá premio alguno a la originalidad. El golpe de efecto principal fue: “vamos a mandar al ejército a cuidar la soberanía y liberar gendarmes para las zonas calientes”. No le importó que la ley prohibiera involucrar a las fuerzas armadas en la seguridad interior. ¡En campaña vale todo! Ya que estaba con el discurso impostado dijo también que creará “una élite con los mejores. Una suerte de FBI para controlar a las mafias”. Su admiración por Estados Unidos, lo empuja a estas grotescas genuflexiones. No podía faltar el otro clásico de estas teorías punitivas que reaparecen en las campañas electorales: bajar la responsabilidad penal a los 14 años. Si bien la motivación para este repertorio remanido de la ultra derecha es competir en virulencia con Bullrich, aclaró que lo suyo no son discursos a los gritos. Eso es todo lo que se les ocurrió para diferenciarse. En realidad, no existe ningún contraste, ambos se sustentan en la misma ideología. En esto de la seguridad tampoco se quedan atrás los candidatos de la derecha porteña. Tanto el primo
Macri, como Lousteau, coinciden en la necesidad de regular el derecho a la protesta. Este Macri aporteñado artificialmente, descubrió que existe otro slogan “rendidor”: “hay que sacar a los niños de las manifestaciones, si llevan a un chico a la marcha, perderán el plan, y si hay figura penal, que sean procesados”. Este reaccionario devenido en político por portación de apellido, parte del hecho de que esas familias humildes van con sus hijos porque quieren hacerlos partícipes de las manifestaciones. Ni se les ocurre pensar que lo hacen porque no tienen con quién dejar a sus hijos e hijas. Su insensibilidad y deshumanización es patética. El bueno de Lousteau actúa con una idea similar: coincide en sancionar a las manifestantes que lleven a sus hijos, pero eso sí, “debe ser complementado con un nuevo código de convivencia”. En suma, también en esta temática actúan inficionados por la misma ideología.
El otro gran tema que los unifica es el ataque a la educación y la universidad públicas. Todos piensan que debe ser reducida o eliminada, al igual que la ciencia y la tecnología. Para su modelo de país no hace falta educación, universidad ni nada que sea público. Lo suyo es el mercado y lo privado. En nuestra ciudad esa conducta ya es proverbial. Las gestiones de Mauricio y Horacio son tan elocuentes que no hace falta elaborar una crítica exhaustiva. Todos los años baja el presupuesto educacional, deja decenas de miles de niños y niñas sin vacantes, no ejecuta el presupuesto para el mantenimiento de escuelas, y su ministra estrella declara que las cooperadoras son extremistas, por lo que “hay que saltearlas”. Sin embargo, el ahora candidato no trepida en plantear otro slogan “haremos una revolución educativa”. Todo indica que la expresión revolución es valorada por la opinión pública, sino estos políticos derechistas que no hacen nada sin los dictados del marketing, no se empeñarían tanto en usar esta palabra tan cargada de sentido histórico No hay duda que Moreno, Belgrano, Castelli y San Martín, se revolcarían si escucharan a estos entusiastas de la monarquía y la derecha española. La revolución educativa de Larreta, fue presentada en diciembre en Washington como una necesidad de alinear la educación a las necesidades modernas del empresariado. Podríamos decir con Serrat, que “entre estos tipos y yo hay algo personal”. Están en contra de la ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria. El rol de las derechas es siempre conservar lo instituido, reproducir el pasado, con ese fin actualizan permanentemente sus narrativas. El sentido último de las fuerzas populares y transformadoras es generar futuro. Ir siempre tras nuevas utopías unidos en programas comunes.